Año de publicación: 2016
Valoración: Recomendable
Hasta hace algunos años pocos hablaban de la literatura dominicana fuera de ese país. El premio Pulitzer de 2008, concedido a The Brief Wondrous Life of Oscar Wao del dominico-americano Junot Díaz, vino a darle visibilidad a toda un grupo de escritores jóvenes que tanto dentro como fuera de la isla estaban y están escribiendo sobre el Santo Domingo de fin de siglo XX y principios del XXI. En esta corriente se inscribe Rey Andújar, quien además de escribir novelas y cuentos es un conocido performero.
Los gestos inútiles (Premio Latinoamericano de Novela Alba Narrativa 2015) es una novela policial en la que se narra una trama de corrupción y narcotráfico que atraviesa la clase militar y política de la “mediaisla”. A lo largo de la narración resalta un lenguaje distanciado y frío salpicado de giros lingüísticos muy caribeños en los que destacan una cantidad de palabras y expresiones dominicanas entremezcladas, a veces, con un léxico casi clínico. Parece claro que Andújar ha ido poco a poco desarrollando un lenguaje propio que va puliendo cada vez más con cada nueva novela. En este caso, el lenguaje refuerza la idea de exactitud y precisión con las que se relatan diversas viñetas episódicas de los varios personajes que componen la narración.
El argumento central gira en torno a la investigación de la muerte del doctor Daniel Beltrán, un político honesto cuyo cadáver aparece abandonado en un carro durante las fiestas decembrinas. Mientras el teniente Rojo Agramonte sospecha que puede tratarse de un homicidio motivado por el miedo a que aquel ventilase una matanza de colombianos por líos de narcotráfico con la Marina, desde “arriba” sufre presiones para que cierre el caso como suicidio. Paralelamente, debido a la muerte de Beltrán, tanto su hijo Jonás Marthan como su antiguo amigo escritor y admirador, Lubrini, regresan a la República Dominicana para las exequias. Estos regresos de Barcelona y Puerto Rico permiten dibujar un paisaje caribeño de constantes viajes, exilios y diásporas. Nos topamos con un edecán de ascendencia coreana, una inmigrante puertorriqueña de Ponce y un médico forense alemán, al tiempo que sabemos que el mismo Beltrán había vivido muchas años de exilio en New Jersey. Estos movimientos migratorios están acompañados por los desplazamientos a lo largo del Santo Domingo nocturno. Apagones de luz, colmados, moteles, ruinas de proyectos arquitectónicos faraónicos y costas marinas repletas de basura, alternan con botellones al son de la tecnocumbia, inmigrantes haitianos pidiendo limosna, taxistas desaforados y políticos que se venden al mejor postor.
Detrás de todo este escenario de caos urbano caribeño postmoderno, la novela ofrece una crítica de cierta alienación generalizada en la que cualquier posibilidad de cambio parece destinada al fracaso. En este sentido, esta novela es también, como la de Junot Díaz, un repaso a la violencia política de la segunda mitad del siglo XX, que aquí se nos muestra a través de la trayectoria vital de la víctima. Los gestos de la política son, en realidad, los gestos “inútiles” que, como la vida del doctor Beltrán se pierden junto al idealismo político de la República Dominicana post-balaguerista. Tanto para los amantes del Caribe como para aquellos que no saben de la “mediaisla” mucho más que lo que leyeron en La Fiesta del Chivo, esta novela es una excelente oportunidad para empaparse de la “movida” literaria quisqueyana actual.
Firmado: Magdalena López
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