Idioma original: francés
Título original: Les choses. Une histoire des années soixante.
Año de publicación: 1965
Traducción: Josep Escué
Valoración: recomendable
Pocas veces me he sentido tan desarmado ante la perfección de la sinopsis que figura en la contratapa de un libro como en esta ocasión. Pues la descripción de la obra de la edición de Anagrama que he leído es tan precisa que casi me disuade de intentar aportar nada.
Y no era cuestión de plagiarla descaradamente. Pero sí que me quedo con una palabra: distanciamiento.
Que es lo que me desarma un poco a la hora de otorgarle una mayor valoración. Aunque el aspecto ligeramente enajenado del escritor y la cita final de Karl Marx (colofón que viene a ser la punzada final reveladora y corroboradora de sus intenciones) contarían con mis simpatías, he de decir que he encontrado Las cosas una novela más simbólica por su valor social que por el literario. De hecho, lo mismo me sucedió cuando (no descarto que en momentos poco adecuados para ello) auténticos iconos de la literatura, como El extranjero de Camus o El túnel de Sabato, me dejaron tirando a tibio.
Fundamentalmente Las cosas es un duro alegato contra la sociedad de consumo. La ya existente en los 60, léase la segunda e intraducida (¿por qué?) frase de su título original. Si el pobre Perec, fallecido prematuramente a los 44 años, hubiera asistido a estos tiempos, no sé que le habría pasado al hombre. Cuestión que viene representada por las constantes menciones (listas, relaciones casi grotescas) a objetos de todo tipo, desde muebles de venta en los anticuarios de las calles parisinas hasta caro calzado a medida de venta en selectos locales de calles londinenses. Esa avidez, reiterada, insistente, gravita sobre la existencia de Sylvie y Jérôme, joven pareja residente en París, rodeada de cosas en un pequeño apartamento, ambos dedicados a encuestas en el mundo de la publicidad, ambos trabajadores con trabajos precarios, pero deslumbrados por todo lo que les rodea, obsesionados por la riqueza. El ansia de la posesión, de la escalada social, de su representación en tenencia de propiedades, condiciona y guía su existencia. Ni mención a su relación personal, no hay sexo, no hay otro proyecto que el avance económico como estilete del avance social. Algo que ha calado en mí: ¿qué hacen cuando progresan?.Venden sus libros.
¿Qué hace que no me haya parecido merecedora de una valoración superior? Primero, que me hubiera gustado que Perec fuera más radical en su planteamiento. Que mostrara facetas más duras de esa condición a la que el mundo entero ha abocado a mucha gente. Que hubiera, más que resignación, sufrimiento. A pesar de su rencor subliminal, el escritor muestra a una pareja que avanza a pesar de todo. Que se mantiene, que se muda de país, que subsiste.
Después, cincuenta años más tarde, que son cincuenta años en que esta tuerca capitalista ha sido apretada unas cuantas vueltas más, críticas tan lúcidas pero más abiertas y más desgarradas han tomado su testigo. Respeto para lo seminal, sí, claro, pero, como lector y como parte de esta sociedad tan cuajada de defectos, hubiera agradecido más contundencia. La sutileza, hoy en día, no juega a nuestro favor.
Por último, una anécdota significativa: hace unos días leí una interesante lista donde 100 escritores en español relacionaban sus 10 obras universales de referencia. Chocante que el único escritor que acaparaba la lista íntegra de uno de los encuestados (Alejandro Zambra) era Perec.
Después, cincuenta años más tarde, que son cincuenta años en que esta tuerca capitalista ha sido apretada unas cuantas vueltas más, críticas tan lúcidas pero más abiertas y más desgarradas han tomado su testigo. Respeto para lo seminal, sí, claro, pero, como lector y como parte de esta sociedad tan cuajada de defectos, hubiera agradecido más contundencia. La sutileza, hoy en día, no juega a nuestro favor.
Por último, una anécdota significativa: hace unos días leí una interesante lista donde 100 escritores en español relacionaban sus 10 obras universales de referencia. Chocante que el único escritor que acaparaba la lista íntegra de uno de los encuestados (Alejandro Zambra) era Perec.
También de Georges Perec en UnLibroAlDía: El gabinete de un aficionado, La vida, instrucciones de uso, Me acuerdo, Lo infraordinario
Más sobre Perec, en la entrada sobre OuLiPo
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ResponderEliminarhttp://unlibroaldia.blogspot.com/2010/01/georges-perec-la-vida-instrucciones-de.html
¡Saludos, compañero! ;)
El libro señala una relación problemática entre el individuo y la sociedad de consumo, no cabe duda. Sin embargo pienso que has hecho una lectura precipitada de Las cosas. Perec no condena: « Ceux qui se sont imaginé que je condamnais la société de consommation n'ont vraiment rien compris à mon livre. » escribió Perec refiriéndose a Las cosas. (Aquellos que imaginaron que condenaba la sociedad de consumo no entendieron nada de mi libro.)
ResponderEliminarAcerca de Perec, Bolaño escribió a Vila-Matas: «Georges Perec es, sin duda, el novelista más grande de la segunda mitad del siglo XX».
Un saludo.
No conocía la cita de Perec sobre su libro, muchas gracias por incluirla. No voy a contradecirle, pero esa es la sensación de primeras: esas relaciones de objetos de todas clases resultan como listas de la compra del lujo y el despilfarro. Gracias por el comentario.
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