Fecha de publicación: 1991
Valoración: Está bien
Tras leer La fiesta del chivo, completamente inmerso en el contexto histórico de la dictadura de Trujillo, una novela me esperaba en mi mesilla de noche desde hace tiempo: Galíndez. Recuerdo que, durante la carrera, esta novela formaba parte de uno de esos temas últimos del programa de un curso, típico tema al que nunca se llega, de modo que la novela se quedó en mi biblioteca sin leer y sin explicar. Sin embargo, desde entonces tenía ganas de hincarle el diente y ver por qué estaba en aquel programa del curso de literatura española del siglo XX. Sin lugar a dudas, estaba era el momento idóneo.
No obstante, muy pronto me di cuenta de que leerla justo después de la increíble novela de Vargas Llosa probablemente no fuera la mejor idea. La verdad es que terminé encantado con aquélla y comencé Galíndez esperando encontrar la misma prosa, la misma intensidad, el mismo ritmo narrativo. Pero no fue así. Vaya por delante que esta reseña está excesivamente mediatizada por mi lectura anterior pero, en cualquier caso, qué lectura de un libro no es más que la comparación con los anteriormente leídos. Así que centrémonos en Galíndez.
La novela está basada en un hecho histórico y es una mezcla muy interesante entre la escritura novelística y el documental. Vázquez Montalbán nos relata fragmentos de la vida de Jesús de Galíndez, afiliado al PNV, político activo durante la Guerra Civil y posteriormente una de las figuras más activas del Gobierno Vasco en el exilio. Su exilio pasó primero por París de donde marchó a la República Dominicana. Allí vivió varios años hasta que finalmente se instaló en EEUU donde ocupó plaza como profesor en la Universidad de Columbia. Su actividad desde entonces se centró en evitar que el gobierno franquista ingresara en la ONU, fortalecer las relaciones del Gobierno Vasco con los EEUU y realizar una tesis sobre la dictadura de Trujillo, tesis que le costó la muerte. El 12 de marzo de 1956 desapareció de su apartamento en Nueva York y nunca más se volvió a saber de él.
Vázquez Montalbán se centra en la investigación de su desaparición y le da voz a un personaje femenino: una doctoranda estadounidense convencida de la participación de su país en la desaparición de Galíndez y con la intención de rastrear qué hizo el régimen de Trujillo con el político vasco. Partiendo de esta premisa, la novela da continuos saltos entre la realidad de la investigadora y la vida -y ante todo, los últimos momentos- de Galíndez. Sin lugar a dudas, la novela es muy interesante como documento histórico, más o menos fiable. No obstante, si como documental está bien, como novela flojea. Le falta ritmo, le falta evolución en determinados momentos. Algunos pasajes son tediosos, demasiado recargados, especialmente en los monólogos interiores de los personajes, aunque también es cierto que en estos monólogos se encuentran algunos de los momentos más sobrecogedores de la novela.
En definitiva, una novela que está bien, vale la pena leer, especialmente por las circunstancias históricas que relata, pero a la que le falta ritmo.
La novela está basada en un hecho histórico y es una mezcla muy interesante entre la escritura novelística y el documental. Vázquez Montalbán nos relata fragmentos de la vida de Jesús de Galíndez, afiliado al PNV, político activo durante la Guerra Civil y posteriormente una de las figuras más activas del Gobierno Vasco en el exilio. Su exilio pasó primero por París de donde marchó a la República Dominicana. Allí vivió varios años hasta que finalmente se instaló en EEUU donde ocupó plaza como profesor en la Universidad de Columbia. Su actividad desde entonces se centró en evitar que el gobierno franquista ingresara en la ONU, fortalecer las relaciones del Gobierno Vasco con los EEUU y realizar una tesis sobre la dictadura de Trujillo, tesis que le costó la muerte. El 12 de marzo de 1956 desapareció de su apartamento en Nueva York y nunca más se volvió a saber de él.
Vázquez Montalbán se centra en la investigación de su desaparición y le da voz a un personaje femenino: una doctoranda estadounidense convencida de la participación de su país en la desaparición de Galíndez y con la intención de rastrear qué hizo el régimen de Trujillo con el político vasco. Partiendo de esta premisa, la novela da continuos saltos entre la realidad de la investigadora y la vida -y ante todo, los últimos momentos- de Galíndez. Sin lugar a dudas, la novela es muy interesante como documento histórico, más o menos fiable. No obstante, si como documental está bien, como novela flojea. Le falta ritmo, le falta evolución en determinados momentos. Algunos pasajes son tediosos, demasiado recargados, especialmente en los monólogos interiores de los personajes, aunque también es cierto que en estos monólogos se encuentran algunos de los momentos más sobrecogedores de la novela.
