Idioma original: español
Año de publicación: 2001
Valoración: recomendable
Rodrigo Soto es un destacado escritor costarricense. En la contraportada de esta edición, publicada por Periférica en 2006, se mencionan referencias de alta fiabilidad: otro Rodrigo, Rey Rosa, y el mismísimo William Faulkner. Gina se publica individualmente aunque inicialmente fue publicada dentro de una serie de semblanzas.
Se trata de una novela corta, de apenas 100 páginas, distribuida en capítulos que cambian no sólo de narrador, sino de tiempo, e incluso de tendencia objetiva o subjetiva. Alguno de ellos es la pura descripción de un sueño o una situación vivencial. Corresponde al lector armar, contando con esa información, la historia de Gina, una historia que Soto consigue, merced a la aportación progresiva de nuevos matices, mostrar que no es tan sencilla como los primeros capítulos sugieren. Pues el inicio muestra a una mujer joven, con hijos, que toma la decisión de abandonar al padre de sus hijos y mudarse. Averiguaremos no sólo los motivos de esa decisión, sino muchas otras cosas, pero el sentido de la novela no es la resolución de un misterio: el sentido de Gina es mostrar las múltiples facetas que pueden mostrarse a través de la vida de una persona, y como todas ellas aportan algo de interés.
Obviamente se trata de narración breve y rara vez se ahonda en alguna de esas facetas. Soto deja huecos que el lector ha de encargarse de rellenar, sin que ello constituya un desafío a la creatividad que se exija por parte del autor. Al contrario, Gina provoca el estímulo de detonar la visión unidimensional: si la protagonista puede actuar maternalmente o escoger casi aleatoriamente a un desconocido para su primera experiencia sexual no es incompatible ni con una actitud ideológica militante ni con su arraigado sentido de la amistad. A veces, sobre todo en los extraños episodios oníricos (en los que no es extraña la presencia de personajes célebres), uno tiende a desorientarse. Puede que Gina sea uno de esos libros que merece una segunda lectura en la que algunos de sus pasajes empiecen a encontrar su lugar y a completar el mosaico. De momento, es una interesante y asequible puerta de entrada al trabajo de su autor, autor de estilo conciso y directo que, según me consta, es el primer escritor de Costa Rica que reseñamos en ULAD. Esperamos sugerencias.
Obviamente se trata de narración breve y rara vez se ahonda en alguna de esas facetas. Soto deja huecos que el lector ha de encargarse de rellenar, sin que ello constituya un desafío a la creatividad que se exija por parte del autor. Al contrario, Gina provoca el estímulo de detonar la visión unidimensional: si la protagonista puede actuar maternalmente o escoger casi aleatoriamente a un desconocido para su primera experiencia sexual no es incompatible ni con una actitud ideológica militante ni con su arraigado sentido de la amistad. A veces, sobre todo en los extraños episodios oníricos (en los que no es extraña la presencia de personajes célebres), uno tiende a desorientarse. Puede que Gina sea uno de esos libros que merece una segunda lectura en la que algunos de sus pasajes empiecen a encontrar su lugar y a completar el mosaico. De momento, es una interesante y asequible puerta de entrada al trabajo de su autor, autor de estilo conciso y directo que, según me consta, es el primer escritor de Costa Rica que reseñamos en ULAD. Esperamos sugerencias.
Tus líneas resultan muy atractivas, Francesc. Voy a ver si lo encuentro por estas costas. De esta manera, también haría mis primeras armas en literatura costarricense. Un abrazo.
ResponderEliminarUna novela corta que crece una vez se ha leído. Gracias por el comentario.
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