Título original: Im Westen nichts Neues
Traducción: Judith Vilar
Año de publicación: 1929
Valoración: Muy recomendable alto
Realmente, no sabría decir si 'sin novedad en el frente’ es una frase hecha que Remarque tomó como título, o por el contrario se ha convertido en una expresión recurrente debida a la popularidad del libro. Porque al parecer popularidad la tuvo a montones ya desde el momento de su publicación, traducido de inmediato a no sé cuántos idiomas y convertido enseguida en todo un clásico del género, que si no me equivoco va por tres versiones cinematográficas y una serie que no sé si se ha estrenado o lo hará en breve. El libro pasa por ser uno de los paradigmas de la literatura antibélica, como no mucho después lo fue Johnny cogió su fusil o, en el ámbito del cine, todas esas películas que ustedes saben mejor que yo, que describen los espantos y el sinsentido de las guerras.
No puede ser casualidad que tanto el libro de Remarque como el de Dalton Trumbo (como, recordando sobre la marcha, Senderos de gloria, con su soberbia adaptación de Kubrick) pongan el foco en la Primera Guerra mundial, la terrible guerra de trincheras con el uso masivo de gases, un interminable episodio de crueldad sin límites. La Humanidad ha vivido otras atrocidades antes y después de esta, pero quizá a nivel del combatiente de a pie no habrá habido muchas experiencias de dureza semejante. Remarque estuvo allí con apenas veinte años, y el libro es una especie de diario novelado de un año aproximado de guerra.
En el colegio donde todavía estudiaban, el joven Paul y unos cuantos de sus compañeros son instigados por algunos profesores para que corran a defender a la patria. Claro, los jóvenes son la carne fresca con la que sostener imperios o resolver a tiros ofensas o enredos políticos. Pasan primero los chicos un periodo de instrucción en el que se encuentran al típico sargento odioso, que no pierde ocasión para humillarles en todas las formas imaginables. Es un personaje ya tópico en el relato bélico, pero aquí le descubrimos una función importante: acercar al joven a la bestialidad de forma acelerada. Es en realidad un trabajo psicológico que no sé si se hace o no de manera consciente, pero que parece necesario para convertir al recluta en auténtica carne de cañón, un tipo acostumbrado a cualquier aberración cuyo único objetivo es sobrevivir, para lo cual hará todo lo que se precise.
El joven pierde rápidamente su condición social y humana, y pasa a ser solo un soldado, su mundo se reduce a gran velocidad y solo es capaz ver al enemigo, a sus camaradas y a sí mismo. Por eso uno de los momentos más impactantes del libro es cuando a Paul le conceden un permiso para volver a su casa, y le vemos desubicado, como flotando en un mundo que ya no es el suyo. Ha sido arrancado de su vida de estudiante, de sus expectativas de vida, de su familia y su pueblo, y ahora lo único que se plantea es cumplir las órdenes que recibe y llegar vivo al siguiente minuto. Todo lo que normalmente ocupa la mente de un joven ha desaparecido, y ni siquiera puede encontrar su pasado, percibir como real lo que le rodeaba, lo que pensaba o hacía unos meses atrás. Por eso escuchar en medio de una misión la voz cercana de un camarada es ‘mucho más que el amor de una madre y que el miedo, lo más intenso y protector que existe en el mundo’. Brutalidad y camaradería sin límites, más tópicos sobre el soldado en el frente, ahora vistos en estado puro, en el cuerpo y la cabeza de un joven que poco antes no era más que un estudiante normal.
Todo esto se va construyendo a bases de horrores de distintos tipos, el amigo al que tienen que amputar una pierna, los espeluznantes sonidos de los caballos que agonizan entre los cráteres de las bombas, las pilas de ataúdes preparados cerca de donde empezará la batalla, las ratas que invaden las trincheras, los más jóvenes reclutas, últimos en llegar, que son los primeros en caer porque no aciertan a ponerse bien las máscaras antigás. Los soldados que están enfrente, a unas pocas decenas de metros, muchos de ellos chicos de parecida edad y condición, son enemigos que hay que exterminar porque alguien en alguna parte así lo ha decidido. Y hay que hacerlo porque de lo contrario, serán ellos los que nos eliminen.
