Idioma original: inglés
Título original: The silkworm
Año de publicación: 2014
Traducción: Gemma Rovira
Valoración: Repelo Muggletum
Mirad: antes de entrar en materia no puedo evitar sumirme en una pequeña reflexión: ¿por qué, si Robert Galbraith es un sinónimo de J.K. Rowling, esa circunstancia está siendo divulgada, de hecho, es la primera frase en el perfil del autor en la solapa? ¿a qué jugamos? ¿a alter-egos, a antifaces que apenas le cubren a uno la cara pero dan el morbillo de ocultar los rasgos? Es obvio que J. K. Rowling no necesita dinero, pero ¿es que la agobia la inseguridad de obtener el mismo éxito en otras voces, en otros ámbitos? Puede que sea una cuestión de ego, puede (oh, me encantaría este concepto) que su pulsión creativa sea tan intensa que considere injusto (cualquiera que escriba aunque sea una línea en un comentario debería sentirse así) dejar que el mundo ignore lo que pasa por su cabeza. No sirva de crítica: sirva este comentario para compartir mi extrañeza. Con su fortuna, con su influencia, podría haber mantenido su anonimato y ver si este tal Galbraith pudiera ser, por puro mérito literario, un triunfador. Puede que sea su caché, y que la editorial haya necesitado recurrir a filtrar el dato por si el libro (como otras decenas de miles) pasara desapercibido.
Soy J. K. Rowling y voy a escribir uno (ya van tres) de esos libros que van a alejarme de ese estereotipo que me ha hecho inmensamente rica, voy a demostrarle al mundo que soy válida en otro registro. Pero sin pasarme: sé que nadie se creerá una nueva guisa demasiado sofisticada. No seré DeLillo ni Pynchon, tampoco Welsh o Amis. ¿Y si soy la nueva Stieg Larsson?
Bien; esto es un hándicap. Es un error esa elección. Puede que sea lo que le pide el cuerpo. Más libre que ella, más rica que sus editores y que muchísima gente, esa es una elección libre pero que no la va a llevar a los niveles de Harry Potter. Como si no fuera capaz de ser escritora para adultos, cosa que les pasa a unos cuantos, y no pasa nada. Comtadmelo a mí: soy padre de dos potterheads. Que no se tomarán nada bien que yo declare tan contundentemente que, fuera de su hábitat natural, Rowling/Galbraith se muestra tan poco convincente que nada me empuja a, superadas mis 70 potestativas páginas de oportunidad a un libro, tener la mínima voluntad de adentrarme a las que restan, que son más de 400. Sí: sin el respaldo del nombre, esta novela, de haberse publicado, sería carne de cajón de rebajas, de mesa de remate a 5 euros y de estante olvidado de librería de antiguo. No lo toméis, incondicionales, como un sacrilegio. Si en la vida uno tarde o temprano ha de comprender qué es lo que sabe hacer bien.
Y algo similar debe haber interpretado la autora. Después de varios años, parece que la saga va a contar con algunas entregas adicionales.
¡Te mereces la Maldición Cruciatus!
ResponderEliminar; )
De hecho, la propia autora fue rechazada por editoriales y hasta una de ellas le sugirió ir a un curso de escritura. Y su primera novela bajo psuedónimo no triumfó hasta que se "descubrió el pastel" (de forma intencionada o no...). Parece que sabe escribir buenos libros infantiles o juveniles pero, por lo que apunta la reseña, la novela para adultos le viene grande.
ResponderEliminarBuenas, compañeros. Ni una línea de sinopsis: soy un campeón.
ResponderEliminarY el libro de que va? Que dice la contraportada?
ResponderEliminarEsto. Va de un detective de mala vida que recibe un encargo. Una temática salvajemente innovadora.
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