Si hay algo de lo que no se puede acusar a Katixa Agirre, es de acomodarse en fórmulas que han demostrado funcionarle y tener éxito. Su anterior novela, Las madres no, tuvo muy buena acogida, tanto en el original en euskera como en sus traducciones al castellano, catalán y muchos otros idiomas. Lo fácil podría haber sido insistir en el tema (la maternidad) o en el género (una especie de thriller periodístico-judicial). En cambio, en Berriz zentauro, la autora se adentra en un terreno bastante poco transitado por la literatura en euskera: la ciencia ficción (o ficción especulativa, que es un término algo más amplio y sugerente).
Así, la acción de De nuevo centauro se sitúa en un futuro no demasiado lejano, a mediados del siglo XXI, en un mundo que comparte muchos elementos con el nuestro, pero en el que también se han acentuado o acelerado ciertos procesos ya en curso: por ejemplo, el cambio climático ha provocado oleadas de desastres y refugiados; la realidad virtual ha pasado a formar parte de la vida cotidiana, y como consecuencia de las dos anteriores, los viajes se han reducido al mínimo y el turismo prácticamente ha desaparecido. Y sin embargo, esta es la historia de un viaje: el que la protagonista, Paula Pagaldai, realiza a París para documentarse para preparar un módulo educativo de realidad virtual sobre la vida de Mary Wollstonecraft, pionera del feminismo, testigo de la Revolución Francesa y madre de Mary Shelley. (Este recurso de integrar en el texto la biografía de un personaje histórico ya lo había explorado Katixa Agirre en Los turistas desganados, aunque en este caso se trata de un elemento más orgánico en la trama).
Los avances tecnológicos, tan presentes en este resumen, no son un simple elemento de worldbuilding, sino uno de los temas fundamentales de la obra: cómo la tecnología puede cuestionar, modelar o manipular nuestra percepción de la realidad y de nosotros mismos, cómo puede impactar en nuestra relación con los demás, con aspectos positivos y negativos. De nuevo centauro no es en ese sentido una novela "ludita", que cargue las tintas contra el progreso técnico, aunque sí alerte sobre ciertas alienaciones peligrosas. (Y la tecnología no es, por otra parte, la única forma en la que los personajes de la novela escapan de la percepción "normal" de la realidad; de hecho la protagonista tiene alucinaciones en las que conversa con la propia Mary Wollstonecraft, y en los últimos capítulos se adentrará en otro tipo de experiencias "extracorporales" no mediadas por la tecnología).
En cualquier caso, la utilización de medios tecnológicos es también un modo de plantear la disolución o fluidez de los binarismos establecidos: entre máquina y humano, entre humano y animal, en la definición de género o sexualidad. Así, por ejemplo, en sus escapadas virtuales Paula Pagaldai juega a "disfrazarse" con un avatar masculino llamado Viktor para mantener relaciones sexuales esporádicas, y otro personaje central en la segunda parte de la novela, Max Dox, representante de una resistencia contra el avance ciego de la técnica, mantiene una cierta ambigüedade de género y sexualidad que atrae poderosamente a quienes la rodean, incluida la protagonista. El propio título de la novela, con su referencia al centauro (mitad humano, mitad animal), vincula el texto con esta ruptura posthumana de conceptos binarios establecidos, en la línea del Manifiesto cyborg de Donna Haraway ("Prefiero ser una cyborg que una diosa", acaba diciendo). Esto no significa, con todo, que en la novela se obvien las violencias específicas de género (en el mundo real o en el virtual), desde el desigual reparto de tareas domésticas o la discriminación laboral, hasta las agresiones o violaciones de cuerpos o avatares.
Decía al principio que esta novela explora caminos nuevos y diferentes a la anterior; con todo, también existen algunas continuidades entre ambas. Una muy obvia es que repite editorial tanto en la lengua original (Elkar) como en la castellana (Tránsito), aunque en este caso no ha sido la propia autora quien se ha ocupado de la traducción (como sí hizo en Las madres no), sino su colega y amiga Aixa de la Cruz. Otro elemento importante que une ambas novelas es el tema de la maternidad, que era central en Amek ez dute y que aquí aparece en un plano relativamente secundario, aunque relevante: por una parte, está la cuestión de la maternidad de Wollstonecraft; también el proyecto, inspirado inadvertidamente por la propia Paula Pagaldai, de crear un módulo que permita vivir un embarazo y un parto virtual; y por último, también se plantea la posibilidad (que creo que tendría potencial incluso para un spin off en forma de relato) de tener hijos virtuales conectados a todos nuestros aparatos electrónicos, como un Tamagochi omnipresente e imposible de apagar.
De nuevo centauro acaba por lo tanto por ser una novela con varias capas de significado: en un nivel superficial, es una novela de ciencia ficción sobre un mundo que podría ser el nuestro dentro de unos cuantos (pero no demasiados) años; en otros niveles obvios de lectura, es una reflexión sobre la forma como navegamos un mundo en el que, por causa de la tecnología, pero también de la crisis climática o del "final de los grandes discursos" de la posmodernidad, "todo lo que era sólido se desvanece en el aire", como dijeron Marx y Engels hace ya más de 150 años. La búsqueda (las búsquedas) de Paula, así, de referentes o ilusiones a las que aferrarse puede ser la de todos nosotros, sus lectores, en un tiempo de constante(s) crisis.
Entrevista
Esta entrevista fue grabada a través de zoom el día 7 de junio de 2023. En la entrevista Katixa Agirre se refiere al proyecto Borradores del Futuro / Zirriborroak eta gero, en el que se integra el relato "Loratze perimetroa" ("Perímetro de floración") que en varios aspectos se puede considerar el germen de De nuevo centauro.
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