Título original: Little fires everywhere
Año de publicación: 2017
Valoración: entre recomendable y está bien
Shaker Heights. El orden. La planificación. El control. La meticulosidad. La belleza calculada. La rigidez y el sometimiento a las normas de vecindad. Todo milimétricamente establecido para conseguir una comunidad perfecta o, mejor dicho, perfectamente inestable, pues se mantiene en aparente equilibrio en su punto de inflexión. O de combustión.
Al lector le bastan unas pocas páginas para verse plenamente integrado en Shaker Heights, comunidad donde viven los Richardson. Se imagina las calles llenas de coches deslumbrantes, casas con sus jardines perfectamente cuidados acorde a las normas obligatorias de la comunidad que incluso establecen la altura adecuada del césped; uno casi ve los vestidos perfectamente planchados, los peinados sin un solo cabello fuera de sitio y todo funcionando cual reloj suizo (de alta gama, por supuesto). En este escenario de idílico decorado aparece Pearl con su madre, Mia. De origen humilde, establecen una relación con la familia Richardson, a quienes les alquilan el hogar donde vivirán. La aparición de Pearl y Mia, y su carácter despreocupado y atrevido, causa un choque con las normas de la comunidad en la que se encuentran, una fricción en la línea de separación de clases. Un roce que, por constante y repetido, causa cierta irritación, molestia y malestar, hasta que un hecho casual creará una polémica que afectará a las vidas de la comunidad y encenderá el fuego que amenazará con arrasarlo todo.
De esta manera, la autora nos sitúa en una comunidad de apariencia perfecta para, posteriormente, una vez acostumbrados a su forma de vida, sembrar una pequeña semilla de discrepancia y alteración que creará un caos en la comunidad. Y es que, en un perfecto equilibrio aparentemente estable, basta con un elemento que altere ese punto de equilibrio para sacudir las creencias estáticas e inquebrantables de la sociedad y realizar, de forma forzosa, una reflexión sobre quiénes somos, en qué se basan nuestros valores y qué sostiene la convivencia. Así, en esa quietud permanente, como en un estanque en calma, es suficiente la caída de una gota para alterar, no solo la superficie y lo que se ve, sino también lo que hay debajo. Un desencadenante que, como un alud, arrastra los diferentes personajes hacia un abismo de medias verdades, misterios ocultos y juicios paralelos bajo la mirada inquisitiva de propios y extraños, cuestionando quienes somos y qué sabemos de nuestros amigos, de nuestra familia. El pasado y aquello que escondemos, el presente y aquello que ocultamos. Aquello que deseamos y queremos y lo que estamos dispuestos a hacer para mantenerlo, para protegerlo, para cuidarlo. Las suposiciones y las verdades, las dudas y las certezas, los malentendidos y las revelaciones.
La habilidad de la autora en construir los protagonistas es más que evidente, y el retrato que hace de la sociedad y los personajes principales consigue que el libro capture el interés del lector de buen inicio. Así, el arranque es realmente cautivador, pues al haber sucedido la catástrofe, atrapa al lector deseoso de saber el motivo de tal desastre. La caracterización de los personajes es perfecta, y la trama va enredándose a medida que avanza hasta que, aquello que simbolizaba un remanso de paz, se convierte en un incendio de grandes proporciones. Tal es así, que el planteamiento del libro despertó mi curiosidad completamente. Por desgracia, a pesar de un punto de partida y planteamiento más que prometedor, el interés en la trama no es constante a lo largo del libro ya que, en su parte central, se aleja temporalmente del caos familiar inicialmente planteado para iniciar un viaje al pasado de uno de los personajes; ahí la novela cambia bastante, dirigiéndola hacia un escenario más centrado en lo que supone la figura de la madre y, a partir de este punto (y especialmente en su tramo final) la novela pierde fuelle, pues parece que la autora tome la decisión de equilibrar los personajes, vislumbrándose un cierto punto de esfuerzo (algo excesivo) en darle su dosis de protagonismo a cada uno de ellos, resultando algo forzado.
Aún y así, la novela atrae la atención y atrapa al lector, aunque lo que al principio prometía ser un análisis más de tipo sociológico tiende al final a una novela de tintes melodramático familiares. Y ahí ya no me atrae tanto, pues se pierde interés (quien sabe si en aras de querer llegar a un público más amplio). El libro pierde fuerza a medida que leemos y, sobretodo, pierde credibilidad. Claro que hay mucha crítica, por supuesto que hay maldad y grandes dosis de egoísmo y falsedad al querer mostrar siempre una imagen perfecta (muy propio de la sociedad actual, cabe decir) y recurriendo al autoengaño si con ello se acepta mejor la realidad, pero los derroteros por los que se adentra el libro en su desarrollo y desenlace nos llevan a un territorio demasiado rocambolesco, forzado y con tendencias a literatura de prosa fácil e ideas superficiales. Da la sensación de que la autora quiere cubrir demasiados frentes pues, en un intento de profundizar en la crítica social, se adentra en los distintos aspectos que la conforman: la familia, la maternidad, el estatus social, la imagen personal, la inmigración, el racismo... Tener tantos alementos a tratar supone una gran dificultad si la intención es reflexionar profundamente sobre ellos.