En definitiva, una novela que está bien, vale la pena leer, especialmente por las circunstancias históricas que relata, pero a la que le falta ritmo.
Una reseña clarificadora, Guillermo. Y es muy interesante esto que dices de que, en realidad, toda lectura es siempre una comparación con todas las otras lecturas que ya hemos hecho. Yo añadiría: también con las que no hemos hecho todavía; empezando por las expectativas que nos había generado lo poco -o mucho- que supiéramos del libro que estamos leyendo. Todo libro, en fin, tiene que luchar con los fantasmas de muchos otros libros, pasados y futuros. Y a veces, como parece que te ha pasado con éste, no sale victorioso.
ResponderEliminarPara mi lo más interesante fue como trasladaba el clima de indefensión y esquizofrenia de todo el "caso". Llegaba un momento en que te angustiabas con la doctora. Ahora, espesillo lo es un rato.
ResponderEliminarA mí también me ha gustado esa idea de que toda lectura es una comparación con las anteriores. En algunos casos esto es más evidente (cuando ya has leído algo del mismo autor, época, género o tema), pero creo que tienes razón que es una verdad general: ninguna lectura es "inocente" o "virgen".
ResponderEliminarNota al margen: la película es bastante mala. Hace años se nos ocurrió llevar a los alumnos de un curso de español a verla, en plan "actividad extraescolar", y aparte de que no entendieron nada, salieron justamente decepcionados. Me da que la novela -y la historia- tiene demasiada información para resumir en hora y media...
Estoy contigo, Ensada, espesillo es un rato largo.
ResponderEliminarSanti, yo no he visto la película, pero también he oído que es bastante mala.
Jaime, la verdad es que según escribía la reseña también lo pensé. Yo también creo que al leer un libro lo comparas con los libros que no has leído, yo diría que lo comparas con tu libro ideal o el libro que a ti te gustaría escribir.
Buenas noches. Buceando por Internet de esa manera tan peculiar y mía, al principio desinteresadamente y con banalidad y ahora afanado y adicto, llegué a esta reseña tan parecida a mi experiencia. Yo también terminé La fiesta del chivo y quedé absorto y asqueado por el horror... Sin duda una prosa exquisita y cruda la del maestro peruano. A mención personal, sentí una oscura compasión por Agustín Cabral al tiempo que un desprecio pobre, porque lleno de intregidad y ''valores'', se volvió un monstruo desesperado de poder. En mi país tampoco nos quedamos atrás con el Difuntidísimo Franco. Me apunto esta novela sobre Galíndez, a quien no conocía de nada antes de leer el Chivo. Por cierto, que Trujillo y su hijo están enterrados muy cerca de la familia del caudillo. No por casualidad. Saludos!
ResponderEliminarUna historia muy interesante, pero el libro tuve que dejarlo. Muy espeso, como alguien ha dicho antes.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarEmpecé la novela con muchas ganas. Había leído un par del detective Carvalho y me habían gustado bastante.
Venía de releer la Fiesta del Chivo, y leer la Maravillosa...de Oscar Wao de Junot Díaz, Dominicana de Angie Cruz y Hecho en Saturno de Rita Indiana. A tope con la República Dominicana y el trujillato.
Además, Vázquez Montalbán, sin conocerlo mucho, me parecía un escritor interesante.
Lamentablemente, la novela me ha defraudado. No he podido más allá de 150 páginas.
El relato histórico se me hacía muy cuesto arriba. Me parecía muy disperso, con infinidad de personajes que sólo aparecían nombrados y poco más. Como si el autor quisiera justificar su conocimiento sobre el tema.
Y la parte de la novela tampoco me aportaba nada, incluso la relación de Muriel con su novio socialista me chirriaba por los cuatro costados (es necesario que se insultasen constantemente?)
En fin, que me pareció que Vázquez Montalbán estaba fuera de su habitat natural como escritor.
Quizás me ha pasado lo que comentáis, que toda la lectura es una comparación con lo anterior. Y la verdad es que todo lo que había leído sobre el trujillato eran novelas buenísimas.
Saludos
Gerónimo