Año de publicación: 2012
Traducción: Altair Díez y Abel H. Pozuelo
Valoración: desilusionante
Enorme dilema; el fan irredento de Houellebecq que habita en mí, incapaz de batirse en duelo ante el flagrante inexperto en poesía. O, mejor dicho, tirando la toalla casi a la primera de cambio. Poesía recoge sus cuatro obras en este género, en el que, diría, el francés se siente a gusto y se identifica, no contento con ser el mejor novelista de su generación y un muy notable ensayista, el sempiterno fumador y galán algo maltratado por el tiempo, ha ido publicando algo que yo no llamaría poemarios, pero que indudablemente quiere tener entidad propia. Quiero decir, mantiene cierta coherencia con el resto de su obra y diría, aunque soy incapaz de emitir juicios técnicos del mínimo calado, busca un ámbito estético al margen de su obra en prosa.
Y puede que esa sea mi premisa equivocada. No niego que estoy algo impaciente por leer mi ejemplar de Aniquilación, por puro placer, y esta sea una introducción idónea y adecuada (la única parte de su obra que no he leído es esta), pero, para mi desesperación, digamos que me he pegado un leve trastazo. Insistiendo en mi nulidad para el género, mi primer atisbo de desazón parte de mi profunda percepción de que a los traductores el proyecto se les ha atragantado. Comprendo la enorme dificultad, pero, gracias a la edición bilingüe, y, a pesar de mi exiguo francés, creo haber notado en ciertos originales una sombra irónica y corrosiva que se ha perdido. Para empezar, la acentuación francesa seguramente aporta una musicalidad algo ripiosa al texto. Traducida al castellano, la musicalidad de los poemas se resiente. Quiero decir: rimar parasite (parásito) y bite (polla), es un auténtico desafío, y no sé si esta traducción tiene sentido al margen de los completistas acérrimos, que, si lo son a todas todas, lo que deberían es aprender francés y degustar a Michel en su versión más libre de distorsiones. Porque insistir en usar el mismo vocablo (a veces algo rebuscado) en aras de ser fiel a la forma del texto no me ha parecido justificado.
Pero puede que el defecto resida ya en el material original. Obviamente, estas poesías nada tienen de bucólico ni - aunque la palabra "amor" sigue surgiendo de vez en cuando - de exaltación del alma. Houellebecq menciona grandes almacenes populares (Monoprix, Prisunic) y sitúa sus textos en entornos urbanos en los que sus personajes (solo auto menciona a otro tal Michel una vez en más de trescientas páginas) adolecen de lo mismo que los protagonistas de sus novelas. Bien: hay acidez, resquemor, escepticismo, nula confianza en sociedad o humanidad, exaltación del individuo como incitador de lo que sea - cambio, revolución, tragedia, autoinmolación- territorio de sobras conocido y en el que no hace falta incidir. Pero en esa falta de interacción, apenas hay conato de diálogo, apenas oponentes como complementarios o antagonistas, y aún sabiendo que el estilo es completamente libre y el desarrollo de los poemas, libre y caótico, en ese necesario establecimiento del narrador como único declamador sin esperanza de corrección o respuesta, resulta que esta Poesía acaba siendo unívoca y percusiva, habrá quien diría que tenaz y convencida, yo me tragaré el sapo, y diré que obstinada y tozuda. Houellebecq, el novelista, llena el universo de atrezzo que completa a su personaje - amantes, familiares, conocidos y saludados. Houellebecq, el poeta, parece quedarse en un rincón solitario, de brazos cruzados y gruñendo entre dientes sobre todo lo que está mal.
Todas las reseñas de Michel Houellebecq en ULAD: Aquí
Gracias por la entrega diaria (en el amplio sentido de la palabra) y gracias por volver a abrir los comentarios 🥰🙏 abrazos fraternos y l🌀c🌀s💓
ResponderEliminarHoli: ¿qué título recomendáis para comenzar a leer a M. Houellebecq? Que no sea poesía, no por nada, solo por descartar entre tanto título 😉. ¡Gracias Mil!
ResponderEliminarSumisión
ResponderEliminarPlataforma o las partículas elementales
ResponderEliminarMuchas gracias. MIY BUENO
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