Título original: How to Behave in a Crowd
Año de publicación: 2017
Valoración: está bien
Antes de que huyáis despavoridos pensando que se trata de un libro de autoayuda os diré que no, aunque el título lo parezca. Probablemente el título no ayude a acercarse a esta obra, más adecuado a la sección de sociología que a una novela. De todos modos, si nos ponemos a pensar, algo hay de ello. Veamos.
El libro trata de una familia formada por los padres y seis hermanos (tres chicos y tras chicas) en edades adolescentes (o pre adolescentes, según se mire). Siendo una familia de tantos miembros, podríamos decir que cada uno va por donde la place, con una clara tendencia a cierto aislamiento en su propio mundo; a excepción de Dory, el pequeño de la familia y narrador de la historia. Hablemos, por tanto, de Dory. Dory el incomprendido, el diferente, el cariñoso. ¿Sus hermanos? Individualistas, egocéntricos, aislados y antisociales en algún caso. Y Dory luchando para que le hagan algo de caso, con su particular visión escéptica del mundo al que ve desde la distancia que genera su incomprensión hacia él. Parece que Dory no encaja en su familia, o puede que sea su familia la que no encaja en él. Un síntoma evidente de ello son sus múltiples intentos de escaparse de casa, aunque siempre aparece algún motivo que le acaba quitando la idea de la cabeza.
Y en eso, muere alguien (lo dejaremos aquí para no contar más, si bien ocurre cuando solo llevamos una quinta parte del libro). La manera en cómo afecta al resto de miembros del libro es el propósito del libro, a juzgar por lo indicado en la contraportada del mismo. Y aquí se encuentra su primer punto débil; sin conocer muy bien su comportamiento como familia antes de esa muerte, es difícil ver cómo les afecta ese acontecimiento. Lo que debería servir para establecer una evolución en los personajes no es tal, puesto que no hay prácticamente punto de partida previo al suceso, un marco comparativo. De esta manera, perdemos el sentido de la trama y lo que nos explica la historia podría ocurrir igualmente sin que se hubiera producido el suceso, no hay impacto real para el lector. Además, otro punto débil que le encuentro (aunque ya es más personal) es la dificultad de conectar de entrada con el sarcasmo y sentido del humor de Dory, llegando al punto de haber estado tentado en abandonar la lectura al principio del libro por falta de conexión con el personaje. Cabe decir que el libro mejora a medida que avanzamos y nos acostumbramos al estilo de la autora, a la vez que se van estableciendo vínculos entre los personajes. De esta manera, una vez la novela se centra en la visión que tiene Dory de la familia y de su entorno, el libro cumple con su cometido ya que sus dudas existenciales, sin preguntas inocentes en apariencia, pero con alta profundidad funcionan perfectamente como vía de análisis de la sociedad en conjunto, y de las personas en individual. Así entramos en lo que es su punto fuerte: los múltiples diálogos entre Dory y los miembros de su entorno donde fluye la sátira ágil y cargada de intención sobre la dificultad de entender el mundo, principalmente por parte de los adolescentes, aunque también por las personas mayores. La profunda importancia que da Dory a todo cuanto le rodea, choca con la extrema superficialidad (aparente) del resto de los miembros de su familia. A medida que pasa el tiempo, su madurez va rellenando los huecos existentes en su incompleta comprensión del mundo. La curiosidad de Dory va lanzando preguntas cuyas respuestas son más profundas que la intencionalidad con la que son realizadas. Y éste es el mayor logro del libro y su principal punto fuerte: las reflexiones del protagonista y sus diálogos, que consiguen mantener suficientemente el interés en una trama que avanza a trompicones y que parece que su principal utilidad sea la de establecer un marco dentro del cuál incorporar las conversaciones y reflexiones de su protagonista. Por suerte, el libro mejora a medida que avanza y permite que uno llegue a su final con sensaciones positivas.
Con esta novela, a través de una mirada escéptica, la autora utiliza el sarcasmo para retratar una sociedad individualista. La familia que describe es la de un conjunto de seres aparentemente solitarios, únicamente vinculados por la persistencia de Dory en mantener los vínculos entre ellos y quien, a pesar de ser el más pequeño de ellos, curiosamente también el más preocupado en mantener la estabilidad y unión de una familia que parece desmembrarse con las preocupaciones del día como excusa para tal efecto. De esta manera, el libro describe, bajo un manto de humor aparente, una sociedad quebrada, preocupada en exceso por las vidas de cada uno, de forma individual, como seres aislados, y sin atisbos de intentar recomponer los fragmentos de una vida que el día a día va separando hasta lograr que aquellas piezas que formaban parte de un todo se hayan modelado hasta el punto de dar lugar a formas de imposible encaje.
