Idioma original: español
Año de publicación: 2015
Valoración: bastante recomendable
Pues no me esperaba para nada que este Los vagabundos de la chatarra fuera así: puede que deba reciclarme en lo concerniente a ciertos prejuicios ante esto de la novela gráfica como si la propia configuración del género ya presupusiese una limitación temática.
Claro que el impacto visual es importante y puede condicionar el contenido escrito, pero este Los vagabundos de la chatarra me ha dejado realmente perplejo, porque me ha hecho ver las cosas desde otra perspectiva. Se trata de una novela/crónica/trabajo de investigación y es una historia que se desarrolla de una manera tan mezclada como esa combinación de géneros sugiere. Carrión y Sagar (responsable del aspecto gráfico) deciden ver qué hay detrás de todos esos hombres que, al mando de un carro conseguido de algún supermercado, recorren la ciudad de Barcelona haciéndose con el metal desechado en los contenedores de la basura. En su inmensa mayoría, inmigrantes que a duras penas subsisten de lo que se les paga por su recogida diaria, y que suelen pernoctar en enormes naves o edificios abandonados en diversas zonas de la ciudad. Quién los organiza, quién les compra el metal que recogen, qué intereses hay detrás de sus situaciones. Carrión y Sagar visitan esos locales en que los vagabundos han organizado su existencia. Cómo se han agrupado en función de su origen, de sus situaciones. Entrevista a sus líderes y los entrevista a ellos, en medio de un acusado recelo. Le explican sus expectativas vitales, la secuencia de los hechos que les han llevado allí. A veces a cambio de una comida caliente o unas monedas.
Y construyen una trama que crece como suelen crecer estas tramas en las grandes ciudades: hasta llegar a los intereses o la desidia de los propietarios de los terrenos que habitan, de las empresas que les compran el metal. La escalada llegará hasta los estamentos públicos y acabaremos el libro con una ristra emblemática de tweets del ayuntamiento de Barcelona que nos sitúan en la cruda realidad de 2015. Locales desalojados, incendios por las precarias condiciones de seguridad e higiene, todo un panorama que apenas ha cambiado: los vagabundos aún recorren Barcelona diariamente y la gente de a pie los sigue considerando una especie de mezcla entre indigentes y delincuentes de poca monta, esa gente de a pie que manifiesta su recelo ante su aspecto desastrado quizás piense un poco en su situación si le da por leer este estupendo libro, por supuesto.
Desde Maus que no leo una no ella gráfica. Parece que ésta será la próxima.
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