Título original: Boom Town
Año de publicación: 1938
Traducción: Juan Sebastián Cárdenas
Valoración: se deja leer
No voy a negar que la labor de ciertas editoriales independientes en lo concerniente a la recuperación de autores algo postergados me ha proporcionado grandes hallazgos. Como John Willians o Lewis Wallant. Pero a veces cuesta acertar, o simplemente hay autores, o estilos, o temáticas, con los que no acabo de sintonizar.
Y es lo que me pasa con Thomas Wolfe. De hecho, probaré una tercera vez por aquello del refrán y para otorgarle derecho de tanteo, aunque sea, a las leyes de las probabilidad. No puede ser que yo me haya topado con sus obras menos seductoras. Ya me llevé una decepción con El niño perdido, que me pareció cursi, pero esperaba algo diferente, ni que fuera de la temática descrita en la sinopsis de Especulación.
Primero: esa traducción tan sui-géneris de lo que es La ciudad del Boom. Después, esa especie de historia en segundo plano pero ahora en primero, la de John, que regresa a lo que era un pueblo de mediano tamaño y contempla lo que el estallido de urbanización y, mmm, especulación, está causando. Enriquecimiento rápido, cambio de manos de propiedades, grúas por doquier, intereses turbios. La gente se queja hasta de la ubicación de un cementerio, pues interfiere con intereses particulares. O los barrios en los que habita la población negra. Pero el lector no acaba de ver el texto decantarse hacia ningún lado. La historia de la familia de John es endeble, la escena en que destapan un ataúd para ver un cadaver completamente inconsecuente dentro de la historia. Las transacciones, propias de juego de mesa, y el tono general, lo siento, escasamente estimulante.
Ni tres cuartos de hora para despachar esta lectura. Que no profundiza como intenta hacernos convencer la sinopsis. Que no deja grandes conclusiones, desde luego ninguna de ellas nueva: la especulación conduce a un agudizamiento de los desequilibrios. Ya está. La historia de la familia, incrustada, no aporta. Y para darle prestancia, haber optado por un tono más periodístico, menos lírico, Que si los paisajes y los montes y todos los emplazamientos idílicos de la juventud ahora transformados en terreno asfaltado. Muy bien, sí, muy ejemplar y a tono con los desastres que marcan nuestra época. Bien contado, sin carencias técnicas. Pero en conjunto, descompensado, disperso, y sin una finalidad definida. Otra decepción más: este Wolfe no acaba de gustarme.
También de Thomas Wolfe en UnLibroAlDía: Una puerta que nunca encontré, El niño perdido, Hermana Muerte, El viejo Rivers
Me encantó Wolfe con "Todo un hombre", aunque se explayaba demasiado.
ResponderEliminarNo es "ese" Wolfe!
ResponderEliminarLa verdad es que no me llama mucho la atención, y he de reconocer, que no conozco al autor. Me encanta leerme libros de editoriales independientes y desconocidas porque hace que descubra libros y autores encantadores.
ResponderEliminarLa Estupenda
Kiss
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHay demasiados escritores ***apellidados*** Wolfe como para que te tengan que gustar todos (ahora sin dislexia)
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