Idioma original: albanés
Título original: Piramida
Año de publicación: 1992
Valoración: Muy recomendable
Confieso que tengo una debilidad por Kadaré: todo lo que leo de él me gusta. Él es mi eterno candidato al Nobel, y lo volverá a ser el año que viene, cuando, después de premiar a una mujer angloparlante, los sabios suecos piensen en premiar a un escritor masculino de una lengua minoritaria. He leído de él media docena de novelas, quizás incluso alguna más, y diría que sus obras gravitan entre dos polos: el retrato realista de la sociedad albanesa (en particular de su ley de honor o Kanun), como en Abril quebrado o Frías flores de marzo; y las parábolas más o menos declaradas sobre el totalitarismo, inspiradas por el régimen comunista de Hoxha (como la magistral El palacio de los sueños). Entre estos dos polos quedan otras obras difícilmente clasificables, como El accidente o El cerco, igualmente interesantes.
La pirámide se sitúa claramente en el segundo polo. Escrita tras la muerte de Hoxha y en plena descomposición del régimen comunista, esta es una novela alegórica sobre la megalomanía de los dictadores, su obsesión por el poder y el control social o el modo en el que la sociedad se vuelve cómplice de este poder, por la fuerza o, a veces, voluntariamente (por una especie de Síndrome de Estocolmo colectivo).
Todos estos temas, que estaban presentes en El palacio de los sueños (al que ahora me arrepiento de no haberle dado un "Imprescindible") reaparecen en La pirámide: el monumento, representación última de la megalomanía y el culto al individuo se transforma en un símbolo del poder (capaz de proyectar su sombra, metafóricamente, sobre cada individuo de Egipto), pero también, de un modo muy concreto, en un medio para controlar y someter a los súbditos de ese poder. Las conjuras (verdaderas o falsas), duramente reprimidas; la propaganda y sus consecuencias; la tortura y la muerte, constantes y omnipresentes, son elementos comunes al Egipto imaginado por Kadaré, y a la Albania de Hoxha (y a tantos otros regímenes totalitarios, como viene a sugerir el epílogo en que la pirámide se "reencarna" a través de los siglos y de los espacios).
Kadaré, en La pirámide como en El cerco, parece no tener problema para trasladarse a otro tiempo y adoptarlo como propio; no se debe esperar, en esta novela, sin embargo, rigor histórico en sentido estricto. Se trata, como hemos dicho, de una parábola, y lo que importa es por lo tanto el mensaje de la historia, no el detalle concreto. (Estoy seguro de que un egiptólogo que lea esta obra se tirará de los pelos cada dos páginas). Para quienes no somos especialistas en historia, y sí en cambio lectores apasionados de Kadaré, esta novela se disfruta gracias a una narración aparentemente simple, formalmente aséptica aunque no exenta de humor. No es El palacio de los sueños, pero no le anda muy lejos.
También de Ismaíl Kadaré en Un libro al día: Aquí
Me gusta "La piramide" pero me gustó "El expediente H" y "Cuestión de locura" más
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