Año de publicación: 2012
Valoración: recomendable
El escritor bilbaíno Pedro Ugarte ha ido construyendo una sólida carrera literaria cimentada en una serie de novelas y, sobre todo, en el relato corto, formato que ha cultivado con singular fortuna. Y además, lo que me parece especialmente meritorio: lo ha hecho sin recurrir -al menos de forma evidente- a lo que conocemos como "literatura de género", que tan socorrida resulta para muchos escritores (me refiero a la novela negra, el género fantástico o el histórico...). Las historias de Ugarte, en cambio, se suelen ambientar en el tiempo presente y en una ciudad fácilmente reconocible como su Bilbao natal. Y suelen dedicarse a retratar y a veces desenredar, la madeja viscosa que sirve para tejer las relaciones personales, las familiares o las interclasistas, cuyos nudos y tortuosidades oscilan entre lo brutal y lo leve; lo obvio y lo tan sutil que resultan en ocasiones inapreciables para los propios individuos envueltos en la maraña.
Así es el escenario en el que se desarrolla ésta su hasta ahora última novela, el mismo que pueden reconocer los lectores de otras obras anteriores de Ugarte, como Los cuerpos de las nadadoras o Pactos secretos. Sin embargo, la historia que nos cuenta El país del dinero no sólo transcurre en una ciudad vasca dividida en dos -y no sólo geográficamente- por una ría que llega hasta el mar. También, y sobre todo, se desarrolla en el país que menciona el título y que se superpone a todos los demás: aquél por el que el dinero no sólo campa a sus anchas, sino que constituye la medida de todas las cosas, la savia vital de todo organismo, el lubricante universal y, ante todo, lo que determina la valía de un individuo o su clan en la urdimbre social que les rodea. El dinero como sustituto -y tenor de una metáfora- de la patria, la religión , de la identidad... de cualquier valor o principio que parezca trascender a los demás,
Es el país al que aspira pertenecer Jorge, el protagonista y narrador de la historia: el último vástago de una familia de posibles venida a menos, que se ha criado junto a los cachorros de la oligarquía local, pero sabedor de que no disfruta de los privilegios -en algún momento, diríase que superpoderes- que otorga el dinero. Sólo consigue emprender el asalto a ese esplendoroso país merced a la ya casi lejana burbuja inmobiliaria (de la que se hace un retrato exacto y descarnado, con todos sus pormenores, pasteleos y corruptelas), junto a su amigo Simón, éste sí que super-pijo invulnerable y fatuo como él solo... El trío de personajes principales los completa Sharon, la hermosa e inaccesible hija de un barrio obrero que trata de huir de su entorno escalando el desnivel económico y social. Precisamente esta circunstancia y el que Jorge sea, hasta cierto punto, un desclasado, le permiten a Ugarte atribuirle una serie de observaciones, casi costumbristas pero también analíticas, sobre las diferentes clases sociales, sus entramados e interrelaciones, etc... observaciones que sustentan y enriquecen en buena medida todo el transcurso de la novela.
(De todos modos, que nadie se llame a engaño y espere encontrar en esta novela un panfleto "perroflaútico-marxista-bolivariano"... o algo similar, por más que algunas reflexiones del protagonista podrían parecerlo. Sospecho que no eran ésas las intenciones del autor).
Ese "país del dinero", en cualquier caso, se nos presenta poblado por habitantes que guardan algún tipo de deformidad, no física pero sí moral... unos monstruos incapaces de empatizar con sus semejantes, a los que sólo consideran cuando están mediatizados por las relaciones económicas (casi feudo-vasalláticas, en algún caso) que se establecen entre ellos. Simón López de Chávarri aparece como un tipo absolutamente insoportable, desde cualquier punto de vista -incluso el suyo propio- y Sharon, como la enésima encarnación de la mujer fatal, gélida y manipuladora... (el único personaje, aunque no principal, que, pese a todo, parece conservar algo de su humanidad es Nuestro Hombre, el corrupto alcalde de una localidad de la Margen izquierda). Aunque quizás el más monstruoso de todos sea el propio narrador, Jorge, tan obsesionado por pertenecer al país del dinero y dominar las dinámicas que se establecen en él que es incapaz de reconocer en los defectos de sus acompañantes los signos inequívocos de la debilidad y el sufrimiento. Tal es su ceguera que quizás -sólo quizás- su curación únicamente pueda lograrse a través del amor y de la renuncia a su incapacitante egocentrismo.
