Título original: Shosha
Año de publicación: 1978
Idioma original: yiddish
Calificación: Recomendable
¿Aaron Greidinger? Sí, lo conozco. Se crió aquí, era hijo del rabino. Prometía mucho cuando era un niño, siempre estudiando y con esos libros tan gordos a cuestas. Parecía que se iba a romper la espalda cualquier día. Y mírelo ahora. Un mantenido. Escritor, se hace llamar. ¡Ja! En mis tiempos, la profesión de escritor era algo honorable. Cada libro o cada obra de teatro era un acontecimiento, algo que había te revolvía por dentro, no sé si me entiende. Algo que uno guardaba en su memoria toda la vida, porque enseñaba algo nuevo. Pero lo que Aaron escribe no vale ni el papel en el que está impreso. Si es que ha llegado a publicar algo alguna vez... Porque siempre habla de su próxima obra y nunca termina ninguna. Si su padre pudiera verlo... qué vergüenza.
Y la vida que lleva. ¿Sabe usted la vida que lleva? Aquí todo el mundo habla y al final toda Varsovia sabe lo que pasa. Son los años treinta, los que hemos vivido la Gran Guerra estamos de vuelta de todo, no sé a quién pretende sorprender haciéndose el transgresor con su vida lividinosa. Pero déjeme que le cuente: tiene relaciones con Celia, la mujer de uno de sus mejores amigos ¡y mayor que él! También está liado con una comunista, Dora, un verdadero cáncer para este país. Y con una actriz americana (judía, sí, pero americana. Habla yiddish como si masticara un zapato), ¡que también está casada! Y, por si fuera poco, también se trajina a la criada, Tekla, cuyo novio está vaya a saber dónde. Qué poca vergüenza.
Y ahora dice que se quiere casar con Shosha. ¡Shosha! Ah, ¿no conoce a Shosha? Es una de las hijas de Bashele, una vecina. De lo peor del barrio, ya le digo. El marido de Bashele las abandonó cuando las crías eran aún pequeñas y se lió con otra mujer. Vaya panorama. Pero Shosha... jugaba con Aaron cuando ambos eran niños. Él es uno o dos años menor que ella, no recuerdo bien, pero ya de crío era mucho más listo. Ella es más tonta que un nabo. Casi no sabe leer ni escribir y la echaron de la escuela por zoquete. Además, cuando era niña tuvo una enfermedad extraña y dejó de crecer. Tiene más de veinte años y parece una cría de ocho. Y mentalmente se ha quedado igual, todos en el barrio sabemos que es retrasada, pero no se lo decimos a Bashele. Lo que le faltaba: tener semejante carga en casa y saber que todos los vecinos nos damos cuenta de que su hija es subnormal.
Con ella dice Aaron que se quiere casar, que es el amor de su vida. ¡Ay, qué risa! ¡Si es incapaz de ir a la compra sola, porque se pierde! ¿Cómo va a ser una esposa? Ni siquiera podrá darle hijos, es imposible que crezca nada en ese cuerpecillo de muñeca. A saber qué intenciones tiene Aaron. ¿Quiere que le diga lo que pienso? Quiere que todo el mundo piense que es un buen hombre y que va a cuidar de ella. Pero qué va. Lo que quiere es tener una criada que no moleste y poder seguir acostándose con todas esas mujeres experimentadas ¡y casadas! Si lo supiera su padre...
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