Año de publicación: 2011
Título original: How To Be a Woman
Traducción: Marta Salís
Valoración: recomendable
Glups: voy a reconocer que las primeras páginas de este libro, que reconozco haber leído a una velocidad de vértigo, me hacían dudar mucho de aquello que suelo llamar las intenciones de la autora. Proclamadas desde la contraportada, no solo por la sinopsis sino por algunos comentarios sobre el libro de esos que, de entusiastas y desproporcionados, levantan cierto escepticismo. Uy uy uy: tanto elogio desmesurado parece ir a proclamar a la autora (que, para colmo, es de ésas cuya imagen suele salir en las portadas de los libros) como la next big thing...
Veamos.
Cómo ser mujer, título merecedor de fundadas acusaciones de libro de autoayuda, no deja de ser una declaración de principios. Desde una perspectiva franca y con una fresca actitud cercana al punk. Su autora no tiene el mínimo reparo en hablar con franqueza de sus experiencias desde la adolescencia, situándolas en el contexto de una sociedad compleja como la inglesa de la era Thatcher. Detalle por el cual algunas bromas y algunas menciones se restringen al ámbito british, con profusión de menciones a estrellas televisivas, a seriales, a músicos. Lenguaje claro y directo, las cosas por su nombre y dinamita a las preconcepciones. Eso sí, desde una pose de triunfo actual y de aceptación de sí misma (medio millón de copias vendidas) que hace que ciertos pasajes desplacen su centro de lo que sería la cuestión puramente literaria (en eso, el libro es lo que es, un rápido viaje por experiencias personales puntualmente salteado de detalles más o menos grotescos o anecdóticos) a ese, para mí, incómodo lugar de nadie que son los reportajes de la revista Cosmopolitan, los artículos ególatras y monotemáticos de Lucía Etxebarría, o esos pseudo-libros de autoras como Helen Fielding o Marian Keyes.
Porque si nos ponemos un pelo pejigueros, publicar este libro aquí es un poco como publicar uno, no sé, de Andreu Buenafuente, en Inglaterra. Todo el mundo se lo miraría un poco extrañado y no entendería ciertas cosas. Dependerá un poco de la actitud del lector. A mí me hubiera gustado algo más de profundidad, por ejemplo, sobre la actividad profesional de la escritora, que le ha permitido estar en contacto con un nutrido grupo de influyentes músicos.
Pero no nos pasemos: Caitlin Moran no manifiesta pudor ni recato y triunfa absolutamente a la hora de convencer sobre el sentido lógico de su pose feminista y sobre lo absurdo todos los convencionalismos absurdos que aún arraigan en nuestra sociedad. Aunque algún pasaje (en especial un capítulo cercano al final, dedicado al aborto), nos desconcierte por ser particularmente crudo en medio de cierto tono cercano al sarcasmo. En ese aspecto Cómo ser mujer es una experiencia agradecida y ligera, una especie de prolongado monólogo con altibajos previsibles, con unas necesidades estilísticas muy concretas (pura literatura pop, que hubiera encajado mejor en la colección Contraseñas de Anagrama), que cala lo justo pues sabemos, desde las notas de la contraportada, qué nos encontraremos. Nada espectacular, nada que cambie nuestras vidas, y nada que vaya a ir más allá del próximo libro que publique la autora. Así que recomendable, por su lectura dinámica y, las más de las veces, desinhibida, pero no esperemos más de lo que es: una traducción de un best-seller, un autor mediático de otras latitudes, que conectará con un cierto público.
Porque si nos ponemos un pelo pejigueros, publicar este libro aquí es un poco como publicar uno, no sé, de Andreu Buenafuente, en Inglaterra. Todo el mundo se lo miraría un poco extrañado y no entendería ciertas cosas. Dependerá un poco de la actitud del lector. A mí me hubiera gustado algo más de profundidad, por ejemplo, sobre la actividad profesional de la escritora, que le ha permitido estar en contacto con un nutrido grupo de influyentes músicos.
Pero no nos pasemos: Caitlin Moran no manifiesta pudor ni recato y triunfa absolutamente a la hora de convencer sobre el sentido lógico de su pose feminista y sobre lo absurdo todos los convencionalismos absurdos que aún arraigan en nuestra sociedad. Aunque algún pasaje (en especial un capítulo cercano al final, dedicado al aborto), nos desconcierte por ser particularmente crudo en medio de cierto tono cercano al sarcasmo. En ese aspecto Cómo ser mujer es una experiencia agradecida y ligera, una especie de prolongado monólogo con altibajos previsibles, con unas necesidades estilísticas muy concretas (pura literatura pop, que hubiera encajado mejor en la colección Contraseñas de Anagrama), que cala lo justo pues sabemos, desde las notas de la contraportada, qué nos encontraremos. Nada espectacular, nada que cambie nuestras vidas, y nada que vaya a ir más allá del próximo libro que publique la autora. Así que recomendable, por su lectura dinámica y, las más de las veces, desinhibida, pero no esperemos más de lo que es: una traducción de un best-seller, un autor mediático de otras latitudes, que conectará con un cierto público.
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