Año de publicación: 2020
Valoración: No sé
Conocí a la argentina Cynthia A. Matayoshi a través de la antología colectiva Mundo Weird. Su relato, "Por favor, entre", me pareció brillante, y me decidió a buscar más obras de la autora. Entonces descubrí que trampa ediciones había publicado en España, el 2020, la primera novela de Matayoshi, y me lancé a ella de cabeza. Desgraciadamente, me ha generado sentimientos encontrados.
¿De qué trata? En La sombra de las ballenas, los humanos conviven con las fantasías en las calles tintadas de neón del Barrio Chino. Éstas venden deseo puro, el cual puede resultar adictivo e incluso mortal para quienes lo consumen.
Empecemos destacando la virtud principal del libro que nos ocupa: el universo en que transcurre. Al inicio parece un escenario interesante pero mil veces visto (el típico mundo fantástico aderezado con elementos nipones). Sin embargo, pronto introduce una segunda realidad extremadamente original, habitada por, entre otros, escualos, dioses, máquinas y fósiles vivos. Aunque quizá se le puede reprochar a ésta que no sigue una lógica interna clara, es indudablemente creativa y sugerente.
Ahora quiero abordar un apartado de La sombra de las ballenas que, pese a no haberme convencido, es meritorio: la prosa. Y es que si bien el estilo de la novela es (creo que deliberadamente) robótico, reiterativo y ampuloso, imprime el ritmo o tono adecuados a determinadas escenas, y otorga una pátina lírica al conjunto.
Por último he dejado el que, a mi juicio, es el aspecto menos logrado de la obra de Matayoshi: los personajes. Son planos, tanto en su descripción física como caracterización psicológica, hablan con una voz excesivamente similar y mantienen unas interacciones a las que les falta espontaneidad o desarrollo para resultar creíbles. Ah, y no funcionan en tanto que alegoría del deseo y el erotismo, porque la representación de ambos temas en estas páginas es simplista y lineal.
Resumiendo: La sombra de las ballenas es una novela con la que no he acabado de conectar. Pese a todo, me niego a que este sea mi último contacto con Matayoshi, pues gracias a su relato "Por favor, entre" sé de lo que es capaz (al menos en las distancias cortas).
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