Idioma original: inglés
Título original: Men in Space
Año de publicación: 2006
Traducción: José Luis Amores
Valoración: bastante recomendable
Tres de tres con McCarthy: dificil lo voy a tener para cumplir con mi promesa (intento de promesa) de no superar las tres obras de un mismo autor en mis colaboraciones para ULAD. Porque os digo que voy a echarme encima del próximo McCarthy (Tom), que anda bordeando su obra definitiva aunque he de reconocer que Satin Island andaría muy cerca si he de hacer caso a eso tan difícil de describir que es la maduración de un libro en la memoria.
Hombres en el espacio, recuperación de una de sus primeras novelas por la siempre atenta gente de Pálido Fuego (y a falta de la traducción de "C") completa y ratifica esta impresión.
Aunque a costa de aportarnos una estructura diferente: de los individuos circunspectos y únicos que protagonizaban casi abusivamente Residuos y Satin Island pasamos a una narración coral que cambia de escenario de forma casi constante y que despliega, otra marca de la casa del escritor inglés, esa mirada caleidoscópica que siempre abarca más en el conjunto que en la suma de las partes.
Asistimos a la separación de las dos naciones que constituían Checoslovaquia. Una separación pactada y hablada que es como se hacen las cosas. 1993, el polvo del desmoronamiento del muro de Berlin aún flota en el ambiente, la era post-Perestroika avanza y Praga empieza a atisbar que dos décadas más tarde será otra ciudad carísima asolada por la plaga del turismo que estira las piernas, cámara y Visa en mano, apeándose de vuelos low-cost.
Oh Europa. En ese fascinante pero incierto escenario los pescadores cobran sus ganancias del río revuelto. En el mundillo relacionado con el arte un pintor es contactado para que haga una copia de un valioso icono con el que gente poco escrupulosa quiere comerciar. Mientras la maraña política se aclara los antiguos policías fieles al régimen saliente están dedicados a investigar qué pasa con la obra de arte. Pero son conscientes de que esas órdenes y ese servicio están próximos a no tener ningún sentido. Son los primeros hombres en el espacio, tipos que acatan órdenes hoy y que mañana no sabrán si van a recibirlas o de quién. La trama de la copia del icono (una imagen que ya es emblemática en sí, con extrañas formas, perspectivas diferentes a otras obras coetáneas, etc.) sitúa en escena jóvenes que ya se parecen a los de hoy en día. Esos a los que las oportunidades laborales, los estudios, la red de amistades, desplazan de un país a otro sin demasiadas contemplaciones. Oh Europa de los pueblos y de la era dorada de las publicaciones de tendencias con redacciones que parecían un crisol de apellidos de distintos orígenes.
McCarthy lo hace posible: una idea que podría parecer confusa, con cambios de escenarios, de voz narrativa, con desplazamientos y divagaciones, la convierte en una especie de obra coral en la que el lector mínimamente perspicaz detectará esa angustia funcionarial post-guerra fría (reflejada en brillantes películas como La vida de los otros) y la tiznará, no sin cierto escepticismo casi cínico, con esa mueca tan recurrente de sí, un nuevo régimen, un nuevo siglo, y ahora qué, todo ello disfrutando enormemente del trayecto.
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