Año de publicación: 2024
Valoración: Muy recomendable
Que Vida de un pollo blanquecino de piel fina tenía todas las papeletas para gustarme lo sabía desde el momento en que vi que estaba escrito por Andrés Pérez Perruca, quien fuera batería de El Niño Gusano (y Tachenko y Cangrejus). Porque, si la memoria no me falla, El efecto lupa fue uno de los primeros discos (aunque igual fue alguno de La Buena Vida o de Los Planetas) de música independiente que compré. Y, claro, eso ya es jugar con ventaja. Ya lo decía Astrud: LA NOSTALGIA ES UN ARMA.
67 capítulos (uno por cada canción publicada por esta panda de descerebrados), 862 páginas* y 500 notas al pie (como los buenos pases de Juan (Soy Ruso) Señor) componen este loco, obsesivo y quizá, solo quizá, demasiado largo texto en el que hay música, cine, alcohol, fútbol, baloncesto, risas, lágrimas y literatura de la buena.
Vale, pero... ¿Qué es esta Vida de un pollo blanquecino de piel fina: una autobiografía personal, una biografía de un grupo pop, una Quadrophenia baturra, una crónica del indie español de finales de los 90, una novela generacional, un artefacto posmoderno, todas las anteriores, ninguna de las anteriores? Lo que no es es un libro sobre música. O, al menos, no es exclusivamente un libro sobre música. O, al menos, no es exclusivamente un libro al uso sobre música. Porque ya El Niño Gusano era un grupo (quien diga banda deberá batirse en duelo con Perruca y conmigo) muy particular dentro del panorama nacional y un libro escrito por uno de sus componentes no podía ser un libro "normal y corriente". Vamos, que no esperéis eso de sex, drugs and R&R porque ellos eran más bien de Futbolín, Vermut y POP.
Sea como fuere, yo prefiero quedarme con dos palabras: juego y homenaje.
Si algo queda claro desde la primera página del libro es que aquí hemos venido a jugar, con ese guiño a Rayuela en el "orden de lectura recomendado para un mejor seguimiento cronológico (o tal vez no)". El juego prosigue y Vida de un pollo flirtea con la panda de OuLipo en cuanto a tono e intención, con John Kennedy Toole o los Monty Python en cuanto a humor, diálogos y situaciones, con los escritores posmodernos en las digresiones infinitas, en las ramificaciones que toma el texto en diversas direcciones, etc. Porque la vida es un juego absurdo y aquí hemos venido a jugar y hay hueco para juegos surrealistas, dadaístas, hedonistas, chistes de Chiquito (mecagoendios**, ¿chistes de Chiquito?), etc. Y también, obviamente, porque yo no sé contar lo que pasa en la realidad y lo que hay que hacer es acercarse a la realidad desde otro enfoque.
La parte "homenaje" es clara. Y aquí tengo que irme a Los seres queridos, canción del último disco de LHR ("Por todos los amigos que nos han dejado aquí seguimos, recordando los años que pasamos juntos, a su lado...") porque Vida de un pollo blanquecino es un claro homenaje a los amigos de juventud que ya no están (Algora, ese Poeta Cabezón***, pero también Genzor, JosephO, Rafa Anguso, etc) y a un tiempo, finales de los 90, en el que todavía éramos jóvenes y alocados. Todo ello a través de recuerdos, anécdotas, chascarrillos vinculados o no a la música. Con nostalgia y cariño (¿o se dice Caliño?), sí, pero sin ñoñerías ni idealizaciones tipo Yo fui a EGB.
Resumiendo. Me lo he pasado en grande, me he reído a carcajada limpia y se me ha escapado alguna lagrimica con las andanzas del Gusano Loco, con sus historietas, sus coñas, sus juegos, con este texto cargado de vida, con este artefacto literario del que creo que disfrutarán más quienes anden por los 45-50 años, con este pavo real entre animales innobles y despreciables comensales.
* En el año 862, el príncipe Rastislav invita a Cirilo y Metodio a predicar el cristianismo en lengua eslava en la Gran Moravia. ¿Será casualidad?
** En español en el original (N. del T.)
** Tengo que buscar su Poesía Completa, leerla y reseñarla
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja a continuación tu comentario. Los comentarios serán moderados y solo serán visibles si los aprueba un miembro del equipo.