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sábado, 18 de mayo de 2013

Mario Bellatín: Gallinas de madera

Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: está bien


Sexto Piso ha publicado recientemente Gallinas de madera de Mario Bellatín, obra que se ha tildado de críptica e ilegible. Pero si escarbamos un poco, hallamos algunas claves.  En la obra confluyen dos textos que giran en torno a dos grandes escritores del siglo XX: el escritor checo Bohumil Hrabal y el francés Alain Robbe-Grillet. En el primer caso, “En las playas de Montauk las moscas crecen más de la cuenta”, hallamos una novela breve en la que una serie de episodios más o menos inconexos aparecen hilados mediante la figura de Bohumil Hrabal y el concepto de la relación amo-esclavo.

Se trata de un conjunto de pequeñas historias reiterativas que adoptan una estructura en espiral. El narrador, sentado en un banco de Alexanderplatz, piensa que lo han timado porque el ácido lisérgico que le han vendido no le hace ningún efecto. Sin embargo, las alucinaciones provocadas por la droga comienzan a manifestarse y, rodeadas de un aura de delirio e irrealidad,  van introduciéndose el resto de pasajes que conforman esta novela breve: la escena en la que unas aves de rapiña esclavizan a un hombre y arrancan los ojos por puro placer a los perros de cuyo cuidado se encargaba el esclavo; las conversaciones entre el narrador y su analista, experta en Literaturas de Aves Románticas; o las secuencias sobre el escritor checo recluido en una institución pública y su curiosa relación con las palomas que abarrotaban ventanas del piso donde se encontraba internado.

La historia de las aves de rapiña formaría parte de un texto que tras la muerte o el suicidio (todavía se mantiene el debate) de Hrabal quedara inconcluso. Parece que no fue capaz de soportar la soledad demasiado ruidosa -título de uno de sus libros más conocidos- en la que se vio obligado a vivir al final de sus días, comenta la voz narrativa.

La experimentación se produce también por parte de una voz narrativa que se desdobla y multiplica (narrador inicial, Hrabal o el propio Bellatín) a la historia. <<Soy otro cuando narro. No el viejo que están mirando en este momento. Por ejemplo, puedo contar cómo acabo de ser engañado por un hombre que colocó un trozo de papel en mi lengua. O describir a mis perros atacando a un pájaro al lado de unas personas que desayunan en la calle. No soy yo cuando busco reflexionar acerca del escritor checo recluido en una institutción pública >> observa el narrador.

En un intento por ordenar las piezas de este rompecabezas, podemos entender que la concepción de una obra por parte de su autor responde también a la dualidad amo-esclavo planteada al inicio. El amo, el autor, crea la obra que durante la etapa de gestación funciona como un objeto vivo bajo las órdenes de dicho autor y, llegado el momento, pasa a formar parte de la comunidad y se rebela: una vez que la obra ya ha sido creada, el autor (Hrabal) ha cumplido ya con su función inicial, con aquello que justificaba su existencia como amo, y entonces, el amo, ave de rapiña, escritor o quien sea que ejerce la fuerza y el dominio, se convierte en un desecho (muerte de Hrabal) tal y como sucede con las aves de rapiña, que al final enferman y, debilitadas, optan por emigrar, por lo que pierden el dominio sobre el esclavo y se duelen (Cuál es el punto donde reside nuestro dolor ante la rebelión del esclavo, se preguntan). Es así como el esclavo, la obra, busca otro amo (el narrador inventado por Mario Bellatín).

El segundo texto de la obra, “En el ropero del señor Bernard falta el traje que más detesta”, se aleja del género de la novela breve para construir una especie de ensayo sobre el concepto del crítico, la edición, el mercado editorial y la escritura, así como sobre el poder de invención y su relación con la verdad. Mario Bellatín narra sus paseos con el señor Bernard -trasunto de Robbe-Grillet-, con quien el autor sostuvo uno de sus últimos diálogos públicos antes de su muerte. Bellatín adopta frases de la autobiografía de este cineasta y escritor de la nouveau roman como si fueran propias y, de nuevo, en este homenaje a la figura del escritor, la voz del narrador vuelve a dislocarse y no sabemos si es Bellatín, Robbe-Grillet o una voz narrativa inventada quien habla.

En esta segunda parte de Gallinas de madera se recurre una vez más a la técnica de la reiteración. Sin embargo, en este caso, la escritura se torna más accesible y los juicios sobre el mundo editorial y la figura de la crítica que encierran algunos de los pasajes dotan de humor a este monólogo interior. <<Alguien se pone a hablar porque no comprende el mundo>>, escribe Bellatín. Y nosotros también leemos su obra en un intento por comprender ese mundo. El problema es que, al finalizar la lectura, si además del carácter críptico que caracteriza a Bellatín, se desconoce también la obra de Hrabal o la de Robbe-Grillet, las conexiones intertextuales se pierden y  uno no tiene muy claro si  ha llegado ha comprender la esencia del texto, un página o un párrafo. De hecho, uno alcanza tal estado de deseperación que llega a preguntarse  si alguna vez ha comprendido algo en su vida. A continuación, desanimado, se abandona  y se deja caer en el sofá por una de las fisuras abiertas por el autor.

También de Mario Bellatín en Unlibroaldía: Damas Chinas

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