Idioma original:
inglés
Año de publicación:
1964
Valoración:
Recomendable
Este autor inglés, nacido a principios del s. XX, que
vivió cuatro años en Alemania abandonándola en el preciso momento en que Hitler
ascendió al poder, narra en esta su última novela las veinticuatro horas más
decisivas de la vida de un profesor inglés residente en California, dónde el
mismo vivió desde 1945.
No voy a interpretar la novela (que Tom Ford llevó en 2009 al cine) como un testimonio de la homosexualidad
de su autor pues las reseñas lo repiten una y otra vez dando lugar a que los lectores obtengan una idea equivocada. Entre personaje y novelista se da esa
coincidencia, pero Isherwood no se limita a abordar esa faceta suya en sus escritos,
sus intereses la trascienden tal como demuestra el conjunto de su obra, en la
que encontramos, por ejemplo, tanto la novela como el guión que dieron lugar a Cabaret. Más allá de la anécdota –llámese
homosexualidad, edad, alcoholismo, condición de profesor– se nos muestra a una
persona en una etapa crucial de su vida, haciendo uso de su experiencia,
dejándose llevar por sus debilidades, intentando superar sus traumas, sin
demasiada consideración hacia sí mismo pero con la sabiduría justa para decidir
su destino más cercano. No obstante, esa faceta autobiográfica otorga al
protagonista una evidente autenticidad.
Lo que se plantea son cuestiones comunes, como la forma
de encarar el futuro tras haber perdido a su compañero de repente, las
dificultades para superar esa fase depresiva y continuar viviendo con dignidad,
la necesidad de redibujar el mapa de los afectos y de planificar el futuro a
partir de entonces. Pero la vida cotidiana viene empujando y el día a día
condiciona más de lo que parece, nada sucede en abstracto, se producen
desafíos, se plantea el dilema entre el impulso de encerrarse a llorar y la natural
exigencia de afecto. En este caso, el reto consiste en acceder a las demandas
de amistad, personificada en Charlotte, y sobre todo en enfrentarse a un
alumnado adulto que analiza con lupa cada gesto. No falta esa ambigüedad de
posturas, esa tierra de nadie, en la que simpatía, adulación y la dosificación
del binomio cercanía-autoridad convierte la camaradería con los alumnos en una
encrucijada sutil.
Todo transcurre en poco menos de veinticuatro horas, sin
embargo, y con la mayor naturalidad, vamos conociendo el pasado del personaje, su
carácter, la angustia, dudas y pensamientos así como el ambiente que le rodea y
su forma de interpretarlo. Cambiando detalles y reacciones, podría tratarse del
día a día de cualquiera.
El otro eje sobre el que gira la novela, junto con la
pérdida, es la ideología. Al principio nos encontramos con un George que se
cree espiado y diseccionado por unos vecinos bastante convencionales y, a su
parecer, hostiles. Se siente distinto, pero esa es una sensación motivada sobre
todo por su reciente condición de solitario y por su forma de pensar, que, a
pesar de sus aprensiones, nadie puede conocer. A no ser que se sincere, y esto
es lo que hace en el aula cediendo a un arranque momentáneo, ante la
indiferencia y apatía de la mayor parte de su auditorio. Al plantear la
cuestión de las minorías, George no solo está hablando de sí mismo. Sí, puede
que sea un bicho raro, pero pertenece a un hábitat que le respeta e incluso le
permite excentricidades, su extrañamiento radica, sobre todo, en su manera de
verse.
Un protagonista que lo invade todo sin dejar de
sorprendernos e intrigarnos, que inspira una simpatía algo compasiva, que desprende
ironía y sinceridad, a quien podemos entender perfectamente y cuyo humor ácido nos retendrá durante ciento cincuenta páginas que resultarán cortas, probablemente.
Como colofón, se añade una entrevista realizada a
Isherwood en 1973 por la publicación norteamericana Gay Sunshine Journal.
Creo que etiquetar como anécdota a la homosexualidad del personaje principal en una novela de 1964 indica muy poca perspectiva histórica por tu parte. Me parece muy bien que abstrayendo se pueda ver que la trama expone problemas universales, que aplican independientemente de la orientación sexual del lector, pero quitarle relevancia al hecho de que el protagonista es gay es pretender que 'los lectores obtengan una idea equivocada'.
ResponderEliminarCities, con la expresión "anécdota" no me refiero a la vida real sino al elemento narrativo que sea, en este caso un carácter, rasgo del personaje o como quieras llamarlo. Naturalmente, la orientación sexual es mucho más que una anécdota en la vida de las personas si es que consideras la palabra como una banalización.
ResponderEliminarPretendo trasladar lo que el autor manifiesta en la novela, que es referirse a las minorías en el aula, partiendo del antisemitismo, y sin referirse a la homosexualidad para nada. Traslado: "Y os voy a decir otra cosa. Una minoría ejerce su propio sistema de agresión. Desafía a la mayoría a que la ataque. Odia a la mayoría (no sin motivo, lo confieso) incluso odia a las otras minorías porque todas compiten entre sí..."
Y en la entrevista dice: "Me gustaría bastante escribir una novela sobre la vida gay pero es muy difícil hacerlo. Nunca he escrito sobre relaciones homosexuales, solo algunas referencias en El mundo al atardecer y Un hombre soltero..."
Pero esa ha sido mi forma de interpretarlo. Estaría bien que leyeses la novela (mejor una edición que contenga la entrevista) y luego des tu opinión aquí mismo.
La verdad es que la tengo en la wish-list desde hace tiempo, así que tarde o temprano caerá. Saludos.
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