Idioma original: español
Año de publicación: 2012
Valoración: está bien
Kiko Amat es un escritor difícil de situar
dentro del panorama actual. Diría que es una especie de francotirador pop, casi
punk, pero no punk porque su literatura sea dinámica y veloz, sino punk porque es
anfetamínica, en el buen sentido, en el sentido del nervio. Para nada en el del
nihilismo. Pop, porque lo son sus personajes, porque lo es todo lo que cuelga
en su web personal.
Uy, que lío.
Mejor empiezo otra vez.
Apuntaos 10 puntos si os gusta la
literatura relacionada con la música, o simpatizáis (aunque lo encontráis naif)
con lo del 15-M, o andáis cerca de los 40 años.
Apuntaos 20 puntos si os gusta el cómic,
habéis vivido con amigos en pisos de estudiante donde estudiar era lo que menos
se hacía, o conocéis lo que es una redacción de un periódico o un medio escrito
cualquiera.
Apuntaos 30 si vivís en una ciudad de más
de 300.000 habitantes, o en el extrarradio de alguna que lo sea, o habéis
militado en alguna de las llamadas tribus urbanas, o lo han hecho conocidos de
vuestro círculo más cercano.
Apuntaos 40 si sois anglófilos o tendéis a
ello, si tenéis más de 500 discos, si conducís una Vespa, o si esa ciudad en la
que vivís es Barcelona o su área metropolitana.
Y finalmente apuntaos 50 si habéis leído
antes algo de Kiko Amat.
Las puntuaciones son acumulables: a
cualquiera que llegue a los 50 puntos puede que le guste este libro.
O dicho de otra manera.
Kiko Amat ha desarrollado un estilo
propio: escribir siempre con una especie de pulsación adolescente, acelerada,
insegura. Como si sus protagonistas fueran todos jóvenes que nunca representan
primeras ni segundas opciones para las mujeres. Como si los pasos hacia la
madurez que van dando tuvieran todos vuelta atrás. Eso los hace cercanos y
entrañables. Ese estilo propio se ha ido puliendo. A los 40 y pocos (justo como
Cienfuegos, el protagonista de esta novela), Amat ya va por su quinto libro,
cuatro novelas y el falso ensayo Mil violines (excelente referencia musical), y
su progresión toma buen rumbo. Es otro escritor (como Monzó, como Houellebecq)
cuya experiencia vital trasluce a su escritura. Procedente de la prensa
musical, todos sus personajes principales contienen detalles de ese poso,
aunque todos acaban presentando detalles distintivos. Pero sus novelas son
frescas, dinámicas, y dejan un rastro en el lector más profundo de lo que
parece. Aunque su estilo sea de todo menos académico y, en algún momento,
resulte algo plano e ingenuo.
Cienfuegos es el nombre del protagonista:
redactor en un periódico afectado por la crisis, cuya oficina se
encuentra en la Plaza de Catalunya de Barcelona. Una plaza que, en noviembre de
2011, está ocupada por La Rabia, un movimiento contestatario de fácil
identificación. Cienfuegos ha conocido tiempos mejores: ha publicado una novela, pero de
poca repercusión; ahora se arrastra entrevistando a estrellas trasnochadas a las que en el fondo menosprecia. Su vida personal es un desastre, donde también ha sido arrinconado por los que triunfan más que él. Pero intenta
tirar adelante. Rodeado de un entorno que le genera desconfianza y aislamiento,
Cienfuegos, de vuelta de todo, toma la descabellada decisión de irse a vivir
con unos músicos okupas que conoce accidentalmente. No será su única idea
descabellada. Tentado por el propietario del periódico para traicionar sus principios, decide mantenerse firme.
Lo que aleja a este libro de ser algo más
memorable es ese ciego empeño de Amat en que su obra sea una especie de reflejo
de su crecimiento y su experiencia vital, de conducirla a través de
personajes ligeramente reminiscentes (de sí mismo, y los unos de los otros) que se comportan siempre como adolescentes
nerviosos. La trama anda algo justa, los recursos estilísticos de Amat
resultan preocupantemente escasos, e incluso en su estilo propio está algo corto de
inspiración. Eres el mejor, Cienfuegos, acaba resultando algo
redundante en la búsqueda del chascarrillo, en la insistencia en mantener una
agudeza constante, incluso en algo que parece un diálogo interno que, a la
postre, acaba saturando un poco al lector. Ese tono resulta algo forzado, lo aleja
de la credibilidad que, por ejemplo, Rompepistas sí
tenía, y acaba llevando a la sensación de leer una
historia algo vista, algo caricaturesca, a lo que no ayudan las ilustraciones
intercaladas, que no añaden nada al libro. No un paso atrás, pero si un paso en
falso. Puedes hacerlo mejor,
Amat.
Uffff que coñazo.... Ganas cero de leerlo
ResponderEliminarDesde luego no es el mejor libro de Amat.
ResponderEliminarMe da pereza terminarme la portada. Lo siento...
ResponderEliminarEste quizás no, pero "Rompepistas" tiene buena pinta. Le he vuelto a echar otro vistazo para tener una idea más clara del estilo de Amat y me ha parecido más interesante de lo que esperaba.
ResponderEliminarGracias por los comentarios: Mil violines o Rompepistas son muy superiores, escritas con mayor frescura y mejores resultados.
ResponderEliminarBueno, no sé esta última. Yo he leído las ods primeras novelas de Amat "El día que me vaya no se lo diré a nadie" y "Cosas que hacen Bum". Tengo pendiente "Rompepistas"
ResponderEliminarMe han gustado mucho y me han hecho reir en más de una ocasión...
Sin duda, es un escritor que recomiendo.
Rompepistas y el falso ensayo Mil violines son las mejores obras de Amat. Aunque no he leído El día que me vaya... todo el mundo insiste en que es su obra más endeble. Con Cienfuegos se ha precipitado: es un libro al que le falta maduración.
ResponderEliminarDe Kiko Amat sólo he leido Cosas que hacen Bum. Suficiente para no volver a intentarlo con ningún otro libro suyo. Me pareció flojísimo. Como de redacción de octavo de egb.
ResponderEliminarCosas que hacen bum fue el primero que leí de Amat, y se pasa de naif. Ha evolucionado pero no se puede esperar de sus tramas algo demasiado elaborado. Octavo de EGB?. Je, tenemos ya una edad...
ResponderEliminarPues para mi gusto no estuvo mal, el final lo vi bastante mejorable, pero durante toda la novela yo estuve entretenida.
ResponderEliminarA mí me pareció excesivamente oportunista con toda la cuestión del movimiento del 15-M, como una especie de compromiso con editor resuelto a toda prisa. Y ya se sabe qué pasa con las prisas. Prueba Rompepistas o Mil violines, muy superiores. Gracias por el comentario.
ResponderEliminarBastante malo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarFlojillo Kiko Amat, demasiado superficial para cualquiera de más de quince años, y no es que no me guste la literatura "refrescante", pero es que parece que cuenta y cuenta y al final no dice nada. Saludos.
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