Idioma original: inglés.
Título original: Angela's Ashes
Año de publicación: 1996.
Valoración: Muy recomendable.
Éste libro narra la infancia de su autor, Frank McCourt. Se trata de la primera parte de sus memorias (ya que después escribió tres continuaciones; Lo es, El profesor y Ángela y el niño Jesús).
Recoge toda su niñez: desde su nacimiento, en el Nueva York de 1930, en una familia de origen irlandés, hasta el momento en que, con 19 años, decide regresar allá, después de toda una infancia de penurias económicas en la ciudad de Limerick.
(Gracias a Dios, parece que las cosas han cambiado mucho por allí y nuestro amigo Santi no se ve obligado a comer a diario cabezas de pescado, pan y té... ;) )
Creo que lo que más me gusta de este libro es que está escrito con sencillez y sentido del humor. Es cierto que narra algunos hechos muy tristes, como las muertes de varios de los hermanos del autor a causa de la miseria en que viven, pero en general, la historia se nos presenta desde los ojos de un niño; ingenuo y alegre, como todos.
Creo que el que el autor nos hable con ternura y humor se debe, precisamente, a que es su propia vida la que nos está contando. En mi opinión, los sentimentalismos y victimizaciones se llevan a cabo "desde fuera"; uno no siente lástima de sí mismo ni de su propia vida. Sea como sea, es la que a uno le ha tocado, y no queda más remedio que hacerle frente con entusiasmo.
La voz del pequeño Frank es la de cualquier niño o niña del mundo que sufre malnutrición, abandono, quizá maltrato... y al que la suciedad en que vive le hace presa fácil de muchas enfermedades. La mayoría de los niños que conozco que viven una realidad parecida, hablan con naturalidad de sus problemas, sin compadecerse de sí mismos. La sensiblería que los convierte en "pobrecitos" viene dada por otros ojos.
En definitiva éste es un libro interesante; ágil, entretenido.
Quizá no es una joya literaria pero no creo que pretenda serlo.
Se trata de una de esas novelas que nos transportan a otra realidad, nos envuelven, nos conmueven y después nos dejan un buen sabor de boca.
Nada más.
O nada menos.
Santi, ¿de verdad que no comes cabezas de pescado? Pues vaya desilusión..
ResponderEliminarNononono, Limerick está muy evolucionado, ahora tiran las cabezas y se comen sólo las raspas, jejeje.
ResponderEliminarSobre el libro, es verdad que lo salva su sentido del humor, porque si no, con tanta pobreza, tanta hambre y tanto niño muerto, se habría hecho muy pesado. Aun así, la segunda mitad ya me cansó un poco...
Y por cierto, pese a que este es con mucho el libro más famoso que habla de Limerick, hay muchos "limerickenses" que no le tienen mucho cariño, por la imagen tan negativa que da de la ciudad, claro...
a mí las cenizas y lo es me gustaron mucho. obviamente leyéndolos sólo buscaba entretenimiento y es lo que obtuve. me parece curioso que los limerickenses se ofendieran, aunque pobre, yo tengo el recuerdo de un lugar fascinante lleno de sorpresas (ordinarias y simples, pero sorpresas al fin y al cabo)a la vuelta de la esquina. hace la tira de años que leí las novelas, pero recuerdos las calles como lugares mágicos donde cualquier cosa podría aparecer al torcer la esquina... muy acertado el apunte de la no victimización de los personajes por narrar la vida de uno mismo. sólo quiero rescatar el momento en el que el niño,frank tiene una enfermedad en los ojos... yo que soy una maniática del tema y me da dentera hasta tocarme el párpado, pienso en ese momento tan frecuentemente que me sorprendo a mí misma... buff...
ResponderEliminarMe encantó "las cenizas de Ángela". La narración (desde el punto de vista de un niño) lo hace muy especial y cuanta cosas muy tristes con tanta gracia que dan ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Es un libro que he recomendado a gente que no es muy lectora y les ha gustado.
ResponderEliminarLeí posteriormente "lo es" y "el profesor" y aún mereciendo la pena, no tienen el mismo encanto que el primero.
Y la adaptación al cine es muy pobre, verla es perder el tiempo.
A mí me gustó MUCHÍSIMO. Se lo recomiendo a todo el mundo. Me hizo llorar y reír al mismo tiempo. Me pareció dulce y a la vez horrible.
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