El catálogo de los horrores es amplio y a veces muy brutal, está contado con sencillez y desborda sinceridad, no quiere ser una obra literaria, quizá ni tan siquiera una denuncia, sino simplemente el relato de algo vivido que otros muchos no han podido contar. Un trozo de realidad terrible que, por más que hayamos visto mil imágenes y películas, o leído montones de libros, nunca nos acercaremos lo suficiente para entender de verdad, pero quizá con este libro nos podamos aproximar bastante.
Carlos, menuda reseña más chula te has marcado.
ResponderEliminarLeí el libro hace siglos y me impresionó mucho (aunque quizá no tanto como para ponerle esa valoración tan alta). Tengo grabada una escena en la que, para matar el tedio de la vida de las trincheras, los soldados hacían carreras de piojos.
Las dos adaptaciones que he visto de esta novela son estupendas. Sobre todo me gustó la más reciente, que se aleja del material original pero aun así lo representa fielemente.
Coincido con Oriol: una gran reseña
ResponderEliminarGracias panas. Una matización sobre la valoración: el libro me ha parecido que tiene mucho más valor humano y didáctico que literario. Desde este último punto de vista, aunque está bien narrado, igual no vale tanto, pero como narración de una experiencia brutal me parece difícil de igualar.
ResponderEliminarUna reseña excelente. Como proceso de deshumanización de un hombre joven con sus ilusiones, que acaba convertido en carne de cañón por una maquinaria guerrera implacable, el libro de Remarque no tiene rival. A mí me parece que su propia modestia literaria, tan sencilla y auténtica, realza la narración, que se convierte en una crónica viva de la guerra de trincheras. Los nazis boicotearon el libro, la película de 1930 y mandaron a Remarque al exilio en 1933. El mismo año quemaron "Sin novedad en el frente" en la pira de libros prohibidos y "antialemanes."
ResponderEliminarPor encima de las penurias propias de esa terrible guerra de trincheras (cosas que hemos visto otras muchas veces) lo que apuntas es quizá lo que más me ha impresionado del libro, ese proceso por el que el chico empieza a vaciarse de todo lo que no sea la guerra, el frente, los camaradas o las burradas asociadas a todo ello. Se va cortando toda su relación con la realidad de un joven de veinte años y ya no se encuentra a sí mismo más que dentro del uniforme. Eso es terrorífico y está muy bien descrito, lo vemos en directo y sin adornos.
ResponderEliminarTampoco es de extrañar el boicot de los nazis, porque es justo lo contrario del héroe y patriota, cosas con las que se disfrazaba el propio Hitler, a quien por cierto no se le conocen precisamente episodios épicos, que yo sepa.
Gracias por tu aportación, Alberto.
Este libro me encantó. Perfecto para complementar con algún volumen sobre la I GM
ResponderEliminarEstoy leyendo " Senderos de Gloria " y el primer tercio es una crónica militar absolutamente tediosa y carente de fluidez narrativa, me pasó lo mismo con este libro que fue abandonado a las 50 páginas.
ResponderEliminarPor en contrario " Tres Camaradas " es una excelente novela ambientada en la turbulenta Alemania de 1928 y dio pie una extraordinaria adaptación cinematográfica.
No he leído 'Senderos de gloria', solo he visto la película, así que no puedo opinar. Pero la verdad es que me sorprende que te aburriera de esa forma el libro de Remarque. Desde el punto de vista narrativo me parece un texto bastante ligero, que se lee con mucha facilidad y entra con bastante rapidez en lo más duro del relato.
ResponderEliminarDe todas formas, tomo nota de la recomendación, y gracias por participar.