Año de publicación: 2003
Valoración: Interesante con reparos
A nivel de ciudadanos de a pie, o sea, yo mismo, no es mucho lo que sabemos en realidad del franquismo. Sí, su origen golpista, la represión y la ausencia de libertades, su carácter retrógrado, la moralina casposa, el nacionalcatolicismo. Pero por ejemplo en el terreno de la economía en sentido amplio quizá no tenemos muchos datos a la vista, a lo sumo que se inició con una etapa autárquica e inspirada en los regímenes afines, la estabilización y el desarrollismo de los años 60, la emigración masiva a las ciudades y al extranjero. Así que no está mal aproximarse a la gestión económica del franquismo a partir de las decisiones de sus sucesivos Gobiernos, para observar de una forma lo más desapasionada posible cómo se gestionaron estas áreas.
Así lo hace este libro, en el que Carlos Barciela, catedrático de Historia económica, reúne una serie de trabajos de varios autores sobre distintos aspectos de la política económica de Franco en una etapa muy concreta, desde el final de la Guerra civil hasta el Plan de Estabilización de 1959, que supuso una apertura más o menos decidida u obligada hacia una economía de mercado homologable y la entrada de los llamados tecnócratas en puestos relevantes. Se trata de textos de carácter más bien académico en torno a diversos aspectos directamente relacionados con la economía: la demografía, el capital humano y la política educativa, la gestión agraria, la industrialización, la política fiscal y monetaria, entre otros.
Hay que decir que no estamos ante literatura divulgativa, no son exposiciones destinadas al gran público sino más bien al mundo de los historiadores e investigadores. Teniendo estos en cuenta, hay que decir que la lectura se hace a ratos bastante ardua, y en algunos casos plantea dificultades importantes, aunque depende en gran medida del enfoque de cada artículo y de la capacidad (o voluntad) de cada uno de los autores. Tablas y gráficos, a veces de difícil interpretación para el profano, ilustran las tesis presentadas, reforzando el aspecto técnico de buena parte de las exposiciones. Así que queda advertido el lector de que es un texto para muy interesados en la época y el asunto.
Desde el modesto punto de vista del lector meramente aficionado, podemos no obstante sacar algunas conclusiones generales. La principal es quizá que esa etapa que se analiza supuso un retraso de veinte años en el desarrollo económico de España, un lastre con el que, pese al arreón de los 60, ha habido que cargar hasta las últimas décadas del siglo, cuando comenzamos a converger en tantos aspectos con nuestros vecinos. Finalizada la guerra, incluso antes, la gestión económica (como las demás áreas de gobierno) se ve dominada absolutamente por el componente ideológico: de la mano de falangistas y militares (que ocupan buena parte de los ministerios sin más cualificación que su afección al régimen), y a veces henchidos por el seguidismo de alemanes e italianos, se opta por un modelo autárquico, cerrado al exterior, profundamente intervencionista y con amplia discrecionalidad, siempre en manos de cargos políticos. Esto genera efectos como el desabastecimiento de productos, la fijación de precios artificiales, un tipo de cambio ficticio y sobrevaluado y, consecuencia de todo ello, el nacimiento de un potente mercado negro (el famoso estraperlo), que multiplicará la miseria y las dificultades lógicas derivadas de la reciente guerra.
Todo esto, dicho mal y rápido, porque hay muchos otros aspectos, casi siempre negativos, derivados de esas directrices que vienen directamente de las más altas instancias del Gobierno franquista: la contrarreforma agraria que empobreció las cosechas y perjudicó a los productores más modestos, la desatención a la educación primaria que dejaría décadas de retraso en el sistema, la apuesta irracional por una industrialización sin base tecnológica ni logística, el pago de las deudas de guerra (esa ayuda italiana y sobre todo alemana nunca fue gratis)… Todo un repertorio de decisiones tomadas casi siempre por individuos cuyo mérito no iba mucho más allá de la genuflexión ante los gobernantes, y que generalmente no tenían más fundamento que el fanatismo ideológico. Hubo que esperar a finales de los 50 para que, en una situación ya crítica, con el aterrizaje de la financiación norteamericana, el Plan de Estabilización y la llegada de los primeros tecnócratas, las cosas tomaran un rumbo algo más lógico y empezasen a aproximarse a lo que en el mundo occidental ya era un mercado normalizado.
Ya digo que el libro no es fácil, que explora, a veces mucho y a veces algo menos, en aspectos técnicos que quizá no lleguemos a asimilar del todo. Pero aun así la lectura nos dejará un poso de información que entiendo suficiente y valiosa para entender que el franquismo no solo fue malo en su vertiente política y social, que no solo atentó contra la cultura y las libertades o se empeñó en construir (con éxito afortunadamente solo relativo) una sociedad mojigata, aburrida y atrasada, sino que además gestionó, y gestionó casi siempre mal.
P.S.: Casualmente, hace unos días me enteré de que Carlos Barciela ha publicado otro libro titulado irónicamente Con Franco vivíamos mejor, en el que explica muchos de los aspectos tratados en este, por lo que se comentaba con un tono más didáctico y asequible. Podría ser otra opción para interesados en el tema, que da de sí más de lo que parece.
Es el problema de la historiografía académica española que, como se escribe para el gremio, a veces cuesta hasta leerla, por la jerga que se usa y que espanta al lector profano. Divulgar bien no es tan fácil como parece, porque se deben resumir problemas complejos en pocas líneas bien escritas, lo que supone un gran esfuerzo de síntesis. En los países anglosajones existe en cambio una tradición bien asentada de biografías, libros de historia narrativos etc que saben combinar el buen estilo literario con el rigor académico. Pero por aquí se sigue confundiendo lo profundo con lo ininteligible. Y el hueco que queda en el mercado lo ocupan divulgadores ínfimos estilo Pío Moa u otros, por lo general con una orientación ideológica ultraderechista. Cuando en los años 60 del siglo XX se empezaron a traducir al castellano los libros clásicos de Gerald Brenan, Hugh Thomas o Gabriel Jackson muchos quedaron sorprendidos de que se pudiera escribir historia así: con honestidad intelectual, llegando a todos y con buena pluma. Estos libros fueron prohibidos por el franquismo, claro.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
En realidad, como he querido explicar en la reseña, el libro no parece que tenga un carácter claramente divulgativo. Entiendo que se trata de una serie de trabajos de naturaleza académica, seguramente más dirigido a historiadores, de ahí que le haya puesto los 'reparos' y haya insistido que es un texto en general bastante arduo. No obstante, aunque nos perdamos una parte de los detalles, con una lectura un poco atenta no es difícil formarse una idea general bastante exacta de la gestión económica del primer franquismo. El tema es muy interesante y merece la pena el esfuerzo, aunque otras alternativas más amables también son de agradecer.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por participar.