Por todo ello, si se quiere leer el libro en clave sociológica (como creo que debería hacerse y auguro que era la intención inicial de la autora) el lector tiene que querer entrar ahí, y buscar ese mensaje, evitando caer en la tentación de quedarse en una lectura superficial, culebronesca (si se me permite) y llena de tópicos. Parece que, a juzgar por el resultado, finalmente la autora haya decidido dejar en manos del lector el análisis sobre lo expuesto y la búsqueda de la profundidad sobre lo que ella simplemente apunta. Y es arriesgado hacerlo así cuando la narrativa que ofreces lleva al lector a quedarse en el lado de la superficialidad, casi invitándole a hacerlo de esa manera. Pudiendo hacer una novela mordaz, ácida y contundente, el libro apunta, pero no se decide a disparar. Y ése es el principal punto débil. Porque es evidente e innegable que el libro engancha. El estilo de la autora de prosa fácil y recursos atractivos para atrapar al lector cumple con este propósito. Ése es el principal mérito de la autora, su capacidad para atraer al lector, aunque lamentablemente lo consiga a costa de reducir la carga profundidad del análisis. Difícil equilibrio si se quiere llegar a un amplio público sin caer en la literatura "guilty pleasure". En este caso, el libro salva el escollo por los pelos, pues a pesar de caer en muchos tópicos y en situaciones algo inverosímiles, también tiene los elementos suficientes para aquellos que quieran rascar bajo la superficie, atreviéndose a ver lo que hay debajo y darse cuenta que lo que plantea ya no es tan placentero ni tan bonito, sino una sociedad que esconde muchas carencias bajo una aparente capa de perfección.
Al lector le bastan unas pocas páginas para verse plenamente integrado en Shaker Heights, comunidad donde viven los Richardson. Se imagina las calles llenas de coches deslumbrantes, casas con sus jardines perfectamente cuidados acorde a las normas obligatorias de la comunidad que incluso establecen la altura adecuada del césped; uno casi ve los vestidos perfectamente planchados, los peinados sin un solo cabello fuera de sitio y todo funcionando cual reloj suizo (de alta gama, por supuesto). En este escenario de idílico decorado aparece Pearl con su madre, Mia. De origen humilde, establecen una relación con la familia Richardson, a quienes les alquilan el hogar donde vivirán. La aparición de Pearl y Mia, y su carácter despreocupado y atrevido, causa un choque con las normas de la comunidad en la que se encuentran, una fricción en la línea de separación de clases. Un roce que, por constante y repetido, causa cierta irritación, molestia y malestar, hasta que un hecho casual creará una polémica que afectará a las vidas de la comunidad y encenderá el fuego que amenazará con arrasarlo todo.
De esta manera, la autora nos sitúa en una comunidad de apariencia perfecta para, posteriormente, una vez acostumbrados a su forma de vida, sembrar una pequeña semilla de discrepancia y alteración que creará un caos en la comunidad. Y es que, en un perfecto equilibrio aparentemente estable, basta con un elemento que altere ese punto de equilibrio para sacudir las creencias estáticas e inquebrantables de la sociedad y realizar, de forma forzosa, una reflexión sobre quiénes somos, en qué se basan nuestros valores y qué sostiene la convivencia. Así, en esa quietud permanente, como en un estanque en calma, es suficiente la caída de una gota para alterar, no solo la superficie y lo que se ve, sino también lo que hay debajo. Un desencadenante que, como un alud, arrastra los diferentes personajes hacia un abismo de medias verdades, misterios ocultos y juicios paralelos bajo la mirada inquisitiva de propios y extraños, cuestionando quienes somos y qué sabemos de nuestros amigos, de nuestra familia. El pasado y aquello que escondemos, el presente y aquello que ocultamos. Aquello que deseamos y queremos y lo que estamos dispuestos a hacer para mantenerlo, para protegerlo, para cuidarlo. Las suposiciones y las verdades, las dudas y las certezas, los malentendidos y las revelaciones.
La habilidad de la autora en construir los protagonistas es más que evidente, y el retrato que hace de la sociedad y los personajes principales consigue que el libro capture el interés del lector de buen inicio. Así, el arranque es realmente cautivador, pues al haber sucedido la catástrofe, atrapa al lector deseoso de saber el motivo de tal desastre. La caracterización de los personajes es perfecta, y la trama va enredándose a medida que avanza hasta que, aquello que simbolizaba un remanso de paz, se convierte en un incendio de grandes proporciones. Tal es así, que el planteamiento del libro despertó mi curiosidad completamente. Por desgracia, a pesar de un punto de partida y planteamiento más que prometedor, el interés en la trama no es constante a lo largo del libro ya que, en su parte central, se aleja temporalmente del caos familiar inicialmente planteado para iniciar un viaje al pasado de uno de los personajes; ahí la novela cambia bastante, dirigiéndola hacia un escenario más centrado en lo que supone la figura de la madre y, a partir de este punto (y especialmente en su tramo final) la novela pierde fuelle, pues parece que la autora tome la decisión de equilibrar los personajes, vislumbrándose un cierto punto de esfuerzo (algo excesivo) en darle su dosis de protagonismo a cada uno de ellos, resultando algo forzado.
