Título original: Orphelins de Dieu
Año de publicación: 2014
Traducción: Antonio Roales Ruiz
Valoración: muy recomendable
Me llena de orgullo y satisfacción (¿dónde he oído yo eso antes?) inaugurar con esta reseña una nueva etiqueta en este benemérito blog: la que corresponde a "escritores corsos". Que yo sepa, Marc Biancarelli es el primero oriundo de esa isla cuya obra reseñamos aquí. Aunque, sin embargo, no podemos inaugurar la categoría de "libros en corso", pues precisamente ésta es la primera novela en francés de este autor -quien, por lo demás, ha desarrollado su carrera en la lengua vernácula de su tierra, de la que además es profesor-; así que dejémonos de otros detalles: esta es la primera novela "corsa de ULAD.
Bien, ¿qué sabemos de Córcega, aparte de la proverbial belleza de sus paisajes (hablo por referencias, pues por desgracia yo aún no conozco esta isla mediterránea): que es la patria de Napoleón, por supuesto, pero además de gentes con fama de orgullosas, con un sentido calderoniano del honor ultrajado, proclives por tanto a la vendetta y a la violencia descarnada, casi rutinaria... Bueno, todo esto serán en su mayor parte tópicos, sin duda, pero tópicos o no, Biancarelli -al que concedamos que debe ser mejor conocedor de sus paisanos y de la historia de su isla que nosotros- no sólo los incluye en su novela, sino que les otorga un lugar central en la misma: la violencia está presente casi en cada una de sus páginas, aunque, huyendo de cualquier imagen efectista o frívola de la misma, adquiere un tono de profunda tristeza, como si fuese un sino inevitable que oprime a los personajes, incapaces de huir de ese destino violento al que parecen abocados por la obligación, ineludible, de la venganza de cualquier afrenta.
De eso mismo va, precisamente, el argumento de la novela: en la segunda mitad del siglo XIX, una joven campesina, Vénérande, contrata un viejo asesino a sueldo, apodado "L'Infernu" para que mate a los hombre que desfiguraron de forma horrible a su hermano, un simple pastor que se cruzó en el camino de la banda de los Santa Lucia. Comienza a sí una aventura que remite, de manera inevitable -y asumida por el propio autor, que no en vano cita la película Valor de ley- al western más clásico, aunque aquí la frontera entre "buenos" y "malos" se encuentra más bien difuminada: el relato del camino de la venganza que emprenden ambos, viejo y joven, se ve entreverado con los recuerdos del asesino, antiguo rebelde y bandolero por tierras toscanas y griegas, que nos ofrece el testimonio de su propia caída al infierno al que alude su apodo. Pero no sólo de él, sino, en mayor o menor grado, de todos los personajes que aparecen en la novela, e incluso se diría que de toda la isla de Córcega, que a partir de un momento indeterminado -quizá la pérdida de su independencia, o la caída de Napoleón...- también parece haber sido abocada al infierno de la Historia.
A destacar, por cierto, el buen oficio narrativo de Biancarelli que, sin dejarse asfixiar por la ambientación decimonónica que enmarca la novela, consigue infundirle un ritmo y una fluidez admirables, de manera que se lee con gran facilidad, alternando las vicisitudes propias de la venganza con los hechos del pasado de L'Infernu, quien se los va narrando a la muchacha, no tanto con intención de confesión arrepentida como para compartir con alguien los desafueros de toda una vida dedicada al combate, el pillaje y el asesinato y que por eso mismo, se le va revelando como inútilmente gastada, aunque tal fuera el destino inexorable que le estaba reservado.
Una novela cuya lectura acaba siendo arrebatadora, pues, y además un muy buen debut para una nueva editorial, Armaenia, a la que hay que dar la bienvenida a un panorama de sellos independientes que se pone cada vez más interesante, por fortuna.
Bien, ¿qué sabemos de Córcega, aparte de la proverbial belleza de sus paisajes (hablo por referencias, pues por desgracia yo aún no conozco esta isla mediterránea): que es la patria de Napoleón, por supuesto, pero además de gentes con fama de orgullosas, con un sentido calderoniano del honor ultrajado, proclives por tanto a la vendetta y a la violencia descarnada, casi rutinaria... Bueno, todo esto serán en su mayor parte tópicos, sin duda, pero tópicos o no, Biancarelli -al que concedamos que debe ser mejor conocedor de sus paisanos y de la historia de su isla que nosotros- no sólo los incluye en su novela, sino que les otorga un lugar central en la misma: la violencia está presente casi en cada una de sus páginas, aunque, huyendo de cualquier imagen efectista o frívola de la misma, adquiere un tono de profunda tristeza, como si fuese un sino inevitable que oprime a los personajes, incapaces de huir de ese destino violento al que parecen abocados por la obligación, ineludible, de la venganza de cualquier afrenta.
De eso mismo va, precisamente, el argumento de la novela: en la segunda mitad del siglo XIX, una joven campesina, Vénérande, contrata un viejo asesino a sueldo, apodado "L'Infernu" para que mate a los hombre que desfiguraron de forma horrible a su hermano, un simple pastor que se cruzó en el camino de la banda de los Santa Lucia. Comienza a sí una aventura que remite, de manera inevitable -y asumida por el propio autor, que no en vano cita la película Valor de ley- al western más clásico, aunque aquí la frontera entre "buenos" y "malos" se encuentra más bien difuminada: el relato del camino de la venganza que emprenden ambos, viejo y joven, se ve entreverado con los recuerdos del asesino, antiguo rebelde y bandolero por tierras toscanas y griegas, que nos ofrece el testimonio de su propia caída al infierno al que alude su apodo. Pero no sólo de él, sino, en mayor o menor grado, de todos los personajes que aparecen en la novela, e incluso se diría que de toda la isla de Córcega, que a partir de un momento indeterminado -quizá la pérdida de su independencia, o la caída de Napoleón...- también parece haber sido abocada al infierno de la Historia.
A destacar, por cierto, el buen oficio narrativo de Biancarelli que, sin dejarse asfixiar por la ambientación decimonónica que enmarca la novela, consigue infundirle un ritmo y una fluidez admirables, de manera que se lee con gran facilidad, alternando las vicisitudes propias de la venganza con los hechos del pasado de L'Infernu, quien se los va narrando a la muchacha, no tanto con intención de confesión arrepentida como para compartir con alguien los desafueros de toda una vida dedicada al combate, el pillaje y el asesinato y que por eso mismo, se le va revelando como inútilmente gastada, aunque tal fuera el destino inexorable que le estaba reservado.
Una novela cuya lectura acaba siendo arrebatadora, pues, y además un muy buen debut para una nueva editorial, Armaenia, a la que hay que dar la bienvenida a un panorama de sellos independientes que se pone cada vez más interesante, por fortuna.
Gracias por la recomendación. No sé cómo los americanos no han hecho la película. Yo cuando la leía me lo imaginaba todo: los campesinos con el trabuco, los secarrales... tremenda. Eso sí para los de gustos delicados como que no.
ResponderEliminarHola, María:
ResponderEliminarEn realidad (ahora que no nos está leyendo el autor del lubro) , los norteamericanos sí que han hecho no una sino dos películas, tiruladas ambas "Valor de ley"... pero estoy de acuerdo en que la historia es muy potente y tanto el paisaje y el paisanaje corsos como la buena prosa de Biancarelli contribuyen a que la novemuchorezca mucho la pena.
Un saludo y gracias por el comentario