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sábado, 25 de diciembre de 2021

Guadalupe Nettel: Después del invierno

Idioma original: español

Año de publicación: 2014

Valoración: Esta bien



Un título sugerente el de esta novela (Premio Herralde, 2014). Después del invierno llega la primavera con todos sus tópicos de luz y calor, pero hay primaveras francamente desapacibles. No conozco las intenciones de Nettel en este aspecto, pero el invierno de sus personajes no acaba, o bien acaba sin que se noten grandes cambios climatológicos. Por supuesto, la trayectoria que se describe los ha convertido en otros, pero no diría que más primaverales en el sentido convencional de la palabra.

Claudio y Cecilia. ¿Qué tienen en común? Es obvio que nada en absoluto. Como ni siquiera viven cerca, era poco probable que se cruzasen sus caminos. Y no hablo de barrios, ni siquiera de ciudades distintas, el hecho es que se encuentran en distintos continentes: ella, mejicana, en Francia, él, cubano, residiendo en Estados Unidos, concretamente en Nueva York, y doce o quince años más viejo; ella, idealista, inteligente y con lo que parece una pequeña neurosis que le impide adaptarse al medio, él narcisista hasta la médula, misógino sin remisión y con un TAC tamaño universo. Y aquí está la clave, a mi modesto entender, de que el argumento cojee por algún sitio. Obviamente, la cojera se debe a que intenta coordinar dos historias absolutamente disparejas, y eso produce continuos desajustes.

La manera de conocerse ya está traída por los pelos, luego él vuelve a su entorno y siente un amor desmesurado por alguien a quien solo ha visto un par de horas y en un contexto grupal. Eso sin contar que no es probable que dos seres antisociales encajen a primera vista con nadie, menos aún entre ellos, sobre todo si están en las antípodas el uno del otro en todo, incluso geográficamente. Por eso, el recurso que encuentra la autora, y que de momento parece funcionar, es hacerles hablar por separado mediante flujos de conciencia que van relatando su día a día. Digo “parece funcionar” porque según los vamos conociendo empezamos a sospechar que aquello no puede acabar en idilio. ¿De qué otra forma, pues? Porque todo indica que esas dos líneas argumentales tienen que acabar confluyendo. Pero las líneas paralelas, por definición, no se encuentran jamás, y cualquier intento de acercamiento acabará en fracaso narrativo, por mucho que se intente disimularlo. Finalmente, están como al principio, solo que un poco más sabios. Y, sí, estoy adelantando acontecimientos, pero no tanto como parece, pues cualquiera que la haya leído convendrá conmigo en que aquello se veía venir.

Por otra parte, tampoco hacía ninguna falta conectarlos, me refiero a Claudio y a Cecilia, pues cada uno de ellos ya tenía entre manos su correspondiente romance, bastante improbable también, repleto de altibajos, pero mucho más interesante ya que consigue mostrar dos historias sentimentales y cuatro procesos psíquicos, narrados con solvencia y que transmiten credibilidad por sí solos. Se trata de los tándems Claudio/Ruth y Cecilia/Tom, que merecían -cada uno por su lado- un tratamiento mucho más meticuloso. De esa forma, se podían haber escrito dos novelas con poca conexión entre ellas aparte del tema de pareja, y muchas posibilidades de índole psicológica, social, y hasta histórica. A mí, particularmente, me hubiese atraído que investigase en el ambiente laboral, amistoso, económico, familiar etc. de los protagonistas, cada uno en su propia novela, se entiende, influidos ambos por una educación y un ambiente familiar que les convirtieron en lo que son ahora, y cuyas condiciones sociológicas y ambientales determinarían de alguna forma su futuro. 

Nettel ha ideado unas claves con mucho potencial pero en mi opinión no las ha manejado con toda la solvencia que exigían. El resultado es un texto que, si bien se lee con interés y empatía hacia los personajes, empieza a decepcionarnos muy pronto por falta de coherencia, verosimilitud y, probablemente, de un plan previo que hubiese previsto cómo debe acabar. He leído que mientras trabajaba en ella la autora publicó otras dos obras, quizá ni ella misma logró conectar del todo con la idea previa o no se concentró lo bastante como para desarrollarla con el rigor necesario. Por lo visto, para el personaje de Claudio -que, ya adelanto, es un parásito sin conciencia de serlo- se inspiró, nada menos, que… en Schopenhauer. Así se explica que su visión resulte tan anacrónica y que para cerrar la historia haya tenido que recurrir a una forzadísima vuelta de tuerca.


Otras obras de Guadalupe Nettel: La hija única, El matrimonio de los peces rojos,

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