Aún y así, la novela atrae la atención y atrapa al lector, aunque lo que al principio prometía ser un análisis más de tipo sociológico tiende al final a una novela de tintes melodramático familiares. Y ahí ya no me atrae tanto, pues se pierde interés (quien sabe si en aras de querer llegar a un público más amplio). El libro pierde fuerza a medida que leemos y, sobretodo, pierde credibilidad. Claro que hay mucha crítica, por supuesto que hay maldad y grandes dosis de egoísmo y falsedad al querer mostrar siempre una imagen perfecta (muy propio de la sociedad actual, cabe decir) y recurriendo al autoengaño si con ello se acepta mejor la realidad, pero los derroteros por los que se adentra el libro en su desarrollo y desenlace nos llevan a un territorio demasiado rocambolesco, forzado y con tendencias a literatura de prosa fácil e ideas superficiales. Da la sensación de que la autora quiere cubrir demasiados frentes pues, en un intento de profundizar en la crítica social, se adentra en los distintos aspectos que la conforman: la familia, la maternidad, el estatus social, la imagen personal, la inmigración, el racismo... Tener tantos alementos a tratar supone una gran dificultad si la intención es reflexionar profundamente sobre ellos.
Por todo ello, si se quiere leer el libro en clave sociológica (como creo que debería hacerse y auguro que era la intención inicial de la autora) el lector tiene que querer entrar ahí, y buscar ese mensaje, evitando caer en la tentación de quedarse en una lectura superficial, culebronesca (si se me permite) y llena de tópicos. Parece que, a juzgar por el resultado, finalmente la autora haya decidido dejar en manos del lector el análisis sobre lo expuesto y la búsqueda de la profundidad sobre lo que ella simplemente apunta. Y es arriesgado hacerlo así cuando la narrativa que ofreces lleva al lector a quedarse en el lado de la superficialidad, casi invitándole a hacerlo de esa manera. Pudiendo hacer una novela mordaz, ácida y contundente, el libro apunta, pero no se decide a disparar. Y ése es el principal punto débil. Porque es evidente e innegable que el libro engancha. El estilo de la autora de prosa fácil y recursos atractivos para atrapar al lector cumple con este propósito. Ése es el principal mérito de la autora, su capacidad para atraer al lector, aunque lamentablemente lo consiga a costa de reducir la carga profundidad del análisis. Difícil equilibrio si se quiere llegar a un amplio público sin caer en la literatura "guilty pleasure". En este caso, el libro salva el escollo por los pelos, pues a pesar de caer en muchos tópicos y en situaciones algo inverosímiles, también tiene los elementos suficientes para aquellos que quieran rascar bajo la superficie, atreviéndose a ver lo que hay debajo y darse cuenta que lo que plantea ya no es tan placentero ni tan bonito, sino una sociedad que esconde muchas carencias bajo una aparente capa de perfección.
También de Celeste Ng en ULAD: Todo lo que no te conté
cómo mierda pronuncias ese apellido, joder
ResponderEliminarHola, Polainas.
ResponderEliminarSe pronuncia "ing", según parece.
Saludos
Marc
Jo, qué tía: tiene nombre de banco... (vale, es malo, lo sé)
ResponderEliminarJajajaja, pues no sé si el que sugieres es suyo pero con la de recomendaciones y buenas valoraciones que tiene esta novela, podría montar uno ;-)
ResponderEliminarSaludos
Marc
Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn!
ResponderEliminarBuenos días, Marc.
ResponderEliminarHe visto este libro reseñado de forma bastante positiva en varios blogs. Me gusta que tú seas más comedido. Lo cierto es que me sigue tentando, y ahora leería esta novela con más cautela, sin las expectativas tan altas, por lo que creo que la disfrutaría más... Pero es que la lista de lecturas es taaaan larga... A ver cuando tenemos un hueco.
Por cierto, muy fan del último Anónimo ;)
Hola, Oriol. Justamente a mí me pasó lo mismo, lo vi tan alabado y puesto por las nubes en tantos sitios que por eso me lancé a por él. Y la verdad es que no está mal si buscas un libro que te atrape, pues lo devoras rápidamente. Otra cosa es si es tan buen libro como indican por ahí, yo creo que no tanto.
ResponderEliminarSaludos, gracias por comentar, y si lo leees, ¡ya nos dirás!
Marc
Hola a todos, aprovecho para indicar que parece que habrá en breve una adaptación de este libro en formato serie de TV. Y la protagoniza Reese Whiterspoon, cosa que celebro porque puede encarnar el personaje de Elena Richardson a la perfección (después de brillar en Big Little Lies). A ver si la serie mejora el libro.
ResponderEliminarSaludos
Marc