Título original: Dunkler Frühling
Traducción: Alba Lacaba Herrero / Raquel Vicedo
Año de publicación: 1967
Valoración: Entre recomendable y está bien
Primavera sombría, escrita por la dibujante, poeta y narradora alemana adscrita al surrealismo Unica Zürn, es una novela de fuerte carácter autobiográfico. Nos zambulle en la vida de una niña privada de afecto y amor que despierta apetitos sadomasoquistas y que, en su desesperación, frustración y soledad, termina suicidándose. Plasma el erotismo y la sexualidad incipientes de la protagonista como un aprendizaje traumático, crudo y desgarrador.
Se lee con una fluidez extraordinaria, beneficiada sin duda por la fascinación morbosa que irradia. Pero no os penséis que su único valor es el impacto de su temática, porque también presenta cualidades notables; pienso en el atinado retrato psicológico que hace de su protagonista, en la intensidad de ciertas escenas (por ejemplo la de la visita al extranjero) y en su deliciosamente cruel y empapado de humor negro desenlace.
La única pega que le pondría a Primavera sombría es que parece escrita al vuelo. Con esto no quiero decir que esté mal redactada, porque por lo general el estilo cumple e incluso en determinados pasajes está particularmente inspirado. Sin embargo, la obra da la impresión de borrador, lo cual confiere al conjunto una innegable expresividad pero actúa en detrimento del argumento y los personajes (ambos apartados carecen de enfoque, nitidez y cocción).
En efecto, aunque el argumento de Primavera sombría funciona, no sigue una dirección clara, ni desarrolla muchos de los elementos que baraja. Algo parecido sucede con los personajes de la novela, que, a excepción de la protagonista, están esbozados con trazos un tanto endebles; tampoco me convencen las dinámicas e interacciones del elenco, pues no siempre se insinúan adecuadamente. El hermano es, quizá, uno de los secundarios más desaprovechados, pues nunca llegamos a entender su actitud cruel, violenta e hipervigilante.
En resumidas cuentas, Primavera sombría es, pese a sus defectos, una novela interesante. Es la clase de literatura introspectiva, turbia, oblicua e incómoda que maravillaba a los surrealistas y que, en cambio, hubiera provocado un rechazo visceral en los nazis, quienes sin duda la habrían tildado de arte degenerado.
Por cierto, el prólogo que Lurdes Martínez firma para la edición de Pepitas de calabaza de Primavera sombría me ha encantado. No sólo es muy completo, pues abarca la biografía de Zürn, su obra, sus problemas mentales y su relación con Hans Bellmer, entre otras cosas relevantes, sino que lo hace desde un ángulo de refrescante objetividad.
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