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viernes, 20 de febrero de 2015

Nami Mun: Lejos de ninguna parte

Idioma original: inglés
Título original: Miles from nowhere
Traducción: Bianca Southwood
Año de publicación: 2011
Valoración: muy recomendable

No muy lejos de aquí hay quien me tilda de ir regalando algunas valoraciones. A mí. Ji. Los amigos que hay que controlar más que a los enemigos, A ver cómo digiere esto el ínclito susodicho y otras lindezas. Encima, una novela de la extinta Libros del Silencio, que debe ser ya algo dificilillo encontrar por esas librerías del mundo. Pero es que a uno, debilidades que reconozco, le van estas historias tan aposentadas en la marginalidad, esos personajes que, perdonad el batiburrillo con el que os castigo a continuación, sacan tanto de cultura urbana reminiscente de discos como Transformer de Lou Reed, como de historias turbias y algo caducas, léase Yo soy Christina F., The basketball diaries de Jim Carroll, en fín, todas esas tramas que mezclan tardoadolescencia, drogas dispensadas por vía intravenosa, lúgubres baretos abiertos a todas horas, drugstores. Una ensalada indigesta, pero, bien aderezada, y este es el caso, de una poderosa fuerza narrativa.
Joon, niña, 13 años, padres coreanos de complicada relación, el Bronx, y la decisión de abandonar el hogar, decisión tomada como salida, como escapatoria a una situación asfixiante. Pero es previsible lo que encontrará fuera. Y los hechos no van a hacer más que corroborar todas las amenazas que merodean en las grandes ciudades: droga, marginación, delincuencia de pequeño calado, amistades peligrosas, mundo oscuro. Así que Joon va a ir de un cuchitril a otro, y su día a día va a ser errático a más no poder. Se trata de evitar a toda costa no tener dónde dormir, y su visión no va más allá del día en que vive. Conseguir para comer, para dormir, para drogarse. Alternar con adictos, ceder, desesperada, a los caprichos de los adultos que se acercan a ella. Se prostituye y lo hace como si fuera un juego, porque de hecho eso es lo que insinúan los primeros capítulos: que su edad la acompaña por las calles, y que sus juegos solo han cambiado de escenario.
Una novela dura, pero no por sus situaciones, que logran transmitir una chocante inocencia, sino por ese trasfondo latente, esa sensación de que lo que pasa y se nos explica está ahorrando detalles y marcando elipsis. No vemos agujas hipodérmicas penetrando venas de adolescentes, no vemos tristes experiencias iniciales en el sexo por dinero. Pero está claro que está pasando algo. Quizás para Nami Mun, que parece compartir en su curso vital algunas de las experiencias de la protagonista, ser demasiado explícita era difícil, pero sugerirlo en esta brillante novela era catártico. En cualquier caso, un prometedor debut.

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