Nacido en 1936 en Arequipa (Perú), Vargas Llosa pasó los primeros años de su vida siguiendo los avatares de la carrera política de su abuelo materno, que le llevó primero a Bolivia, luego a la ciudad peruana de Piura, para establecerse finalmente en Lima. Allí comenzaría su vida literaria con Los jefes (1957). Se mudó entonces a Madrid con una beca para cursar estudios de posgrado en la Complutense. Bueno, por eso, y porque se había casado con una tía política suya, 10 años mayor, y esto, digamos, no sentó muy bien en casa. Después de Madrid vino París, y luego, en 1963 el primer éxito literario: La ciudad y los perros, novela con la que ganó el Premio de la Crítica Española.
Las siguientes obras del escritor están marcadas por la experimentación formal. En La casa verde (1965) el autor juega con los ritmos de la narración a través de la mezcla de tres historias principales que tejen una telaraña de tiempo y espacio. Al principio la lectura resulta complicada pues se superponen diálogos y momentos temporales distintos, pero enseguida se le coge el tranquillo y se siguen fácilmente los sucesos de esa casa que construyó El arpista cuando llegó al pueblo y pintó totalmente de verde, fundando el primer burdel del lugar, para placer y escándalo de todos. En 1969 publica Conversación en La Catedral, considerada una de sus obras maestras, y en 1967 Los cachorros, novela breve igualmente experimental y compleja, sobre la vida de un grupo de niños/adolescentes/jóvenes peruanos.
En Pantaleón y las visitadoras (1973) construye una divertida sátira contra la hipocresía y la doble moral. Narra cómo un obediente y meticuloso militar pone en marcha un plan disparatado -siempre cumpliendo órdenes- para elevar la moral de la tropa gracias a la incorporación de un batallón de prostitutas. El mayor mérito de la novela consiste en la incorporación de prosaicos documentos que se integran perfectamente en la historia conservando su significado, continuidad, amenidad e ironía. La tía Julia y el escribidor (1977), basada en su primer matrimonio con su tía política, es también una novela con grandes dosis de humor.
La guerra del fin del mundo (1981) es la primera incursión de Vargas Llosa en la novela histórica. Basada en acontecimientos reales, retrata una revuelta anti-republicana del campo brasileño, liderada por una especie de nuevo mesías. Contiene imágenes brutales de la completa sumisión de la voluntad al líder, como cuando sus seguidores van pasando por la alcoba en que agoniza y comulgan de sus heces líquidas. Puaj. La siguiente novela reseñable viene mucho más tarde, en 2000, y es La fiesta del Chivo, de la que ya hablamos aquí.
La guerra del fin del mundo (1981) es la primera incursión de Vargas Llosa en la novela histórica. Basada en acontecimientos reales, retrata una revuelta anti-republicana del campo brasileño, liderada por una especie de nuevo mesías. Contiene imágenes brutales de la completa sumisión de la voluntad al líder, como cuando sus seguidores van pasando por la alcoba en que agoniza y comulgan de sus heces líquidas. Puaj. La siguiente novela reseñable viene mucho más tarde, en 2000, y es La fiesta del Chivo, de la que ya hablamos aquí.
El motivo de este parón de años está en la actividad política de Vargas Llosa. En 1990 se presenta como candidato a la Presidencia del Perú, y de hecho logra superar la primera ronda, pero es vencido en la segunda por Alberto Fujimori. Después de la derrota marcha a Madrid, donde solicita la nacionalidad española al ser amenazado por su antiguo rival con la pérdida de la peruana. En los últimos años, en España, ha tenido también momentos de importante protagonismo político, siempre desde una ideología (neo)liberal, como cuando apoyó la fundación del partido Unión, Progreso y Democracia, en 2007.
Sus últimas novelas son El paraíso en la otra esquina (2003), dedicada a la historia de la abuela del pintor Paul Gauguin, y Travesuras de la niña mala (2006); este mismo año se publicará El sueño del celta, sobre la historia de un aventurero y diplomático irlandés en el corazón de África. Aparte de su obra como novelista, Vargas Llosa ha ido publicando diversos ensayos, muchos de ellos sobre temas literarios. El más célebre, por el morbo que lo acompaña, es el que dedicó a García Márquez, subtitulado "historia de un deicidio"; también son reseñables los que dedicó a Madame Bovary o a Tirant lo Blanc.
Un escritor, en fin, prolífico y exigente, polémico y magistral, parte insoslayable del llamado "boom" de la literatura latinoamericana, que llevaba mucho tiempo apareciendo en las quinielas del Nobel. Dicen que precisamente este año no estaba entre los favoritos, y que esto le ha favorecido, pero qué queréis que os digamos: nosotros ya lo previmos.
Foto tomada de aquí
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