El libro trata de una familia formada por los padres y seis hermanos (tres chicos y tras chicas) en edades adolescentes (o pre adolescentes, según se mire). Siendo una familia de tantos miembros, podríamos decir que cada uno va por donde la place, con una clara tendencia a cierto aislamiento en su propio mundo; a excepción de Dory, el pequeño de la familia y narrador de la historia. Hablemos, por tanto, de Dory. Dory el incomprendido, el diferente, el cariñoso. ¿Sus hermanos? Individualistas, egocéntricos, aislados y antisociales en algún caso. Y Dory luchando para que le hagan algo de caso, con su particular visión escéptica del mundo al que ve desde la distancia que genera su incomprensión hacia él. Parece que Dory no encaja en su familia, o puede que sea su familia la que no encaja en él. Un síntoma evidente de ello son sus múltiples intentos de escaparse de casa, aunque siempre aparece algún motivo que le acaba quitando la idea de la cabeza.
Y en eso, muere alguien (lo dejaremos aquí para no contar más, si bien ocurre cuando solo llevamos una quinta parte del libro). La manera en cómo afecta al resto de miembros del libro es el propósito del libro, a juzgar por lo indicado en la contraportada del mismo. Y aquí se encuentra su primer punto débil; sin conocer muy bien su comportamiento como familia antes de esa muerte, es difícil ver cómo les afecta ese acontecimiento. Lo que debería servir para establecer una evolución en los personajes no es tal, puesto que no hay prácticamente punto de partida previo al suceso, un marco comparativo. De esta manera, perdemos el sentido de la trama y lo que nos explica la historia podría ocurrir igualmente sin que se hubiera producido el suceso, no hay impacto real para el lector. Además, otro punto débil que le encuentro (aunque ya es más personal) es la dificultad de conectar de entrada con el sarcasmo y sentido del humor de Dory, llegando al punto de haber estado tentado en abandonar la lectura al principio del libro por falta de conexión con el personaje. Cabe decir que el libro mejora a medida que avanzamos y nos acostumbramos al estilo de la autora, a la vez que se van estableciendo vínculos entre los personajes. De esta manera, una vez la novela se centra en la visión que tiene Dory de la familia y de su entorno, el libro cumple con su cometido ya que sus dudas existenciales, sin preguntas inocentes en apariencia, pero con alta profundidad funcionan perfectamente como vía de análisis de la sociedad en conjunto, y de las personas en individual. Así entramos en lo que es su punto fuerte: los múltiples diálogos entre Dory y los miembros de su entorno donde fluye la sátira ágil y cargada de intención sobre la dificultad de entender el mundo, principalmente por parte de los adolescentes, aunque también por las personas mayores. La profunda importancia que da Dory a todo cuanto le rodea, choca con la extrema superficialidad (aparente) del resto de los miembros de su familia. A medida que pasa el tiempo, su madurez va rellenando los huecos existentes en su incompleta comprensión del mundo. La curiosidad de Dory va lanzando preguntas cuyas respuestas son más profundas que la intencionalidad con la que son realizadas. Y éste es el mayor logro del libro y su principal punto fuerte: las reflexiones del protagonista y sus diálogos, que consiguen mantener suficientemente el interés en una trama que avanza a trompicones y que parece que su principal utilidad sea la de establecer un marco dentro del cuál incorporar las conversaciones y reflexiones de su protagonista. Por suerte, el libro mejora a medida que avanza y permite que uno llegue a su final con sensaciones positivas.
Con esta novela, a través de una mirada escéptica, la autora utiliza el sarcasmo para retratar una sociedad individualista. La familia que describe es la de un conjunto de seres aparentemente solitarios, únicamente vinculados por la persistencia de Dory en mantener los vínculos entre ellos y quien, a pesar de ser el más pequeño de ellos, curiosamente también el más preocupado en mantener la estabilidad y unión de una familia que parece desmembrarse con las preocupaciones del día como excusa para tal efecto. De esta manera, el libro describe, bajo un manto de humor aparente, una sociedad quebrada, preocupada en exceso por las vidas de cada uno, de forma individual, como seres aislados, y sin atisbos de intentar recomponer los fragmentos de una vida que el día a día va separando hasta lograr que aquellas piezas que formaban parte de un todo se hayan modelado hasta el punto de dar lugar a formas de imposible encaje.
Libros de autoayuda ahuyentando al ULADiano respetable desde tiempos inconmensurables. Alguno habrá interesante, digo yo. Ética a Nicómaco podría considerarse uno bastante bueno, aunque tenga sus más y sus menos, ¿no?
ResponderEliminarPor cierto, ahora que me habré ganado algún detractor purista por semejante blasfemia, aprovecho para decirte que buena reseña. El argumento del libro no me tira demasiado, la verdad, pero celebro que al menos intente hablar sobre el cada vez más preocupante individualismo contemporáneo.
Un saludo.
Gracias, Oriol. Ciertamente el argumento no atrae mucho pero como me lo remendaron, probé. No lo lamento, pero esperaba bastante más. Creo que el tono no acaba de acertar (al menos en mi caso), pero tiene algún momento bueno. Pero coincido en que es interesante que, aunque sea utilizando un lenguaje cercano a la ironía o sarcasmo, ponga de relieve el nivel de individualismo al que la sociedad (o nosotros mismos, no vale eludir la responsabilidad de cada uno) está llegando.
ResponderEliminarGracias por comentar.
Saludos
Marc