Título original: Manituana
Traductor: María Ana Gómez
Año de publicación: 2009
Valoración: Muy recomendable
Antes que nada, creo necesario aclarar algo sobre la autoría de este libro: en mandarín “wu ming” significa “sin nombre” o “anónimo”. Luego, esta novela tendría un autor anónimo. Pero no a la manera de El Lazarillo, sino porque Wu Ming en realidad es un colectivo de cinco escritores italianos (entonces, ahora cuatro) que conforman la Wu Ming Foundation y en los 90 formaron parte de la sección boloñesa del llamado Luther Blissett Project, un proyecto transnacional de contestación política y creación artístico-literaria, de raíces más o menos situacionistas (por decir algo), que se dedicaba sobre todo a la agitación cultural y a la desinformación (esto es, a sacarles los colores a los medios colándoles noticias falsas pero perfectamente pergeñadas). Vamos, algo así como Anonimous pero sin careta y con más imaginación. De hecho, firmaban sus actuaciones como “Luther Blissett” en homenaje a un jugador jamaicano de fútbol que llego a militar en el Milan y era particularmente aborrecido por la hinchada rossonera.
Con esa firma, los cinco boloñeses publicaron en 1999 Q,
una novela que se desarrollaba
entre las revueltas anabaptistas y campesinas en la Alemania del siglo XVI (sí, como Reconstrucción…ejem). Ya como Wu Ming, en 2004 metieron en una
coctelera al Mariscal Tito, a Cary Grant, a Hitchcock, a unos partisanos
comunistas, a Lucky Luciano y sus matones, a los Servicios Secretos británicos
y a un televisor de marca McGuffin (es decir, otra vez a Hitchcock). Todo, de
la cosecha de 1954. Agitado bien, no mezclado, y servido en vaso largo (más de
600 páginas). Un trago entretenido y trepidante a veces, una manera diferente
de contar el género negro y la aventura, así como la Historia no tan lejana. El
nombre del cóctel: 54, claro.
En Manituana, su siguiente novela (segunda o tercera, según se mire), Wu Ming nos proponen una narración sobre la guerra de Independencia norteamericana (o revolución… también según se mire), pero no desde el punto de vista rebelde ni británico, sino de otros actores en el conflicto: los indios americanos. En este caso, los mohawk de
Por otra parte, el retrato psicológico de los personajes, que en su mayoría son históricos, huye a un tiempo de lo convencional, así como de la excesiva dispersión. Con la inteligencia añadida de bordear, pero sin llegar nunca a caer en él, el mito del “buen salvaje”: tanto indios como blancos (británicos y rebeldes) se mueven de igual manera por imperativos irracionales o culturales, como por intereses concretos, bien tangibles y trascendentes para su futuro. Y con el buen criterio, en mi opinión, de huir de una novela histórica equidistante o ecuánime: se nos presentan los hechos desde un bando y punto, con toda la coherencia posible para ese planteamiento, lo que le otorga mayor verosimilitud. Eso sí, sin ahorrarnos,en ningún momento, la descripción pormenorizada de los desmanes que nuestros protagonistas pueden llegar a cometer. Lo que hay es lo que hay, por espantoso que sea e independientemente de quiénes sean los responsables.
En suma: ignoro como habrá sido el proceso de escritura de esta historia, a cinco manos (¿o habría que decir a diez?), pero el resultado, en todo caso, es magistral. Una novela magnífica, en mi opinión, aunque, eso sí, leerla te deja en la boca el sabor incierto de la melancolía. Supongo que de eso se trataba.
Merece la pena invertir el tiempo en su lectura? Saludos
ResponderEliminarHola, anónimo:
ResponderEliminarDecididamente sí, sin duda.
Un saludo.