Idioma original: Inglés
Título original: A long way gone. Memoirs of a boy soldierTraducción: Esther Roig
Año de publicación: 2007
Valoración: Bastante recomendable
"Un largo camino" es la historia de varios viajes. Por un lado, está el aspecto estrictamente geográfico, el que lleva el autor desde su Sierra Leona natal hasta Estados Unidos, pasando tan bien por Guinea Conakry; por otro, está el viaje interior, desde la pérdida de la inocencia infantil hasta la recuperación de la confianza en la humanidad; por último, aunque en menor medida, está el recorrido por la historia de Sierra Leona y de la descolonización del África negra.
Todo ello de la mano de las vivencias del propio autor, víctima y victimario en una de las tantas guerras / negocio que asolan el continente africano. Víctima porque la llegada de la guerra, cuando Beah solo tiene 12 años, supone la ruptura casi total con la normalidad anterior y conlleva una serie interminable de pérdidas; victimario porque pasados unos meses es capturado y obligado a enrolarse en el ejército, comenzando así un recorrido atroz de muerte y abusos.
Podéis imaginar, por tanto, que el relato es terrible. Las imágenes que pueblan buena parte del libro son espeluznantes y no entraré en detalles, no tanto por no fastidiaros el café o la comida sino porque, en el fondo, no son el núcleo del relato. Este habría que situarlo en el proceso, por llamarlo de alguna manera, que lleva a un chaval de 12 años a convertirse en soldado y ser capaz de las mayores barbaridades para posteriormente lograr transformar todo ese sufrimiento y reinsertarse en la sociedad, a pesar de que no todo acaba cuando acaba la guerra.
Resulta interesante cómo el autor elude la condescendencia al hablar de este proceso. Ni esconde ni pone paños calientes sobre los hechos ocurridos durante su permanencia al ejército, así como tampoco asume un papel cien por cien de víctima. De hecho, al hablar de su enrolamiento lo justifica tanto por la obligación impuesta por la fuerza y por el hambre como por la búsqueda de una forma de pertenencia o de seguridad, ya sea a través del poder o la violencia.
Evidentemente, con estos mimbres buena parte del libro tiene un poso de tristeza y de dolor ineludible, pero también hay en el texto espacio para el humor y, sobre todo, para la esperanza, pero alejada de mensajes al estilo de Paulo Coelho.
Por último, quisiera hacer algún pequeño comentario sobre el estilo del autor. Es normal que en este tipo de textos testimoniales, y más aún sobre sucesos tan brutales, el contenido o acabe "comiéndose" al continente, pero creo que es algo que no ocurre en el texto de Ishmael Beah. La narración es ágil y la acertada combinación de presente y pasado, de cruda realidad con partes cercanas a la leyenda o al mito, dan oxígeno y variedad a un texto que podría terminar asfixiando a un lector "delicado".
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