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martes, 4 de agosto de 2015

Colaboración: La mujer loca de Juan José Millás

Idioma original: español
Año de publicación: 2014
Valoración: Imprescindible

Antes de que me roben los derechos de autor o la patente quiero  adelantar aquí que, dentro de unos años, se hablará de  la cotidianeidad desconcertante  como la aportación impagable de Millás a la Literatura. Seguramente el valenciano deba ese enfoque  a Cortázar pero nadie como el autor de El mundo contempla los hechos más triviales desde perspectivas tan insólitas. Esa es la estrategia que sigue el escritor, incluso cuando su trabajo se acerca al reportaje, a la realidad más inmediata: recordemos Hay algo que no es como me dicen, en torno al caso de Nevenka Fernández.  Para que le -nos- entendamos, se trata de contemplar, de mirar, de observar, con unas décimas de fiebre.

Y éste vuelve a ser el modus operandi en La mujer loca. En ese sentido –valga la paradoja- no hay mayores sorpresas. Si este volumen resulta imprescindible es por su fascinante reflexión sobre el lenguaje: la protagonista, Julia, trabaja en una pescadería aunque dedica la mayor parte de su tiempo y de sus neuronas a estudiar gramática porque está enamorada de su jefe, un filólogo. Sí, por supuesto que éste es un tópico más de Millás (en sus relatos y hasta en sus columnas aparecen personajes que extravían un adjetivo o a los que se les cae un adverbio) pero en estas páginas está llevado al extremo. Asistimos a alucinaciones y espejismos verbales.

El continuo desdoblamiento al que somete al texto, a los personajes y a él mismo; su aparición (en este caso como narrador testigo) con continuas interferencias de su día a día que se cuelan en la ficción; incluso la historia paralela de Emérita, la enferma terminal que le sirve de bisagra, de enlace… son recursos a los que ya nos tiene acostumbrados o -a mí personalmente- enganchados. Tampoco falta su secundario de lujo, la psicoanalista…

Y lo peor –quizás lo mejor- es que las cábalas sobre la palabra, lejos de alcanzar un objetivo, dejan al lector desorientado, desamparado, y con la íntima sospecha, con la certidumbre, de que es el lenguaje quien se sirve de nosotros y no al revés.

Por lo demás, La mujer loca es Millás en estado puro. Parte de una idea, la Idea, que en esta ocasión formula explícitamente y lleva aún más allá: la ficción es la metadona de la realidad. El volumen es, como siempre, una encendida defensa de esa tesis, de la que cada día estoy más convencido. 

3 comentarios:

  1. He disfrutado mucho de Millás, pero desde que leí "Lo que sé de los hombrecillos", para mí una estafa en toda regla, no he vuelto a él. Tengo sus "Articuentos completos" y varios libros (más otros de la biblioteca), pero igual ha llegado el momento de darle una segunda oportunidad... Igual, digo, porque los hombrecillos me defraudaron de un modo doloroso.

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  2. Lo cierto, Javi, es que es un autor muy recurrente, muy obsesivo y repite los mismos trucos literarios hasta la saciedad. A mí me ocurrió algo parecido con "No mires debajo de la cama".
    Dale una última oportunidad; seguro que no te defrauda.
    Un saludo.

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  3. Yo tambien me inclino a leerlo nuevamente
    No me ha parecido muy chulo....mmmm cuesta comprenderlo
    Igualmente te felicito por el blog...me gusta mucho.
    GRacias y besos!!!

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