Título original: Josefine und ich
Año de publicación: 2006
Valoración: Recomendable
Si solo te interesan los relatos repletos de emoción, las locas aventuras y las experiencias extraordinarias es probable que esta novela se te caiga de las manos, pues lo que vas a encontrar es la vida misma reflejada de forma convincente y a unos personajes comunes y corrientes, con las vulgaridades y extravagancias que todos tenemos. Claro que haber captado ciertos rasgos en la gente, crear una personalidad o varias basándose en ellos y reflejarla de forma convincente revela auténtico talento, y después de cerrar el libro dan ganas de conocer al autor. Debe ser un tipo peculiar, muy agudo, buen conversador y con una gran mochila a sus espaldas. Y lo demuestra abarcando todos los géneros, con ese sorprendente conocimiento de la cultura española que le valió el premio Príncipe de Asturias y, sin ir más lejos, con esta novela y con otras reseñadas en Un libro al día.
Presentaré a los personajes. Josefine fue cantante de cierta fama en otro tiempo, ahora es una anciana que vive recluida en su gran mansión en decadencia acompañada de su fiel servidora, con sus manías, sus delirios de grandeza, pero también su legítimo orgullo, su aguda inteligencia, su ironía sin par y una curiosa habilidad para sembrar sus conversaciones de trampas dialécticas, de modo que Joachim, el Yo del título, para ella un bisoño de apenas treinta años, temerariamente asume el papel que le corresponde en ese entrañable juego del ratón y la gata. Tras un primer encuentro completamente casual, ella le atrapa con su mundología y termina visitándola semanalmente, cada vez más intrigado, cada vez más atraído por las veladas de su anfitriona, siempre empeñado en salir vencedor de unas polémicas arteramente amañadas por ella, que sin ahorrarse demagogias se divierte jugando a llevarle la contraria y cuando se le muestran sus contradicciones se niega a seguir debatiendo. Pero no es oro todo lo que reluce.
Joachim registra en su diario los encuentros y así esos recuerdos tan pormenorizados resultan verosímiles. Se ha dicho que esta novela es una forma de exteriorizar las ideas menos populares del autor en su momento sin confesar que son de su cosecha. Los asuntos que tratan son variados, en un panorama histórico-social como el de los meses que siguieron a la caída del muro de Berlín, no puede faltar la política, las cuestiones sociales ni los planteamientos éticos, pero también la religión, la moda, las costumbres modernas y hasta el futbol. A medida que conoce a Josefine, el narrador se va interesando cada vez más por su auténtica personalidad y se esfuerza por arrancarle esa máscara de diva que se coloca cada vez que la visita. Gracias a su empeño –tras el que vemos la indiscutible habilidad de Enzensberger– los tres personajes, pues Fryda adquiere cada vez mayor protagonismo, se van humanizando, se vuelven más comprensibles para el lector, más complejos, más llenos de matices. Pero como la vida nunca se detiene siempre hay un momento en que hemos de prescindir hasta de las rutinas más arraigadas. Así que, quince años después de los hechos y haciendo arqueología doméstica, el narrador encuentra esos cuadernos olvidados hace mucho y se enfrenta con un pasado en el que ya no se reconoce. Y es que, como ocurre en la vida real, sin casi darse cuenta se ha convertido en otra persona y el reencuentro con la anterior le ayuda a conocerse mejor y a recuperar algo valioso que había perdido o estaba a punto de hacerlo.
Otras obras del autor: Aquí
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