Título original: Meurtre
Año de publicación: 1964
Traducción: Pablo Moíño Sánchez
Valoración: Muy recomendable
Si uno se fija únicamente en el título del libro,
“Asesinato”, puede llegar a pensar que se encuentra ante una novela negra. Nada
más lejos de la realidad. Ni novela ni negra. Y no es necesario adentrarse
demasiado en el libro para darse cuenta de por dónde irán los tiros porque ya en la tercera o cuarta página puedes leer “y a qué agarrarse cuando uno ya no reconoce
ni sus propias manos, ni su propio paso, ni siquiera la pequeña dosis de desesperación
cotidiana”.
Se trata, como poco a poco vas comprobando, de un libro, a medio camino entre el diario, el relato breve y el poema
en prosa, con el que la autora parece colocarse frente a un espejo para estirar el brazo, sacarse las vísceras y, así, extirpar el dolor (dolor de vivir, dolor de sentir).
No es, como ya habréis imaginado, un libro “fácil” ni “cómodo”. Es un libro breve, de unas 130 páginas, que apenas ofrece resquicios por los que entre el aire fresco, con el dolor, la muerte y la desesperanza como hilos conductores, plagado de imágenes y sensaciones, y tremendamente personal. Es uno de esos libros no "hechos para disfrutar".
En cuanto a posibles influencias o similitudes, la más evidente
es “El oficio de vivir”, de Cesare Pavese. Párrafos como los que transcribo a
continuación podrían formar parte del testamento vital y literario del italiano
sin ningún problema:
Tengo la impresión de vivir una muerte
Estoy perdida en las calles…El día se desgarra
Una mañana tendría que rechazar el cansancio del día, todo el cansancio
de los días por venir. Marcharme
Estoy sin fuerza. Me aferré a ella y por eso la engullí, la vomité, la
pisoteé.
Como con un buril, en cobre, tengo que grabar las últimas palabras, en
el centro de un dibujo que debería traducir la calma la serenidad, y también
todo ese tiempo vivido y devorado
Pero no solo Pavese.
También tiene uno la impresión de estar leyendo, por momentos, a un “Maldoror”
infinitamente más terrenal que el de Lautreamont, aunque cargado de la misma
lucidez y radicalidad. Y también, en ocasiones, uno cree estar
inmerso en alguna de esas búsquedas,
imprecisas y condenadas de antemano al fracaso, de los personajes de
Modiano.
En cualquier caso, esto son solo referencias para tratar de situar una obra altamente recomendable, densa y oscura, a la que no conviene acudir en caso de depresión. Avisados estáis.
A mi me interesó. Supongo que es una fortuna poder disfrutar de obras de este tipo. No he leído esta en particular pero hace poco leí una de un autor cubano a la que tu reseña me ha traído a la memoria.
ResponderEliminarPor mi parte ¡Qué vivan los autores que exteriorisan demonios y dejan el objetivo de entretener en segundo plano! Siempre se encuentran aspectos de uno mismo en los espejos que ellos se ponen ante sí.
Lo leeré.
Pues sí, estamos ante otra de las múltiples "funciones de la literatura" (y bastante más esclarecedora que otras).
ResponderEliminarGracias, como siempre, por el comentario!