Año de publicación: 2013
Valoración: Muy
recomendable
Malos
tiempos para escribir libros como este. Sin embargo ahí está la producción
completa de Rafael Argullol, publicada por una editorial prestigiosa y cautivando
con facilidad a todo el que, como yo, buscan –más allá de lo trillado– aprender
de los actuales pensadores, sumergirse en reflexiones algo más enjundiosas de
lo habitual aunque sin el marchamo de lo académico, conocer lo que producen esas
mentes que ante todo necesitan expresarse sin atender a componendas comerciales
ni guiarse por sensatas cifras de ventas. Por mi parte, y tras disfrutar lo
indecible con este volumen de artículos conectados entre sí por el análisis de
la intransferible experiencia del hecho artístico, me he propuesto conocer más
a fondo a este veterano escritor, cuya extensa lista de ensayos, poemarios, novelas
y trabajos de difícil clasificación difícilmente puede llegar al gran público.
Veintidós
artículos cuyo recorrido no es apresurado pero sí esquemático, sin esta
capacidad de síntesis sería imposible condensar tanto contenido en un puñado de
artículos de alrededor de una decena de páginas. Su pretensión es integradora,
simbiótica. Amparado en los polifacéticos modelos renacentistas, las influencias
de toda índole se acumulan para precipitarse luego, a modo de cascada, en un
intento de abordar organizadamente el cosmopolitismo actual. Es verdad que, en
ocasiones, desearíamos que se demorase más, pero recrearse, puntualizar o ampliar
las explicaciones significaría modificar por completo un formato tan eficaz como este.
Guiado
por un bagaje cultural tan profundo como extenso, Argullol sabe arrojar una luz
nueva sobre la cultura occidental, revelar la cara oculta o indagar en lo más hondo
del hecho creativo. Resulta de lo más gratificante ir recorriendo sinuosamente sus
diversos focos de atención, de Lucrecio a Balzac o Tomas Mann pasando por Goethe
o Miguel Angel, de Nietzsche a los aspectos menos perceptibles del continente
americano, todo ello puesto bajo la lente de su particular microscopio. Sin
excluir cuestiones más prácticas ni renunciar a la crítica, como muestra en el
capítulo que dedica al denostado siglo anterior:
“Después de las grandes tempestades del siglo XX se propagó la bonanza de un supuesto modelo único de progreso. Sin embargo, como ha acontecido tantas veces, cuando la casa se supone más sólida es cuando se desatiende el trabajo de las termitas.”
Los
temas que aborda son los que han interesado a los pensadores de todas las
épocas, y que le sirven de apoyo a través de sus producciones. De El Gatopardo, La montaña mágica, El jugador, la Ilíada, La Divina Comedia, De rerum
natura, El anillo del nibelungo, Fausto, entre otras, así como de muchas
pinturas y esculturas, aunque aportando un enfoque más actualizado y personal.
La radical separación entre hombre y naturaleza, la eterna disyuntiva entre
destino y libertad, el influjo de adicciones
y debilidades en la obra de los grandes genios; la oposición entre el héroe de
la literatura clásica y sus epígonos y el antihéroe de la moderna; la
concepción de la lectura como viaje, -que puede parecer estático cuando se
dirige al interior de uno mismo–; el carácter espectral del arte moderno, la
circularidad de los asuntos líricos, como si la poesía atravesase épocas y
continentes utilizando a los poetas para cumplir su misión y no al contrario;
el sacrificio que el arte exige a los que se consagran a él, la magia del
retrato en un espacio: el taller, y un tiempo concretos, en el que tiene lugar
el secreto diálogo entre modelo, lienzo y artista; el sacrificio que el arte
exige a los consagrados a ejecutarlo.
Estos
no son más que botones de muestra que nos informan de lo que vamos a encontrar
si decidimos embarcarnos en una aventura cuyo mayor mérito podría ser su
capacidad para estimular la curiosidad, para concienciarnos de todo lo que
ignoramos, para despertar la ambición por acumular conocimientos.
Otras obras de Rafael Argullol en ULAD: La razón del mal
Otras obras de Rafael Argullol en ULAD: La razón del mal
Señores míos, Señores míos, cuánto tiempo más tendremos que esperar hasta que reseñéis algún libro de Gonzalo Torrente Ballester?
ResponderEliminarLas dos entrevistas que he visto con este escritor me han gustado mucho. Se le ve un hombre francamente inteligente, a ver si ahorrando un poco me puedo hacer con varios de sus ensayos.
ResponderEliminarUn saludo, felicidades por haber creado este gran lugar en internet.
Pues, Anónimo, la verdad es que ya va siendo casi urgente. Lo malo, en mi caso, es que lo mejorcito de él lo leí hace tanto tiempo que no me atrevo a reseñarlo (La saga fuga..., Don Juan, Filomeno a mi pesar e Historias de humor para eruditos, por orden de importancia en mi opinión) y con todo lo que queda por leer, no es cuestión de volver a lo de antes. Pero tomo nota de tu sugerencia y ya he puesto uno suyo en la lista de "próximos".
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, Neuromante. Como digo en la reseña, me propongo seguirle la pista y dejar constancia.
Mortuenga, ¿ha usted olvidado a "Los Gozos y las Sombras?
ResponderEliminarGracias por su contestación.
Jeje. Gracias a usted por recordármelo. Estos lectores nuestros están en todo, no nos pasan ni una. ¡Bien, bien!
ResponderEliminarNo es que lo haya olvidado, es que cité los que he leído suyos, y Los gozos y las sombras ni lo he leído ni lo tengo. Aún.
Con su permiso, empezaré por La muerte del Decano, pero en la estantería quedan otros.
Saludos
Es muy grato encontrar nuevamente un escrito, en el que el autor nos lleva de la mano de la simplicidad a la complejidad y donde nos muestra realidades nada utópicas.
ResponderEliminarComo en su artículo la Vida sin Cultura,publicado en El País 06/03/2015.
Y lo que puedo observar en ese artículo en especial es que francamente la gente no se complace por la lectura ni con la observación y el gusto de admirar un buen cuadro o pintura, no entra en profundidad con las temas de su entorno, ni es un buen lector ni un gran espectador. Las personas en muchos casos han perdido el sentido de la reflexión, así como muchas veces el de saber decidir, somos más manipulables y por desgracia esto sucede con los que menos tienen, por lo pronto, eso es lo que pasa en mi país: México.
Las masas esperan más apresuradas el horario de la telenovela, que sentarse con la familia a conversar de algún tema de relevancia local o nacional, hemos estado perdiendo la comunicación personal con la familia, y hemos dejado de ver con puntualidad los verdaderos intereses que atañen a la sociedad.
El ser admiradores de lo banal y mediocres lectores de lo superfluo, hace que la mayoría de la gente, tenga una comunicación intermitente, de un simulacro cultural en donde se dan vueltas en círculos y no se llega a nada; nos hacemos idólatras de imágenes de caras bonitas y lectura de pocas letras, prefiriendo sobre todo el selfie y comentarios llenos de emoticones con l finalidad de denotar una supuesta emoción personal.
La cultura es cuestión familiar y los buenos hábitos de lectura también y es desde ahí, desde ese núcleo familiar donde se debe empezar a transformar a las nuevas generaciones.
Saludos desde Mérida, Yucatán, México
Totalmente de acuerdo contigo, Francisco, nada que añadir a lo que dices.
ResponderEliminarSaludos desde España y seguiremos debatiendo.