Año de publicación: 2023
Valoración: Se deja leer (como mucho)
Es curioso, pero si uno busca en Wikipedia boomers o baby boomers se encuentra en primer lugar un inesperado montón de datos de apariencia científica sobre las definiciones de las distintas generaciones que vienen poblando el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Así que lo que yo consideraba una etiqueta más o menos coloquial parece que por el contrario tiene raíz en estudios demográficos que se suponen serios. Por otra parte, todos o casi todos esos estudios coinciden por lo visto (lo he leído con cierto detenimiento) en un rango de fechas de nacimiento casi idénticas, entre 1946 y 1964, desde luego bastante alejadas de lo que humildemente tenía yo en la cabeza: que, al menos en España (puede que haya variaciones por países, no lo sé), se llamaba boomers a los nacidos en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado.
En realidad el viaje no da más de sí, ni descubre a la mujer que le hará rejuvenecer, ni se emborrachará ni se echará a llorar, ni tendrá una revelación ni se verá envuelto en una trama de contrabandistas. No le va a ocurrir nada, así que se podría haber ahorrado el dinero dándose unas vueltas por el monte o en la playa cerca de su casa, aunque los dibujos de esos itinerarios, a veces de noche y envueltos en una tormenta, son quizá lo más destacado del libro.
Porque el resto son conversaciones entre la cuadrillita de vejetes, vecinos o amigos desde hace mucho, quizá tres parejas o alguno de ellos single, que alrededor de una mesa, con alguna copita moderada y algo de tabaco, vuelven una y otra vez a la carga con temas parecidos: el paso de los años, las barrigas y las arrugas, la jubilación, un futuro en la residencia, los últimos estertores del sexo, qué mundo este tan diferente, los medios de comunicación y poco más. Estos boomers, cincuentones o sesentones, no salen de esos temas y así resultan mortalmente aburridos. Quizá no tanto para ellos mismos, porque parecen satisfechos con sus charlas, pero sí, inevitablemente, para el pobre lector.
Pudo haber sido algo divertido, valiente, corrosivo, podía haberlos dibujado, nunca mejor dicho, como héroes o como perdedores, superados por la Historia, soñadores derrotados, reprimidos o calentorros de playas mediterráneas, o quizá un poco de cada cosa, que supongo que será lo que más se ajuste a la realidad. Pero no, son un grupito de tristes, con una melancolía pastosa disimulada tras un una copa o el humo de un cigarro, tras una cortina de ironía txotxola (ya he sacado esta palabreja antes en este blog), tipos que aburren a las ovejas hablando de sí mismos y de la decadencia que tanto miedo les da, aunque finjan llevarlo bien.
De las ilustraciones poco puedo decir, están bien sin más, no me llaman la atención casi nunca, pero dejo por ahí algunos recortes por si alguien los quiere valorar con más elementos de juicio. Pero por lo demás se me ocurren bastantes cosas mejores que hacer en la media horita que se puede tardar el leer el libro.
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