Título original: Palomar
Año de publicación: 1983
Traducción: Aurora Bernáldez
Valoración: imprescindible
Aunque en este blog ya hemos publicado una reseña de Nuestros Antepasados para conmemorar el centenario del gran y nunca suficientemente recordado Italo Calvino, es hoy, día 15 de octubre del 2023, cuando se celebran los cien años de su nacimiento en la ciudad de Santiago de las Vegas, en Cuba (por lo que se puede decir que se trata del más destacado escritor cubano de la Historia, aunque escribiera en italiano).
No sé si éste será el mejor homenaje posible a tan recordado y estimado escritor, pero vamos con la reseña del último de sus libros publicado en vida de su autor, quizás no tan conocido como El barón rampante o Las ciudades invisibles, ni tan original y juguetón Si una noche de invierno un viajero -aunque un poco, también-, pero Palomar, sin duda, resulta ser un pequeño gran libro, a medio camino entre el ensayo, la narración -de aquella manera- y el dietario -o quizás simple cuaderno de notas- que, cabe suponer, llevaba Calvino en sus viajes e incluso su vida cotidiana, y que se ve reflejado aquí, aunque haya trocado aquí su protagonismo (lo cual es muy de agradecer por quienes no somos demasiado fans de la autoficción) por el de un personaje, el señor Palomar, de quien habría que ver cuantos rasgos tiene en común con su creador. Es fácil suponer que, al menos, comparten -o compartían- no sólo el interés, sino la fascinación por el mundo -y el Universo- que les rodea, así como una visión del mismo entre maravillada y desconcertada que a muchos lectores nos hace identificarnos con personaje y autor.
El origen del libro, según cuenta el propio Calvino en su prefacio, está en unos artículos que publicó en el Corriere della Sera con el señor Palomar como protagonista -por lo visto, tenía la intención de introducir a otro personaje, el señor Mohone, como contrapunto, pero se quedó en el limbo-, recopilados luego y ampliados en este librito. Pero, además, Calvino dotó a sus artículos de una organización interna singular (de la que no es aventurado suponer alguna influencia de los juegos literarios del OuLiPo, al que pertenecía): lo que hace el señor Palomar es, fundamentalmente, observar a su alrededor -de hecho, su nombre se debe al observatorio astronómico de Mount Palomar, en California- y reflexionar sobre lo que observa. Tales observaciones, de índole muy diversa, están plasmadas en dieciocho pequeños capítulos -de apenas unas pocas páginas-, que se hayan agrupadas de tres en tres, según los temas. Pero cada uno de estos capítulos están situados, además, siguiendo un criterio de ordenar modelos de observación diferentes -esto lo cuenta también Calvino en el prólogo-:el primero, más descriptivo, corresponde a una experiencia visual; en el segundo, de carácter más narrativo, "están presentes elementos antropológicos, culturales, en sentido lato y (...) también el lenguaje, los significados, los símbolos". En tercer lugar encontramos experiencias de tipo más especulativo y abstracto: "Del ámbito de la descripción y el relato se pasa al del a meditación". A grandes rasgos, se puede decir que se cumple esta intención declarada por el autor, pero también que ,ocurre algo parecido en lo que se refiere al conjunto de artículos o capítulos; entre los últimos -El modelo de modelos, El mundo mira al mundo, El universo como espejo- encontramos, sin duda, los que más tienden a la abstracción, a la divagación filosófica y casi diríamos metafísica.
Estos grupos de tres capítulos, organizados temáticamente por actividades o lugares donde discurre la vida del señor Palomar -Palomar en la playa, Palomar en el jardín, etc.-. están a su vez agrupados de tres en tres secciones más generales, también alrededor de un concepto: Las vacaciones de Palomar, Palomar en la ciudad y Los silencios de Palomar, que constituyen las tres grandes partes en que se haya dividido el libro. Y que, dicho de otro modo o viéndolo de forma inversa, se van desgajando en subgrupos de tres, para organizar el libro a modo de cuadro sinóptico. En cuanto al contenido de los capítulos u observaciones en sí, podemos encontrar desde las meramente -incluso concienzudamente descriptivas-, como en Lectura de una ola, El césped infinito, Desde la terraza (éste recuerda un poco...y aquí imaginad un suspiro nostálgico de quien esto escribe, a la maravillosa Las ciudades invisibles), La carrera de las jirafas o el apunte costumbrista -los capítulos de Palomar hace la compra, en el que nuestro protagonista recorre algunos establecimientos gastronómicos de París- a la, si no humorada, al menos sí reconocimiento de la vis cómica que pueden y suelen adoptar algunos aspectos de la realidad: El seno desnudo (en el que Calvino ya prefiguraba las incertidumbres y dudas de los varones cisheterosexuales sensibles con el empoderamiento de las mujeres, por entonces aún sólo llamado "liberación femenina") , Los amores de las tortugas, la muy irónica Serpientes y calaveras, La pantufla desaparecida... Por último, ya digo, algunos de los capítulos más "metafísicos", que acaban, nada menos que con Cómo aprender a estar muerto, algo que, sin embargo, parece que sólo se llega a prender con la práctica... No quiero dejar de recordar el capítulo titulado El gorila albino, dedicado al otrora célebre (seguro que muchos de quienes lean esta reseña lo recuerdan o puede incluseo que lo vieran alguna vez) Copito de Nieve, principal atracción por entonces del zoo de Barcelona e incluso de toda la ciudad. Un capítulo conmovedor en el que Italo Calvino demuestra su gran humanidad y empatía cuando habala de aquel gorila, único individuo con sus características en el mundo y no sólo entre los gorilas, sino entre todos los seres vivientes y, por tanto, también más solitario que ningún otro.
En fin, si siempre es buena idea leer un libro, cualquier libro, de Italo Calvino, más aún hacerlo con éste pequeño compendio de observaciones, reflexiones y -pocas y generalmente dubitativas- conclusiones en el que, además, se puede uno deleitar con la maravillosa prosa de este autor, que parece hacer siempre fácil lo difícil, no sólo en su labor de escritor (y de escritor que se lo pone fácil al lector, además, lo que no es tan frecuente) sino en la suavidad y elegancia con la que parece haber transitado por la vida, sin haberse escondido nunca, no obstante, en el subterfugio de la frivolidad o la intrascendencia. Un ejemplo que debería ser para todo el mundo, se dedique o no a las letras, pero más aún o sobre todo, para quien sí lo haga.
Feliz cumpleaños, señor Calvino, esté donde esté...
Otros títulos del maestro Calvino reseñados en Un Libro Al Día: El sendero de los niños de araña, Nuestros antepasados, Marcovaldo, Las ciudades invisibles, Si una noche de invierno un viajero, Seis propuestas para el próximo milenio, El barón rampante
Gracias por esta sugerencia. Una corrección: Nació en Santiago de las Vegas, en la provincia de La Habana
ResponderEliminarGracias por la corrección, Jeiner y, entonces: ¡Viva Las Vegas! ; )
EliminarRecordemos a Marcovaldo
ResponderEliminarMaravilloso el Sr. Palomar: su agudeza visual y sus profundas reflexiones!!!
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