Titulo original: Des clous dans le coeur
Año de publicación: 2012
Traductora: Julia Alquézar Solsona
Valoración: está bien
Polar francés -quizá esto sea redundante- de buena factura y lectura entretenida. Nos aporta un nuevo ejemplar al catálogo, ya abundante, de policías-duros-y-eficaces-pero-con-vida-personal-desastrosa. En este caso, el comandante Maxime Revel, de la Policía Judicial de Versalles, tipo hosco, desaseado y carcomido por los recuerdos y un cáncer pulmonar en ciernes, con una hija adolescente anoréxica y una hermosa mujer que le abandonó, presuntamente, diez años atrás. Ése es uno de los "clavos" que atraviesan el corazón de Revel. otro, el caso sin resolver del doble homicidio de los dueños de un café en la localidad de Rambouillet, la misma noche del 2001 y en el mismo lugar en donde fue vista por última vez su esposa. El caso que deben afrontar en 2011, sin embargo, el comandante y su equipo es la muerte de Eddie Stark, una vieja estrella del rock en franco declive, que ha aparecido en sospechosas circunstancias su casa de una localidad cercana de ese mismo departamento de Yvelines, cerca de París.
Esta novela viene avalada por haber recibido en 2013 el premio de novela policíaca "Quai Des Orfèvres" (como la calle de París en cuyo número 36 se encuentra la célebre sede regional de la Policía Judicial francesa); curioso premio, pues es concedido por un jurado de policías, jueces y periodistas, en vez de por los habituales en España -y aún menos sospechosos de parcialidad- editores y literatos. Se supone que, con ese jurado tan experto en temas policiales y procesales, el rigor al respecto está garantizado, aunque también cabe sospechar cierto corporativismo (a pesar de que al comienzo del libro se asegura que la novela fue presentada al premio de forma anónima, pero... ejem): de hecho, la autora del libro, además de escritora, es o ha sido policía, e incluso destacada, al ser la primera mujer nombrada comisaria de división en Francia. El caso es que ese conocimiento de la materia no deja de notarse en todo momento en la novela. El procedimiento policial no sólo está plasmado de forma aparentemente impecable -cabe suponer que eso es lo que cautivó al jurado del premio- sino que, de hecho, constituye el esqueleto de la resolución de la trama. Que nadie busque aquí deducciones asombrosas o conexiones imprevistas; los investigadores se limitan aplicar el método policial con inexorables resultados (y algo de suerte con algún testigo, eso también). Se echa de menos, por hacer una comparación inevitable, la imaginación y la originalidad, a menudo al filo de lo ya increíble, de otra autora francesa de este género, la muy recomendable Fred Vargas.
Eso no quiere decir que Clavos en el corazón sea una novela aburrida o pesada: todo lo contrario... se lee con facilidad y agrado, gracias en buena medida a unos capítulos cortos y a una serie de personajes secundarios sobre los que recae en buena medida el peso de la narración y que acaban resultando simpáticos y casi entrañables. Una novela que se lee sin complicaciones, más allá de recordarnos que la violencia y el mal que la origina, a menudo tienen lugar en medio de una mezquina banalidad, como ya sabemos, más que en las grandes tramas criminales o en la mente enferma los psicópatas hollywoodienses.
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