Año de publicación: 2021
Valoración: espeso
Perdonaréis, espero, que abra esta reseña con una algo obvia perorata: las opciones políticas de derechas ya disponen de la mayoría de los medios de comunicación. Por pura definición, tienen los recursos económicos para usarlos para sus fines, los resortes adecuados para elegir sus contenidos, y sería falaz exponer ejemplos de su capacidad de sesgo de la opinión pública. Nos quedaríamos sin espacio. Entonces, digamos, a las opciones de izquierdas les quedan los medios independientes, las editoriales alternativas, las redes sociales (bueno, eso se suele creer), aparte de plantarse en medio de la calle y vociferar sobre lo injusto que es todo y recibir un aluvión de aplausos, de gente que luego ya veremos si llega a votarles.
Pero todo ello no deja de resultar ingenuo y casi entrañable. Y hace unos meses le preguntaba a Jorge Herralde por las editoriales de corte militante (Capitán Swing, por ejemplo, era mencionada) y acordábamos que ese perfil resulta adecuado y hasta necesario. Eso, y las asambleas y los tenderetes donde te regalan un pin y te piden la voluntad. Pero lo primero que debería asimilar la izquierda es que no es malo (podría ser incluso un perverso símil troyano) asimilar el deje capitalista e intentar vender su mensaje aunque sea para ejercer un tímido ejercicio de proselitismo, llámese a éste captar adeptos, convencer a quienes dudan, o, triunfo absoluto, hacerse con conversos.
Porque esa es la triste realidad de los medios: cada uno consulta los afines y los que le dicen lo que le gusta leer y así estamos reforzando convicciones. Mirad,si no, Twitter y las fake news. De ese panorama libros como este (que, aclaro, dudo si va dirigido al público general, yo lo he tomado de la mesa de novedades de mi Biblioteca Municipal) no ayudan precisamente a escapar. Sus autores son politólogos de claras convicciones ideológicas. Terror para el Estado Español: uno tiene su nombre en catalán, la otra en euskera. O sea, Abascal no va a pasearse haciendo ostentación. Cualquier oyente de ciertas emisoras o lector de ciertos periódicos, si llegara a enterarse de su mera existencia, saldría corriendo hacia el otro lado o lo usaría para prender la barbacoa. Casi desde la portada. Yo ni siquiera puedo decir que, alineado con muchos de sus planteamientos, me haya resultado estimulante. Demasiado párrafo interminable. Demasiado polisílabo encadenado y terminología inasequible, mucha mención de autores, supongo, de los círculos afines y, me temo, pocas ganas de romper la barrera. Ya que estamos, una obsesión por ampararlo todo bajo un manto teórico, una argamasa que aglutina los argumentos de siempre sobre el enorme poder de las grandes corporaciones y cómo éste se sitúa por encima del ámbito político, una clara escora hacia lo conspiranoico, algunos ejemplos ya canónicos - la Primavera Árabe, Bolivia, el procés - para acabar un poco en lo de siempre, que es el dominio del poder del rico, liberal, masculino, blanco y heterosexual, como enorme bota que aprisiona a todo lo que es diferente, que lo aprisiona todo aunque de forma desigual e intermitente para que no siempre se note. Ahí me ha parecido que el texto (en realidad, un diálogo entre los dos autores) se salta una premisa importante, que es que las fronteras entre los colectivos son muy difusas. Y que la pertenencia a los colectivos desfavorecidos no es una garantía de nada en el sentido ideológico: hay mujeres machistas, hay muchos cismas internos en el colectivo LGTBIQ, hay una división enorme incluso en cómo responder ante la opresión. No digo que el libro no contenga planteamientos válidos. Pero incluso su propio título parece un clickbait. En realidad hay muy poca concreción y todo se extiende en ámbitos teóricos que ni harán que nadie cambie su posición e incluso han conseguido que quien la comparte se aburra o se hastíe. Una lástima.
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