Año de publicación: 2011
Valoración: Recomendable
En esta, su segunda novela, Mylene Fernández Pintando nos regala una historia alejada del referente inmediato de la Revolución Cubana. Para tratarse de una narración situada en La Habana contemporánea, La última esquina es un poco rara. No hay en ella descripciones minuciosas sobre la “excepcionalidad socialista”, tampoco un didactismo exotista para lectores ávidos por recrearse en lo que no viven. Son precisamente estos rasgos originales, los que producen la atmósfera intimista de la narración y el sentido de un universo familiar o común que excede de los límites de la isla. Los dramas afectivos que se escenifican podrían suceder en Caracas, Estambul o Maputo. Como si la propuesta de esta novela hubiese presentido el fin de la excepcionalidad cubana en la política inmigratoria estadounidense, diría que el sentido de familiaridad está dado por la condición de cualquier individuo o comunidad de lo que la narradora refiere varias veces como “Tercer Mundo”. De allí que los dilemas centrales son los de la emigración: las disyuntivas de irse o quedarse, de aventurarse hacia lo nuevo y prometedor o bregar con las dificultades de lo conocido, de enfrentar la posibilidad del fracaso y sufrir la nostalgia, o refugiarse en “esa esquina del mundo” precaria que es el propio país.
Marian es una tímida profesora de Lengua Española de la Universidad de La Habana que tras la muerte de su madre, le suceden un par de cosas que la descolocan un poco: debe escribir el prólogo del poemario de un jovencísimo escritor, Daniel, del que termina por enamorarse y, es ascendida a Jefa de Cátedra. Acostumbrada a una vida discreta de rutinas y pocos amigos, su relación con Daniel la lleva a experimentar emociones que abarcan la vergüenza por el qué dirán sobre la disparidad de edades de la pareja, la felicidad del amor correspondido, la ansiedad provocada por los repetidos desencuentros, la pasión compartida por la literatura y la asunción consciente de un lugar propio en el mundo. Mientras Daniel fantasea con la intensidad y el glamour de una vida como escritor en Europa, Marian apela por una vida con minúsculas en la casa de su infancia. Alrededor de ambos gravitan otros personajes que también confrontan los pros y contras de irse o de quedarse y hay incluso lo que viajan y vuelven.
Aunque la novela muestra una pluralidad de puntos de vista sobre el tema de la migración, repite muy sutilmente cierta apuesta ética por los que se quedan que es bastante común en la literatura cubana. Es algo que revela el modo en que la distancia frente a la isla se sigue ficcionalizando más como carencia que como ganancia. En ese sentido, la hondura que se alcanza en este sencillo y honesto relato reside en un sentido vital arraigado al espacio nacional que, sin embargo, está distanciado del mero patrioterismo. Para aquellos que estén buscando moralejas, ideologías altisonantes y eventos exuberantes que diferenciaban radicalmente “lo cubano” de sus pares latinoamericanos, esta, con seguridad, no es la obra adecuada.
Firmado: Magdalena López
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