Año de publicación: 2008
Valoración: muy recomendable (porque solemos reservar los imprescindibles a obras más basadas en la creación, que si no...)
Culos inquietos. Xavi Ayén seguro que conoce a Jorge Carrión. Los dos son (como yo) catalanes, y los dos son jóvenes escritores, o periodistas, o ambas cosas, que demuestran haber pasado por un severo y estricto régimen consistente en leer todos los estantes de la biblioteca del barrio propio y de otros limítrofes, desde la A a la Z. Sí: una de las maneras, no solamente de que bulla el deseo de escribir, sino de que esta escritura sea poderosa, es leer a manta. Leer sin negociación, hasta que el peso de los párpados ya es tal que ni a por café para seguir despiertos tenemos fuerzas de ir. Menudos dos tipos. Si los de RBA han captado la desesperación en mis mails (los he envíado remojados en sangre, sudor y lágrimas), cuando esta reseña se publique yo debería tener en las manos su galardonado ensayo Aquellos años del boom, dedicado a la eclosión de la literatura iberoamericana. Pero como, hoy por hoy, no puedo saberlo, tiro de lo que hay.
Lo que hay no es poco: son 16 conversaciones de Xavi Ayén con premios Nobel de Literatura, las recogidas en este magnífico Rebeldía de Nobel. Si los Nobel son escritores necesarios por antonomasia (¡oigo ataques de tos!) lo que digan dieciséis de ellos no puede dejar de interesarnos nunca. A pesar de lo cual, despistado de mí, lo que me informa de la existencia de este estupendo libro es el tweet de su autor en su cuenta @XaviAyen, conforme va a ser descatalogado. Lo puedo comprender: libros de este tamaño (25x30, desafiando los confines de una librería convencional y otorgándole un engañoso status de libro-objeto, que me niego a etiquetar), con este entorno gráfico, son proyectos arriesgados, inversiones de alto riesgo para cualquier editor. Pero, por favor, necesarios. Absolutely. Aunque cuenten con el respaldo de poderosos medios de comunicación, que supongo que fueron los que debieron correr con los gastos de desplazamiento, con las minutas para pagar las excelentes fotografías de Kim Manresa, los traductores. Inversión difícil de recuperar, si, como defiende Vila-Matas, somos solamente 30.000 los interesados en disfrutar de ellos. Los que aceptamos sacrificarnos por los millones restantes que no se prestan a disfrutar. Como cosacos, oigan.
Difícil quedarse con uno solo de los personajes: detalle tras detalle, todos los entrevistados nos seducen. Casi todos, algo un poco obvio, premiados cuando ya son ancianos, muchos de ellos representantes de literaturas alejadas de corrientes y mercados mayoritarios. Xavi Ayén nos deleita con sus elegantes presentaciones sobre los entornos de los escritores, los lugares que habitan, su día a día, las situaciones generales o personales que les han inducido a su creación literaria. Sobre lo que han hecho mientras han sido entrevistados. Habrá quien opte por dosificar el disfrute, servidor se lo ha zampado en unas tres horitas de desbordante lujuria.
Entonces, yo me pregunto si esos enormes y atractivos libros que reposan en posición horizontal "decorando" las mesas auxiliares de medio mundo (esos de la Taschen, o algunos como Rincones de las iglesias románicas en Languedoc o Las mejores mil fotografías de capós de Aston Martin) no pueden dejar un espacio para que obras como están se reediten por la eternidad, y acaben formando parte de nuestra librería personal (ergo, yo no tenga que ir abrazado al libro a devolverlo a la biblioteca, a entregarlo entre sollozos, cómo sin saber que va a ser de él cuando nos separemos) y acaben esperando pacientes a que esporádicamente volvamos a sus textos y a sus imágenes, que tanto nos dicen. Cómo que resignarme. No creo que tengamos muchas veces la suerte de leer, reunidas en un solo volumen, la entrañable rebeldía de Doris Lessing, la chulería caribeña de García Márquez, la firmeza de Kenzaburo Oé, la serenidad de Imre Kertesz, la tozudería de Naipaul o la dignidad de Naguib Mahfuz. Y me dejo otros diez. Descatalogar este excelente trabajo, este colosal esfuerzo. A qué hay que apelar, a quién hay que llamar.
Entonces, yo me pregunto si esos enormes y atractivos libros que reposan en posición horizontal "decorando" las mesas auxiliares de medio mundo (esos de la Taschen, o algunos como Rincones de las iglesias románicas en Languedoc o Las mejores mil fotografías de capós de Aston Martin) no pueden dejar un espacio para que obras como están se reediten por la eternidad, y acaben formando parte de nuestra librería personal (ergo, yo no tenga que ir abrazado al libro a devolverlo a la biblioteca, a entregarlo entre sollozos, cómo sin saber que va a ser de él cuando nos separemos) y acaben esperando pacientes a que esporádicamente volvamos a sus textos y a sus imágenes, que tanto nos dicen. Cómo que resignarme. No creo que tengamos muchas veces la suerte de leer, reunidas en un solo volumen, la entrañable rebeldía de Doris Lessing, la chulería caribeña de García Márquez, la firmeza de Kenzaburo Oé, la serenidad de Imre Kertesz, la tozudería de Naipaul o la dignidad de Naguib Mahfuz. Y me dejo otros diez. Descatalogar este excelente trabajo, este colosal esfuerzo. A qué hay que apelar, a quién hay que llamar.
Hola Jorge: sin que tenga nada en contra de las formas de cada uno de promocionarse, sí que agradecería que ya que nos usas con ese fín, aportaras algún comentario a los libros que reseñamos.
ResponderEliminar¡ADMIRA EL VÍDEO KE PRESENTA MI CAVERNÍCOLA ARTE ESCRIBANO, HERMAN@!
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=zwX3AlKUXHw&feature=youtu.be
(y si acaso logro seducirte)
https://conociendoapaskselva.wordpress.com/
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