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viernes, 28 de junio de 2024

Barbara Molinard: Zozobra

Idioma original: Francés
Título original: Viens
Traducción: Vanesa García Cazorla
Año de publicación: 1969
Valoración: Entre recomendable y está bien

Barbara Molinard destruía casi todo aquello que escribía. Marguerite Duras, amiga suya, así lo explica en el prefacio de Zozobra, la única antología publicada por la autora.
 
El volumen, editado en español por Sexto Piso, consta de doce relatos, un conjunto de microrelatos y una entrevista que Duras le hace a Molinard. También incluye reproducciones monocromas de algunas pinturas abstractas de Molinard, a mi juicio bastante insípidas.

Mucho más interesantes que dichas pinturas son los doce relatos de Molinard aquí compilados. Escritos con una prosa funcional aunque un tanto plana, configuran exitosamente un microcosmos subjetivo lleno de angustia, congoja y desesperación atravesado por múltiples simbolismos, empañado por un tono onírico y gobernado por la lógica de los sueños.

A grandes rasgos, podemos separar los relatos de Molinard en dos categorías, aunque ambas se solapan de vez en cuando (como sucede en "El taxi"). 

En los de la primera categoría predomina el retrato psicológico de un personaje femenino; por ejemplo, "El avión de Santa Rosa", "La jaula" o "La felicidad". De éstos, mi favorito es "La jaula", cuyo registro por lo general realista se ve irrumpido abruptamente por un elemento fatídico casi sobrenatural; narra la existencia de una joven cuya felicidad se ve eclipsada cuando por fin encuentra el amor por culpa de la tétrica visión de una boa.

En la segunda categoría encontramos relatos metafóricos de clara vocación abstracta. Aunque el mensaje que transmiten es cuanto menos tenue, son muy sugerentes. En ellos, un protagonista masculino deambula por un espacio indefinido con algún objetivo vago a realizar (este sería el caso de "La mano cortada" o "La cita") o se halla estancado en un lugar a merced de caprichos externos (como sucede en "Los apartamentos del padre" o "Estoy solo y es de noche").

El protagonista de "Los apartamentos del padre" encapsula cómo se sienten los personajes principales de los relatos de esta segunda categoría. En la página 87 confiesa que «El sentido de este trabajo y de mi vida aquí a veces se me escapa y, si pensara mucho en ello, enloquecería al final.» En la 88, siente que «era el juguete de algún oscuro misterio.» Y en la 89, que «me había embarcado en una aventura absurda que escpaba a mi entendimiento.»

La mayoría de los relatos me han gustado. Incluso aquéllos que flojean en determinados apartados ("La mano cortada", por ejemplo, carece de foco) tienen aspectos reivindicables. Y los mejores, como el antes mencionado "La jaula", el inquietante "La cita" o el pesadillesco "Los apartamentos del padre", me parecen sumamente logrados.

Zozobra es, pues, una antología recomendable. Si bien el universo literario de Molinard no es tan complejo y memorable como el de Franz Kafka, ni tan creativo y plástico como el de Leonora Carrington, seducirá a los amantes de ambos autores. A mí me ha recordado también al exhibido por ciertas ficciones de Mario Levrero, lo cual habla positivamente del nivel de Molinard.

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