Situémonos. Portugal era a principios del siglo XX un país que se asomaba a la modernidad (como España, sin ir más lejos). En Lisboa se inauguraban los elevadores y los funiculares, se instalaba el alumbrado eléctrico, se generalizaban los tranvías, abrían los Armazens do Chiado, se abrían las Avenidas Novas que marcaban la expansión futura de la ciudad hacia el extrarradio. En 1910 acababa de proclamarse la República, con la que se esperaba superar los problemas del régimen monárquico decimonónico. En literatura, y sobre todo en poesía, el post-romanticismo proyectaba una sombra alargada y los grandes popes controlaban los engranajes del sistema literario.
En este contexto surge Orpheu, un proyecto editorial dominado por un conjunto de escritores (y artistas) que han viajado, han leído, han conocido los movimientos de la vanguardia parisina y europea. A la cabeza de este grupo, el más famoso y el más ambicioso de todos, Fernando Pessoa, acompañado por los portugueses Sá-Carneiro, Luís de Montalvor y Almada Negreiros, o el brasileño Ronald de Carvalho. (De hecho, Orpheu nació como un proyecto luso-brasileño, aunque en el segundo número ya aparecen como directores Pessoa y Almada Negreiros). Junto a ellos, pintores como Amadeo de Souza-Cardoso o Santa-Rita Pintor, que de hecho ilustró el segundo número de la revista.
Orpheu es puro modernismo, en cualquier sentido que se le quiera dar al término. De hecho, conviven en sus números poemas herederos del simbolismo (sonetos esteticistas dedicados a Salomé, llenos de sedas, marfiles y piedras preciosas), con otros abiertamente vanguardistas, más concretamente futuristas, con su exaltación de la máquina, de la velocidad, de lo moderno frente a lo antiguo. La "Oda triunfal", que aparece en el primer número de Orpheu con la firma de Álvaro de Campos (uno de los heterónimos de Pessoa) es todo un manifiesto vanguardista digno del mismísimo Marinetti:
¡Eh-ah-ho, fachadas de los grandes almacenes!¡Eh-ah-ho, ascensores de los grandes edificios!¡Eh-ah-ho, reorganizaciones ministeriales!¡Parlamentos, políticas, secretarios de presupuestos,presupuestos falsificados!(Un presupuesto es tan natural como un árboly un parlamento tan bello como una mariposa.)
El primer número de Orpheu fue un éxito y un escándalo mayúsculo. "Somos el asunto del día en Lisboa; lo digo sin exagerar", escribe Pessoa en una carta en abril de 1915. "El escándalo es enorme. Nos señalan por la calle, y todo el mundo -incluso fuera del mundo literario- habla de Orpheu". Así debió ser, sin duda, porque el panorama literario portugués no estaba quizás preparado ni para la sensualidad de los poemas modernistas -en el sentido simbolista-, ni para la provocación estética que suponían los poemas más vanguardistas, debidos al propio Pessoa o a Sá-Carneiro sobre todo.
El primer número de Orpheu correspondía a los meses de enero-febrero-marzo de 1915; el segundo, a abril-mayo-junio; nunca hubo un número 3. Las diferencias ideológicas, la pérdida del mecenazgo económico, la muerte de Sá-Carneiro en 1916 fueron algunos de los motivos de esta desaparición. Y sin embargo, el legado de Orpheu se sintió mucho más allá de las fechas de su publicación. Con esta revista, la modernidad entraba en la literatura portuguesa, y entraba para quedarse. Las posteriores publicaciones vanguardistas que fueron surgiendo en Portugal (el Sudoeste de Almada Negreiros, la Presença de José Régio, entre otros...) se proclamaron siempre continuadores de Orpheu.
"lo digo sin exagerar", escribe Pessoa en una carta en abril de 2015
ResponderEliminarEntiendo que es una errata, ¿no?
J. Sánchez
Era una errata, claro, gracias por hacérnosla notar. Pessoa es inmortal, pero no literamente... :P
ResponderEliminar