Vaya, pensándolo bien, creo que el tema del que trata esta novela no es el dinero: es la redención.
También de Pedro Ugarte en ULAD: Nuestra historia
Es el país al que aspira pertenecer Jorge, el protagonista y narrador de la historia: el último vástago de una familia de posibles venida a menos, que se ha criado junto a los cachorros de la oligarquía local, pero sabedor de que no disfruta de los privilegios -en algún momento, diríase que superpoderes- que otorga el dinero. Sólo consigue emprender el asalto a ese esplendoroso país merced a la ya casi lejana burbuja inmobiliaria (de la que se hace un retrato exacto y descarnado, con todos sus pormenores, pasteleos y corruptelas), junto a su amigo Simón, éste sí que super-pijo invulnerable y fatuo como él solo... El trío de personajes principales los completa Sharon, la hermosa e inaccesible hija de un barrio obrero que trata de huir de su entorno escalando el desnivel económico y social. Precisamente esta circunstancia y el que Jorge sea, hasta cierto punto, un desclasado, le permiten a Ugarte atribuirle una serie de observaciones, casi costumbristas pero también analíticas, sobre las diferentes clases sociales, sus entramados e interrelaciones, etc... observaciones que sustentan y enriquecen en buena medida todo el transcurso de la novela.
(De todos modos, que nadie se llame a engaño y espere encontrar en esta novela un panfleto "perroflaútico-marxista-bolivariano"... o algo similar, por más que algunas reflexiones del protagonista podrían parecerlo. Sospecho que no eran ésas las intenciones del autor).
Ese "país del dinero", en cualquier caso, se nos presenta poblado por habitantes que guardan algún tipo de deformidad, no física pero sí moral... unos monstruos incapaces de empatizar con sus semejantes, a los que sólo consideran cuando están mediatizados por las relaciones económicas (casi feudo-vasalláticas, en algún caso) que se establecen entre ellos. Simón López de Chávarri aparece como un tipo absolutamente insoportable, desde cualquier punto de vista -incluso el suyo propio- y Sharon, como la enésima encarnación de la mujer fatal, gélida y manipuladora... (el único personaje, aunque no principal, que, pese a todo, parece conservar algo de su humanidad es Nuestro Hombre, el corrupto alcalde de una localidad de la Margen izquierda). Aunque quizás el más monstruoso de todos sea el propio narrador, Jorge, tan obsesionado por pertenecer al país del dinero y dominar las dinámicas que se establecen en él que es incapaz de reconocer en los defectos de sus acompañantes los signos inequívocos de la debilidad y el sufrimiento. Tal es su ceguera que quizás -sólo quizás- su curación únicamente pueda lograrse a través del amor y de la renuncia a su incapacitante egocentrismo.
Vaya, pensándolo bien, creo que el tema del que trata esta novela no es el dinero: es la redención.
También de Pedro Ugarte en ULAD: Nuestra historia
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarcritica libros sin leerlos
ResponderEliminarGracias, Juan, por la crítica y la lectura. No creo que un libro sea una adivinanza y una reseña su respuesta, pero leyendo tus reflexiones me he sentido asombrosamente identificado: creo que la tuya ha sido la lectura que más se ha ajustado a mi intención. un abrazop fuerte y, de nuevo, muchas gracias.
ResponderEliminarPedro Ugarte
Hola, Camila:
ResponderEliminarSi te refieres a este libro, te confesaré que precisamente es el único que he leído de todos los que he reseñado -que no criticado- hasta ahora... ; )
Un saludo
Estimafo sr. Ugarte:
Muy agradecido por sus palabras y me alegro que le haya gustado la reseña, al menos tanto como a mí la novela...
¡Pero haber incluido un documento notarial con el D.N.I., etc... en el comentario, hombre, que si no Camila va a pensar que lo hr escrito yo! ; )
Un afectuoso saludo.