Idioma original: inglés
Título original: The Power and the Glory
Traducción: Guillermo Villalonga
Año de publicación: 1.961
Valoración: Muy recomendable
Continúa todavía existiendo una parte de la población que ha (hemos) recibido una educación de raíz católica. Laxa, sí, de perfil bajo, o de colegio concertado, llámese como se quiera, pero más o menos vinculada con lo religioso. Y, claro, por mucho que luego nos hayamos hecho librepensadores o cosas peores, las ficciones relacionadas con curas agitan viejos fantasmas y despiertan nuestro interés –cierto que algo malsano, sobre todo cuando se plantean escenarios de duda trágica o persecución.
Y aquí tenemos algo de eso. Resulta que en el México de principios del siglo XX (años veinte) tuvo lugar un potente movimiento anticlerical, que derivó en la represión de todo lo relacionado con la religión católica. Así que nos situamos en un país sumamente pobre y desde luego desigual, sumido en un largo y algo descontrolado proceso revolucionario, donde florece el rechazo a los estamentos privilegiados y, en algunos Estados, desemboca en feroz persecución contra la Iglesia oficial.
En este interesante escenario, Greene (católico confeso) va construyendo, con sutileza y equilibrio, un relato en principio fragmentado, con hilos argumentales sujetos a diversos personajes, principalmente un dentista americano, un teniente de policía, y dos sacerdotes con diferentes trayectorias frente a las prohibiciones. Estamos por tanto en una historia de fugitivos y perseguidores, donde los personajes son apenas un esbozo, pero esa misma indefinición los hace atractivos y suscita nuestro interés.
Sin embargo, el foco pronto pasa a situarse sobre uno de los religiosos. La autoridad civil ha prohibido el ministerio sacerdotal, se han suprimido los oficios y los curas se han visto obligados a casarse para eludir la cárcel (algo me recuerda a las novicias de Lerroux). Pero así como el Padre José se ha sometido a la norma para salvar el pellejo, este otro religioso –al que Greene priva hasta del nombre- opta por la clandestinidad y la huida. El hombre parece que llevase la desgracia pegada al cuerpo, dejando tras de sí un rastro de muerte y penalidades.
Este cura innominado es un personaje realmente interesante. Más que un sacerdote perseguido es, por encima de todo, un hombre, con profundas contradicciones que no residen tanto en el plano espiritual, sino en sus propios actos: es un hombre obviamente asustado, que no plantea dudas sobre su fe (nada que ver con el Manuel Bueno de Unamuno), pero arrastra una buena colección de infracciones a sus propias normas, se sabe imperfecto y seguramente indigno de su función. Le remuerde su pasado y su debilidad pero, sin saber él mismo porqué, tampoco se achanta ante la autoridad. Es de hecho un rebelde, pero tampoco da el perfil de mártir, quizá es sólo un hombre confuso que parece buscar la penitencia en su condición de perseguido.
Aunque la figura del cura absorbe la mayor parte de la narración, los personajes secundarios no carecen de interés, y aportan interesantes matices. El relato acusa cierta irregularidad, decayendo a ratos cuando el ritmo de los acontecimientos se apaga. Greene parece mejor dotado para los momentos de acción más intensa (era también un famoso guionista y autor de novelas de intriga), pero aun así nos deja una interesante perspectiva humana para una narración que parecía propicia a mensajes más estereotipados.
Otros títulos de Graham Greene en Un Libro al Día: El americano impasible, El tercer hombre, El Dr. Fischer de Ginebra, El factor humano
El poder y la gloria lo encontré en la biblioteca de m padre, hace alrededor de 40 años. Era un ejemplar publicado por la ya desaparecida editorial argentina Emece, la misma que publicaba a Borges y Bioy Casares, o la célebre colección de policiales, seleccionados por estos dos próceres, El séptimo círculo. Su tapa tenía un dibujo geométrico.
ResponderEliminarYo era muy chico, no debía tener mucho más de 12 o 13 años, pero recuerdo el impacto que esta obra causó en mí. Si mi relación con el catolicismo era mínima, la lectura de esta pequeña joya contribuyó a que con el correr del tiempo terminara siendo casi nula.
Una gran obra de un escritor imprescindible para comprender el siglo XX.
Felicitaciones por la reseña, Carlos! Y le agradezco a ULAD que siga rescatando de un cierto e injusto olvido a autores como Graham Greene.
Coincidimos en que el libro está muy bien, y además yo también lo he rescatado de la biblioteca familiar, donde andaba medio olvidado. Muchas gracias por tu comentario, Puma.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues yo, que también la he rescatado de una estantería de libros olvidados, he hecho otra lectura distinta. Es verdad que la primera impresión es la de cuestionar la fe y la confianza en la mediación de la fe como es la Iglesia (institución) o el sacerdocio. Sin embargo creo que el autor (católico convencido) intenta presentar algo más profundo y reflexivo. La cuestión de cómo Dios opera por mediación humana,incluso cuando el mediador sea un pobre pecador. El protagonista, consciente de su pasado pecador y en la continua diatriba que le atormenta su conciencia, no duda en confesar al moribundo. En el fondo sabe que no es él el que tiene el poder de confesar (que es un pobre pecador) sino Dios el que confiesa y perdona por medio de él. Es Dios el que, a través del pobre cura pecador, atormentado y confuso, derrama su gracia en el niño bautizado, por ejemplo. Creo que la cuestión de fondo que late sutilmente en la novela es el tema de la Gracia de Dios más allá de la libertad del hombre, aún cuando Dios "necesite" la mediación libre del hombre para hacer presente su Gracia.
ResponderEliminarEn primer lugar, Vicente, disculpa el retraso en contestarte. Últimamente andamos con problemillas técnicos que nos ponen difícil seguir los comentarios con agilidad.
ResponderEliminarMe parece muy interesante tu interpretación del libro, aunque se escapa un poco a mi capacidad para razonar sobre cuestiones teológicas.
En todo caso, muchas gracias por tu aportación.