Idioma original: inglés
Título original: Neuromancer
Año de publicación: 1984
Valoración: recomendable
Neuromancer de William Gibson tiene un lugar asegurado en la historia de la ciencia-ficción al menos por tres motivos: por haber sido el primer autor en ganar en el mismo año los tres grandes premios literarios del género (el Premio Nebula, el Premio Philip K. Dick y el Premio Hugo); por haber popularizado el término ciberespacio, que ahora no se nos cae de la boca; y por haber "inventado" (o llevado a su madurez) el género conocido como "ciberpunk", una distopía ultratecnológica llena de hackers, cyborgs, drogas y mafias.
El protagonista, Henry Case, es un vaquero/hacker reclutado para realizar una compleja misión: infiltrarse en una forma de inteligencia artificial llamada Neorumante. Otros personajes, que Gibson reutiliza en otros relatos o novelas, incluyen a Molly, una especie de "Lobezno" cibernético; Riviera, un matón con la capacidad de proyectar holográficamente su mente; o el misterioso Armitage, cuyo pasado se relaciona oscuramente con un episodio de la Tercera Guerra Mundial. La trama en sí se desarrolla como una historia de aventuras, buenos
contra malos (o mejor dicho, malos contra peores), a saltos entre dos
mundos, el real y el ciberespacio, y transcurre, al menos parcialmente, en lo que se conoce como "The sprawl" (una megalópolis situada en la costa este estadounidense, que se extiende desde Boston hasta Atlanta, protegida por cúpulas geodésicas, y en algunas de cuyas regiones siempre es de noche).
Pero que nadie se confunda: Neuromante no es una novela fácil de acción para leer en una tarde tonta. De hecho, resulta una lectura bastante ardua, por varios motivos. Uno de ellos es que Gibson inventa un futuro extremadamente complejo, tanto en lo tecnológico como en lo socio-político, pero no lo explica detalladamente al lector, sino que lo da por supuesto, y además lo puebla de una terminología específica a la que tenemos que habituarnos rápidamente si no queremos perdernos la mitad de la gracia. También la técnica narrativa de Gibson, con frecuentes saltos y elipsis de una escena a otra, o con descripciones que alternan lo minuciosamente detallado con lo sinuosamente poético, hace que a veces cueste seguir la acción.
Tengo que decir, además (y Paula me dirá que solo me acuerdo de los traductores para criticarlos), que no me han gustado demasiado algunos aspectos de la traducción de José Arconada Rodríguez y Javier Ferreira Ramos para la edición de Minotauro, poque son a veces demasiado literales con determinadas frases coloquiales del inglés. "Estás lleno de mierda", por ejemplo, es una traducción palabra por palabra de "You are full of shit", que más bien quiere decir "Estás mintiendo" o "No tienes ni idea"; "Tú eres el hombre" es un calco de "You are the man", que en el contexto en que aparece quedaría mejor como "Eres el mejor". Y así.
Pero bueno, dejando detalles aparte, está claro que Neuromancer tiene ya un lugar en la historia literaria, y no solo literaria, sino cultural, de finales del siglo XX y principios del XXI. Para valorar su importancia hay que tener en cuenta que se escribió en 1984, cuando internet todavía estaba en pañales; y que a ella se debe no solo el término (y el concepto) de ciberespacio, sino toda una estética, un género y un mundo ficticio que después ha sido productivamente reaprovechado en muchos otros libros y películas. Sin ir más lejos, en la saga Matrix.
Obra cumbre de la ciencia ficción. No hay más allá de Neuromante
ResponderEliminarSobrevalorado como artefacto literario, a pesar de su enorme influencia cultural. Forrado de cháchara pseudotecnológica para contar una historia de acción digna del Hollywood actual, con heroína repartehostias incorporada. Pretencioso.
ResponderEliminar