Idioma original: inglés
Título original: The Osama Bin Laden I Know
Traducción: Gabriel Dols Gallardo
Año de publicación: 2006
Valoración: bastante recomendable
Si hay una máxima periodística que dice que no hay nada más viejo que el periódico de ayer, imaginad cómo me siento programando hoy una reseña como esta. Ni tan siquiera cuento con la coartada de la efemérides o de la rememoración de algún hecho relacionado con cierta fatídica fecha, no hay nada (aparte de las referencias el texto en cierta lectura reciente de Susan Sontag) que justifique que recupere o reabra el interés por este personaje que, cuesta encontrar los términos para ser preciso, es historia de la humanidad. Porque han pasado casi veintitrés años de ese momento que, como muy pocos, queda definido en la memoria colectiva con la consabida frase ¿dónde estabas cuándo cayeron las Torres Gemelas? Y para los muy jóvenes o muy despistados, un gentle reminder sobre los motivos por los que cada vez que tomas un vuelo hay que pasar por los farragosos controles de equipaje y los rutinarios arcos de seguridad. O porque en los puertos hay controles aleatorios de escaneo de los contenedores. Y un largo etcétera de cosas que el liderazgo de Osama Bin Laden provocó. Bueno, y los actos de sus seguidores y su organización terrorista. claro.
De hecho, cuando este libro se publicó ni siquiera se había producido el misterioso episodio de su muerte (o de su desaparición) y el libro, antes de epílogos y apéndices finales, aún habla en tiempo real del cabecilla de Al Qaeda y, con un respeto distante pero respeto al fin y al cabo, se refiere a él como lo que fue durante años: el hombre más buscado del planeta. Un respeto precavido que, ya sabemos cómo se las gastan, habré de mantener para no excitar los ánimos. A ver si habiendo sobrevivido a los fanáticos de Manuel Vilas voy a caer con esto.
Peter Bergen articula un texto extenso y documentado con dos centros de gravedad: la entrevista que le hizo al propio líder de Al Qaeda y ese crescendo hasta el 11-S al que ineludiblemente el libro nos arrastra. En medio, fragmentos de entrevistas, testimonios y confesiones de detenidos y condenados, confesiones, semblanzas de acólitos y enemigos, recortes biográficos, declaraciones propagandísticas y textos con un claro factor diferencial entre el frío relato de los hechos y el fervor, diría ingenuo pero no, religioso, que tizna las declaraciones y me corrobora en mi opinión expresada no hace demasiado sobre lo pernicioso de las religiones y lo curioso que es que, en los sectores más extremistas, se deteste con tanto encomio a los ateos, como si se tratara de invididuos rebeldes incapaces de acatar un orden superior, bajo el nombre en que este pueda presentarse. Aunque el texto tenga ese efecto colateral de la humanización, al que muchas veces se presenta como un hombre educado, austero, de maneras y ademanes correctos y matizados, apenas hay que raspar un poco para ver cómo sus ideas influyen en sus seguidores, cómo éstas anulan a las de los suyos, cómo el discurso se inflama y se convierte en un díálogo cansino y monocorde (mencionando, eso sí, a Dios cada tres frases) y cómo calaba o cómo cala.
Porque aún asistimos a los poderosos coletazos de esos hechos y Osama Bin Laden, sin lugar de entierro al que peregrinar, sin que la gente lo lleve en camisetas como a Pablo Escobar, aún está vivo en su estela en el presente. Y no sólo por la escasa habilidad de la civilización occidental para neutralizar su influencia. Cuidado, que los frentes que abrió aún están muy lejos de cerrarse.
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