Idioma original: castellano
Año de publicación: 2021
Valoración: Imprescindible
No solamente en los géneros humanos se desdibujaron hace rato ya las fronteras, también en los artísticos en general. Y es una gran suerte porque de modo rotundo, las fronteras nos marcan, nos obligan a detenernos en esa línea temida, donde parece que si pasamos al otro lado, nos perderemos para siempre en los misterios más insondables, sin vuelta atrás. Cuando una lee Las tentativas de la joven uruguaya Isabel Retamoso, se siente esa especie de libertad tan añorada en los corsés literarios. Sí, aunque las temáticas nos sobrepasen con chorros y chorros de “morbo”, “perversidad”, (porque no nos olvidemos, venden), todavía existen los corsés, por más que nos llenemos la boca con estas y otras mil subversiones.
Como que entramos en una sala totalmente opuesta cuando hacemos inmersión en Las tentativas, pues el silencio ahí tiene un lugar crucial, más bien la calma uruguaya. Esa calma de país chico, la calma de diamantes fílmicos como Whisky. De fondo suspendido, turbador. Se palpa en su escritura una naturalidad enorme, una espontaneidad brutal, casi que anti literaria por el desapego que muestra ante las virguerías, los trucos artísticos, que tanto abundan en creación textual. Diría que es también anti pretenciosa pero sin pretenderlo, lo cual es una cualidad sin parangón. Ese sacarle importancia a lo que escribe, a lo que relata, como quien anota cositas a lápiz en servilletas de papel al agua mientras espera a su amiga más querida, con la única compañía de una grapa miel y la voz de una leyenda musical adorada en el país: Eduardo Darnauchans; en un bareto gallego de una esquina de la ciudad vieja montevideana, por ejemplo. Y que luego, de manera distraída, para horror nuestro, no guarda la servilleta, sino que la arruga y la tira a la papelera con sonrisa melancólica. Es ese registro de lo esencial a punto de perderse para siempre en las alcantarillas de tanta vida rica y vacía al unísono, vida rápida, vida digital, lo que atrapa totalmente de Las tentativas. No obstante, aún parece invitarnos sin ánimo alguno de maestra, sino todo lo contrario, a acompañarla en reflexiones lapidarias de cuatro palabras, que bien podrían ser el último verso de un haiku rey:
“También está el trauma”. Página 41.
Haiku, muy probablemente, pero de impronta sudamericana, lo cual ya sabemos es mucho, en tiempos donde las escritoras del sur brillan con luz propia. Siempre lo han hecho, pero ahora lo hacen con una historia pesada al hombro, con esa historia que también es la de las Europas emigrantes, que tiene toneladas también de tradición afro y de realismos mágicos nativos. Aunque no sean conscientes. Ahí está ese pasado de un pedazo gigante de continente que valga la paradoja, siguen llamando nuevo, y pensando algunos brutos que fue conquistado.
Lo suyo no es novela, ni ensayo, ni poesía, ni relato. Pero si tuviéramos el inconveniente de tener que definirlo, sería todo eso. Un poco de cada cosa. Algunos textos de Las tentativas, son además pura página en blanco (qué compañía más sana, acostumbradas como estamos al relleno sin más), pero solo porque ella es conocedora de que cada una de sus palabras es absenta. Y la absenta, hay que degustarla. Como aquella figura a un costado, de aquel cuadro, que abre la boca, y la miran, la observan a ojos como platos porque durante horas y horas, aquella boca había estado cerrada a cal y canto:
“El cliente decidió un día que no le gustaba que dijéramos ok, por lo que ok se volvió palabra prohibida. La lengua hablada por los representantes de call centers no es lengua viva”.
Página 38.
Aquí asistimos con emoción, no sin previo aviso, al manifiesto más potente. Sí, porque esta pequeña joya, que así fue calificada con enorme acierto por la también escritora uruguaya Sofi Richero, es un manifiesto de principio a fin. En solo dos líneas, (lo suyo es abstracción pura y por ello finísima), Isabel nos describe el mundo asfixiante de los call centers. No necesita más para que nos llegue ese fuerte olor a naftalina que desprende la norma, la prohibición, el miserable panóptico que nos obliga a vestirnos como no queremos, a amar como no queremos, a comer como no queremos, a hablar como odiamos… Solo añadir que ojalá más editoriales españolas siguieran el ejemplo de las uruguayas, que se arriesgan a publicar a noveles en libros diminutos y cuidadísimos, y que no se llenan la boca con estribillos huecos como puede llegar a ser debido al mal uso, la “perspectiva de género” (cuando sus publicaciones de feministas no tienen nada).
'Pez en el hielo' es una de esas editoriales honestas. Es decir, una rara avis de principio a fin, y no una logia más o menos sofisticada como lo son el 90/95 por ciento de las editoriales en “nuestro” país. Sin dejarse llevar por modas y sin autorotularse, sin tener necesidad de jactarse, saca material muy potente, de autoras y autores que puede ser no hayan ganado premio alguno, pero que como dije antes, no precisan de nada más porque brillan con luz propia. Porque quizás el ganar premios, sea en realidad perder en lo más hondo, y entrar de lleno en ese concepto ya perdido, por culpa de las innumerables ignominias (no paro de escribir sobre esto) con la que cargan a les creadores con mil trampas, amaños y pagos (no solo en metálico), la mayoría de los concursos literarios: la dignidad…
Sigamos el ejemplo de no dejarnos influenciar por los mismos gurús con sus caramelos de siempre. De qué nos servirá igualmente, si hace rato que las Editoriales sudamericanas, estando las argentinas y uruguayas a la cabeza, lideran el tiempo literario. No sin razón España publica lo que los países nombrados, sin olvidar a Chile, o ya en el norte México, han publicado originalmente… Me pregunto para rematar, ¿quién conquistó entonces a quién?
Firmado: Rosanna Moreda
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