Idioma original: español
Año de publicación: 1962
Valoración: Recomendable
Releer esta novela me ha producido sensaciones y reflexiones sorprendentes.
La primera: qué diferente es esta novela del recuerdo (bastante difuso, también es verdad) que tenía de ella. En mi memoria era un "Imprescindible" de libro. Ahora, ya veis, se ha quedado en un "Recomendable". Creo que, cuando la leí por primera vez, estaba en plena etapa de fascinación por lo fantástico, y encajó en esta fiebre como un guante; ahora esa fiebre ya se me ha pasado, y lo que entonces me fascinaba ahora no consigue interesarme tanto.
La segunda, relacionada: es curioso cómo vienen y van las modas literarias (y no me refiero a los best-sellers sino a la "alta literatura", por llamarlo de alguna forma), Por ejemplo, en los años 40 y 50 hubo una ola de literatura fantástica que recorrió el continente americano y contagió a muchos de sus principales escritores: en 1940 Borges edita (en colaboración con Bioy Casares y Silvina Ocampo) su Antología de literatura fantástica; en 1941 el propio Bioy Casares publica La invención de Morel; diez años más tarde, en 1951, el Bestiario de Cortázar; y todavía diez años más tarde, en 1962, esta Aura de Carlos Fuentes. Los escritores que vinieron después (García Márquez, Vargas Llosa...) ya no siguieron esta línea fantástica pura, sino que, como en el caso de Gabo, la integraron en una estética nueva que ha dado en llamarse "realismo mágico". No me atrevo a intentar una explicación literaria ni sociológica de esta moda.
Todo esto para decir que Aura debe ser considerada dentro de ese contexto, como representante casi último ("epígono", que dicen) de un género o subgénero que no desapareció, por supuesto, pero que ya no volvería a ocupar ese lugar central en el canon literario latinoamericano (piénsese por ejemplo en la estética de escritores como Piglia o Bolaño). Y dentro de ese contexto, sí, Aura es una obra casi perfecta, estilística y narrativamente muy trabajada y que funciona sobre todo en la creación casi inmediata de una atmósfera de misterio, suspense y terror (es un decir).
El planteamiento inicial de la historia tiene algún parecido con Los papeles de Aspern de Henry James (aunque a partir de aquí las dos novelitas se parezcan como un elefante a una llave inglesa): un hombre joven y culto, Felipe Montero, acude a una casa antigua y decadente habitada por dos mujeres, una vieja y una joven, casi niña, para escribir, o mejor dicho, completar las memorias del difunto marido de la anciana. El chico se enamora perdidamente de la joven, Aura, poseedora de unos ojos verdes casi inverosímiles, y se propone liberarla de lo que supone que es un cautiverio forzado e insoportable.
Pero muy pronto el autor nos da pistas de que las cosas no son lo que parecen: pistas más o menos sutiles (algunas, muy poco sutiles) como los comportamientos extraños de los dos personajes; los gatos que van y vienen; la oscuridad, la humedad, el polvo acumulado... No sé hasta qué punto de la narración pensaba Carlos Fuentes que se conservaría el efecto-sorpresa: un lector mínimamente avezado en este tipo de relatos adivina el final, salvo por ciertos detalles, relativamente pronto, así que el momento climático (de clímax, no de clima) queda bastante diluido.
¿Y por qué un "recomendable" si digo que es una novela bien escrita, casi perfecta, que funciona? Pues porque, ahora, da una sensación de artificio vacío, de preciosismo sin contenido humano. Será que desde los años 60 la literatura hispanoamericana ha mostrado las posibilidades de mezclar los prodigios de la técnica y el estilo, con la profundidad del mensaje; o será que yo ya no soy el que era.
Todas las reseñas sobre Carlos Fuentes en ULAD: Aquí
Excelente blog.
ResponderEliminarExcelente reseña.
Pues, de la novela en sí, opino lo mismo que tú actualmente. Alguien, que sintió por ella una fascinación que imagino similar a la tuya me la recomendó muchísimo y a mí me pareció que estaba bien escrita y bien llevada (no esoeraba menos de CF) pero que no era para tanto.
ResponderEliminarLo que ocurre con las modas es que miden a todos sus ejemplares por el mismo rasero y luego, cuando pasan, se empieza a ver más claro y es más fácil jerarquizar. Particularmente, "La invención de Morel" (como todo lo de Bioy Casares) a quien tengo en mi olimpo particular, me parece una obra maestra,
De Fuentes no pude con "Cambio de piel" pero tengo que seguir leyéndole. No sé si es una incompatibilidad mía o es que he tenido mala suerte.
Muy interesante la astuta reflexión que haces sobre lo determinante que es muchas veces el momento en que uno lee un libro.
ResponderEliminarLeí “La Flecha Negra” de Stevenson durante una gripe juvenil, y me animó y alegró la vida de tal manera que, aunque mucho muy bueno y muy malo he leído desde entonces, siempre asocio a esa lectura la auténtica felicidad de leer.
Así que, imaginad lo que pensé cuando leí aquello que escribió Borges a propósito de Stevenson: “Escribía con felicidad, pensaba con precisión e imaginaba con lucidez”
¡Saludos!
Tengo que darle una segunda leída a este libro pero me gustó, no lo encontré tan fuerte ni vulgar como me lo imaginaba, espero releerlo muy pronto
ResponderEliminarAura está tan viva hoy, cómo en el año 1962 que se publicó; si bien tu opinión es que está muy bien escrita, de eso no tengo ni la menor duda pues es una joya literaria. Sin embargo, me parece pobre tu opinión sobre la falta de contenido en la novela, me parece que ese tema de la muerte es tanto universal como eterno, por eso y por otros temas contenidos en ella y no sólo lo fantástico sino sus grandiosas descripciones urbanas, Aura tiene un equilibrio entre la hermosa narración y su contenido.
ResponderEliminar