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domingo, 7 de julio de 2024

VV.AA.: Bill el Largo y la posada maldita

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Entretenido

Hace algún tiempo leí Momias y embalsamados, una antología de cuentos de terror de escritores españoles. En ella había un relato bastante entretenido, titulado "En el nombre del musgo", cuyo protagonista era una suerte de Solomon Kane andaluz. 

Bill el Largo, personaje creado por el dibujante y guionista Edgar Max, es también una especie de Solomon Kane. No en el aspecto puritano, claro, pues Bill es un antihéroe conflictivo, malhablado y alcohólico; me refiero, más bien, a que tanto Bill como Solomon protagonizan aventuras de corte sobrenatural. 

El autor nos lo describe del siguiente modo: «lanzador de cuchillos y aventurero de pasado misterioso y reputación más que dudosa. Un hombre del que se dice que no tiene corazón y que habla con fantasmas, al que los gatos rehúyen y los cuervos graznan. Un tipo que viene de una estirpe maldita que llama al mal fario como el imán atrae a las limaduras de hierro.» Además, tiene «fama de ser difícil de matar.»

Semejante personaje protagoniza Bill el Largo y la posada maldita, un relato autoconclusivo financiado a través de una campaña de micromecenazgo y editado con muchísimo mimo por Maldragón. El volumen, de tapa dura, alterna una página del texto de Edgar Max con otra ilustrada por Alejandro Ortega.

La historia narrada por Bill el Largo y la posada maldita se desarrolla durante una tormentosa Noche de los Difuntos. En una posada de una zona sin especificar de la Cornisa Cantábrica coincidirán contrabandistas, guardias reales, párrocos, brujas, lobos salvajes y criaturas lovecraftianas; huelga decir que todo terminará en una orgía de destrucción, sangre, muerte, venganza y resaca.

Como podréis intuir, a Bill el Largo y la posada maldita lo empapa una aura "pulp"; al fin y al cabo, es un pastiche que aglutina diversos géneros (acción, misterio, terror...) y emplea a un protagonista al que su autor puede sumergir en toda clase de aventuras autoconclusivas. 

Al relato de Edgar Max lo permean también un registro canalla (beneficiado por una narración con enfoque oral), símiles logradísimos (recordemos ese «llama al mal fario como el imán atrae a las limaduras de hierro») y un sentido del humor bastante gamberro.

Quizá una propuesta con mayores pretensiones hubiera erigido una atmósfera más potente, profundizado en los personajes y hecho mayor hincapié en la tensión previa al clímax. Sin embargo, repito en que Bill el Largo y la posada maldita es un divertimento "pulp" que cumple holgadamente con sus modestas intenciones, por lo que, de abordarlo con las expectativas adecuadas, hará las delicias a los amantes de esta clase de literatura.

Al atractivo de la historia contribuyen también, por cierto, las ilustraciones de página completa de Alejandro Ortega. De estilo caricaturesco, acabado minucioso y trazos firmes, funcionan en tanto que complemento gráfico. Ah, como curiosidad me gustaría mencionar que, pese a que el texto menciona que en la posada sólo hay «tres hermanos augustinos», en la primera página donde aparecen dibujados hay cuatro.

En resumen: Bill el Largo y la posada maldita es un relato entretenido, ideal para los amantes del espíritu "pulp" y de personajes como Solomon Kane. Sin duda alguna, su modestia permite que le perdonemos sus puntos flacos (ciertos pasajes de redacción confusa, que Bill sea un personaje sin apenas protagonismo, que nos quedemos con ganas de saber más de la intrigante Cordelia...).

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