Idioma original: español
Año de publicación: 1983
Valoración: muy recomendable
Si una de las funciones de la literatura es estimular la imaginación, El entenado cumple con creces apenas a la media docena de páginas. Vemos las tres embarcaciones, el protagonista como grumete de una de ellas, las tierras inhóspitas por las que se aventuran.
Año de publicación: 1983
Valoración: muy recomendable
Si una de las funciones de la literatura es estimular la imaginación, El entenado cumple con creces apenas a la media docena de páginas. Vemos las tres embarcaciones, el protagonista como grumete de una de ellas, las tierras inhóspitas por las que se aventuran.
Si otra de las funciones de la literatura es crear esas imágenes con palabras que nos fascinen, he aquí dos ejemplos casi al azar:
Ya los puertos no me bastaban, me vino hambre de alta mar.
...venderse no era para ellas otra cosa que un modo de sobrevivir, y que en su forma de actuar el honor era eclipsado por la estrategia.
Podría seguir, pero al punto en que he llegado ya debo abandonar los ejemplos. El entenado es de esas obras a las que llegas, como lector, casi por casualidad. Es como cuando una canción te llama la atención y, a partir de ahí, descubres los grandes discos de alguien que hasta entonces era desconocido. Te interesas, y llega un momento en que percibes que lo ajeno deja de serlo. Pues bien, en esta gloriosa novela ese punto se alcanza bien pronto. Poco importa que uno no sea muy de novelas de época, la seducción es rápida, diría que fulminante.
Nada sabía del autor, y ahora casi me veo obligado a descubrir qué otras novelas ha publicado y cuales son destacadas. Entenado es, por cierto, una especie de sinónimo de hijastro. Y el libro trata de la aventura, relatada en primera persona (con lo cual ya sabemos, bien pronto, que ha sobrevivivido) de un joven huérfano que se enrola como grumete en uno de esos barcos que partió en expediciones rumbo a América. Siglos XV y XVI. Y poco más voy a explicar, no por desbaratar la lectura, sino porque es mejor dejar que la novela se adueñe de quien la lea. Con un estilo rotundo, que es a la vez poderoso en lo lírico y en lo visual, Saer, escritor que, insisto, habrá que investigar, hace que casi toquemos y respiremos el ambiente de esas playas, esos ríos y esas selvas. Todo es muy presente, y todo lo crea ese lenguaje directo y preciso, esa primera persona que toma perspectivas cambiantes: el desamparo, la incerteza, el miedo, la confianza, la adaptación. Voy a permitirme comparar esas cien primeras páginas con un icono como Cormac McCarthy, y la propia figura del joven, con el muchacho de Meridiano de sangre. Otra novela de conquista a costa de crueldad, por cierto.
Apenas 180 páginas, a las que lo único que podemos objetar es que, en ese tramo final, el autor se nos suma en una reflexión algo forzada sobre el tema principal, el tabú del libro (no voy a desvelarlo, lo siento), y se intente llegar a una justificación de cierta barbarie, que no acaba de cuajar. Pasaje durante el cual, todo el rato, esperamos que Saer nos regale (y lo hace) algún regreso a su torrente imaginativo. Pues ahí es donde nos hemos sentido en el paraíso como lectores. Cuando Saer narra, el lector es testigo de primera línea. Ese es el poderoso factor que hace de esta novela una experiencia magnífica.
También de Saer en UnLibroAlDía: Cicatrices, Nadie, nada, nunca, La pesquisa, La grande
Nada sabía del autor, y ahora casi me veo obligado a descubrir qué otras novelas ha publicado y cuales son destacadas. Entenado es, por cierto, una especie de sinónimo de hijastro. Y el libro trata de la aventura, relatada en primera persona (con lo cual ya sabemos, bien pronto, que ha sobrevivivido) de un joven huérfano que se enrola como grumete en uno de esos barcos que partió en expediciones rumbo a América. Siglos XV y XVI. Y poco más voy a explicar, no por desbaratar la lectura, sino porque es mejor dejar que la novela se adueñe de quien la lea. Con un estilo rotundo, que es a la vez poderoso en lo lírico y en lo visual, Saer, escritor que, insisto, habrá que investigar, hace que casi toquemos y respiremos el ambiente de esas playas, esos ríos y esas selvas. Todo es muy presente, y todo lo crea ese lenguaje directo y preciso, esa primera persona que toma perspectivas cambiantes: el desamparo, la incerteza, el miedo, la confianza, la adaptación. Voy a permitirme comparar esas cien primeras páginas con un icono como Cormac McCarthy, y la propia figura del joven, con el muchacho de Meridiano de sangre. Otra novela de conquista a costa de crueldad, por cierto.
Apenas 180 páginas, a las que lo único que podemos objetar es que, en ese tramo final, el autor se nos suma en una reflexión algo forzada sobre el tema principal, el tabú del libro (no voy a desvelarlo, lo siento), y se intente llegar a una justificación de cierta barbarie, que no acaba de cuajar. Pasaje durante el cual, todo el rato, esperamos que Saer nos regale (y lo hace) algún regreso a su torrente imaginativo. Pues ahí es donde nos hemos sentido en el paraíso como lectores. Cuando Saer narra, el lector es testigo de primera línea. Ese es el poderoso factor que hace de esta novela una experiencia magnífica.
También de Saer en UnLibroAlDía: Cicatrices, Nadie, nada, nunca, La pesquisa, La grande
Me lo regalaron para el cumpleaños de 2004 y lo leí algún tiempo después. Me pareció excelente. Luego seguí con 'Glosa', con otras características, y finalmente con 'Nadie nada nunca'. Saer era maravilloso en su prosa, por más que en sus historias no ocurriera nada. Un enamorado de las palabras y de las descripciones. Muy buena tu reseña, Francesc. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Marcelo. Bueno. no sé en otras novelas, pero en El entenado sí ocurren algunas cosas.
ResponderEliminarsob.Excelente reseña.
ResponderEliminarSe merece una segunda lectura para desentrañar esas reflexiones que son el eje de la novela.
Gracias, Ludmi. ¿Una segunda lectura? Posible, más adelante... muchos libros que leer.
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